La sabiduría del ‘curita’ del Cádiz CF
Cádiz CF
Joanet, conocido en el vestuario cadista con ese apelativo, dejó una huella profunda en el club.
Pepe Mejías, Luis Escarti y Kiko Prieto recuerdan con respeto y cariño al desaparecido entrenador.
Cádiz/El fallecimiento de Benito Joanet ha sido recibido con tristeza en el universo cadista. Entrenador del conjunto amarillo en las temporadas 1983/84 y 1984/85, no pudo evitar el descenso a Segunda División en su primer año pero devolvió al equipo a Primera el siguiente y con aquel ascenso puso la semilla de la época dorada del Cádiz, que encadenó ocho campañas consecutivas en la máxima categoría.
Joanet dejó huella de su paso por el equipo amarillo. Pepe Mejías fue uno de los jugadores del Cádiz que desempeñó un papel importante a las órdenes de Joanet. "Es una pena su pérdida", comenta el gaditano a este periódico desde su domicilio, donde realiza el confinamiento al que están llamados todos los ciudadanos a causa de la crisis del coronavirus.
El hermano mayor de los Mejías conserva gratos recuerdos de Joanet, a quien consideraba un profesional de máximo nivel. "Fue el mejor entrenador de aquella época, el que más nos enseñó", subraya al referirse al equipo de sus amores.
"Fue el que nos enseñó táctica y trabajo en equipo, supo sacar provecho de los jugadores", recalca el ex futbolista justo antes de desvelar el apodo que le puso la plantilla a su entonces técnico. "Era una persona seria, como un cura, y nosotros la decíamos el curita".
Una de las cualidades de Joanet, según Pepe Mejías, era el trato que daba a los jugadores. "Sabía darnos nuestro sitio y gastar bromas llegado el caso, aunque no era muy de bromas".
El entrenador catalán recaló en el Cádiz justo a mitad del curso 1983/84, con el equipo en Primera ubicado en la zona de descenso. "Si hubiese llegado antes quizás nos hubiésemos salvado", afirma Mejías mientras insiste en que "fue el mejor entrenador de aquella época junto con Paquito, que era más de ronditos".
"Joanet me hizo ser un profesional como a otros jugadores de la cantera", abunda el ex centrocampista hasta el extremo de asegurar que “fue un entrenador muy importante para mí porque me hizo ser más jugador, sacó una faceta que desconocía de mí, que era la mediapunta, y desde esa zona me movía, caía a las bandas...".
Y saca a relucir otra anécdota: "Me dio el número 9, algo que me extraño, no me agradaba ese número. Los entrenadores que ha han sido porteros suelen ser inteligentes, él jugaba a descontrolar al contrario, nos movía con Francis, mi hermano y el Mago… Durante la semana trabajábamos muy bien las posiciones y daba resultado en los partidos".
Luis Escarti era entrenador del Cádiz B cuando Benito Joanet aterrizó en el club a mitad de los 80. Muestra su pesar por el fallecimiento de un técnico del que destaca una doble vertiente: "era muy educado, una gran persona y muy trabajador".
Escarti recuerda que en aquella época "tenía mucho contacto con él para hablar de los jugadores, se dejaba la piel en el banquillo, aquí dejó muy buen recuerdo, siempre hablaba con la gente".
Y dice algo más: "llegó a mitad de temporada y el equipo bajó a Segunda, pero él planificó desde el principio la campaña siguiente y devolvió al equipo a Primera".
El canterano Kiko Prieto debutó en el primer equipo de la mano de Joanet. "Yo estaba cedido en el Puerto Real y en el tramo final de temporada Benito Joanet me reclamó para el Cádiz. Me hizo debutar en Mallorca, donde fui titular. Nunca lo olvidaré". Kiko Prieto recuerda una escena que graba en su memoria. "Me llamó a su vestuario y me dijo: 'Usted tiene que hacer con nosotros lo mismo que hacía en el Puerto Real’. Era muy cercano y, a la vez, respetuoso".
Años después Kiko pudo ir con él al Castellón. "Me llamó y hablamos porque él estaba interesado, pero firmé en el Fraga. Siempre tendré presente la apuesta que hizo por mí; lamento mucho su muerte".
El 7-2 al Dépor, una exhibición ofensiva inolvidable
El fallecimiento de Benito Joanet ha dolido de una manera más que comprensible en el seno del cadismo. No solo fue el director de orquesta con el que se puso la primera piedra para vivir la etapa más brillante de la historia del club amarillo sino que con él en el banquillo se practicó, durante bastantes tardes de la gloriosa temporada 1984/85, un juego muy vistoso que encandiló a una hinchada entregada a un equipo que desde el principio de la misma dejó claro que estaba dispuesto a recuperar a las primeras de cambio la plaza perdida en la máxima categoría. Y vaya si lo logró, pues acabó segundo clasificado con nada menos que siete puntos más que el cuarto. Cabe aclarar que por aquel entonces aún se sumaban dos puntos por victoria y subían tres equipos directamente a Primera División.
Pero si los aficionados veteranos no han olvidado lo ocurrido en general aquel curso, seguro que recuerdan mejor todavía la espectacular exhibición atacante protagonizada por el Cádiz de Joanet el 18 de noviembre de 1984. Aquel día, un desmelenado conjunto local apabulló en el Ramón de Carranza a un Deportivo de La Coruña que terminó encajando un escandaloso 7-2, un marcador más propio de las primeras décadas del siglo XX.
Acaeció en la 12ª jornada, alcanzada por el Cádiz con el liderato en su poder. La mayor parte de quienes vivieron aquel encuentro en las gradas -entre ellos quien escribe estas líneas- lo incluirán de manera fija en el top 5 de los enfrentamientos más sensacionales del equipo de sus amores. Al descanso se llegó con un corto 1-0, gol de Mágico González. Después del intermedio llegó un vendaval irresistible que convirtió en meras anécdotas los dos tantos de la escuadra dirigida por Arsenio Iglesias. Los hermanos Mejías, Salvi y el genial Pepe, cuajaron la actuación conjunta más colosal de sus vidas y cada uno anotó un triplete. / W.D.
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