Joaquín Benítez
Luces y sombras en navidad
Cádiz/Eran las 9:27 de la mañana del 3 de diciembre de 2013 cuando, acompañado por mi hija Elena, llegué a la Notaría de Carlos Cabrera, en la calle Aurelio Sellés, en la que ya había compañeros de la prensa a la espera de lo que pasara a las 9:30, hora prevista para que comenzara la subasta de las acciones que Antonio Muñoz le había vendido a 'Sinergy', pero que había recuperado judicialmente porque los italianos no le pagaban. En el despacho del notario estaban esperando los tres administradores concursales, José Luis Molina, Pascual Valiente y Pedro Pablo Cañadas, que fueron testigos de todo y cuya gran gestión, junto con la paciencia de la jueza Nuria Orellana, hay que destacar en la salvación del Cádiz CF.
Anteriormente, yo había entregado un cheque de 100.000 euros, como fianza, para poder estar en la subasta. Nadie acudió y la única plica fue la de 'Locos por el Balón', la empresa sevillana que, finalmente, se haría con el paquete de las acciones, que suponía el 49,5% del capital del Cádiz CF SAD, por 50.000 euros. Bajé de la Notaría 20 minutos más tarde y nada más comentar lo sucedido, la noticia corrió como la pólvora por todo el cadismo, medios de comunicación y por el fútbol español. El 3 de diciembre de 2013 entraba en la historia del Cádiz.
Apartándonos de todo el bullicio, mi hija y yo nos fuimos a tomar un café al 'Hotel Catedral', con su propietario Javier Bote, y luego al 'Bar Terraza', con el amigo Miguel Pelayo. Más tarde, di detalles de la operación y de la situación de caos del club, en las entrevistas en los programas y tertulias de radio y televisión, así como en el 'Submarino Amarillo', de Onda Cádiz.
Tanto Quique Pina como Manolo Vizcaíno, que habían diseñado todo el plan, me llamaron para felicitarme. Un día antes, el dirigente sevillano me había pedido que asistiera, como apoderado, a la subasta porque era la única forma de evitar la desaparición del Cádiz. Y se consiguió parar la decisión de la jueza de lo Mercantil, Nuria Orellana, de liquidar la sociedad Cádiz CF SAD.
El entonces nuevo abogado de los italianos de 'Sinergy', Rodríguez Zarza, también hizo declaraciones -negativo, siempre negativo- alegando ilegalidad y todo lo que quiso, pero llegó tarde a la Notaria, y fue porque uno de los que estaban en la calle –un compañero de la información- le avisó de que se estaba celebrando la subasta.
La estrategia de Manolo Vizcaíno, que se llevó un mes asegurando públicamente que no acudirían a la subasta, surtió efecto. Los italianos se confiaron y cuando se enteraron ya estaba todo liquidado. Así y todo, todavía tuvieron una opción clarísima, ya que tenían un plazo de tres meses para paralizar los efectos de la subasta, pero no lo consiguieron al no depositar en el Juzgado, 50 mil euros, algo que era imprescindible.
Hay que recordar también que fue Pina, el que me animó en varias ocasiones –principalmente al yo decidir apartarme, tras aquel 'pacto de Antequera' de Gaucci y Muñoz- para que siguiera las negociaciones con el cordobés y éste pudiera recuperar las acciones ante la informalidad y morosidad de los italianos. Le hice caso y se logró el objetivo, aunque siguieron los problemas judiciales con 'Sinergy’'
En los siguientes días, semanas y meses, mientras Zarza amenazaba con todo, 'Locos por el Balón' seguía trabajando, organizando los viajes del equipo para los últimos partidos de Liga (La Línea, Granada, Cartagena y Cáceres) y el fallido play off de ascenso a Segunda A (Hospitalet); nombrando el nuevo Consejo y preparando la siguiente temporada… El Cádiz resucitaba de la mano de 'Locos por el Balón', con Vizcaíno de presidente.
Seis meses después de aquel 3 de diciembre de 2013, decidí apartarme y retornar a mi trinchera informativa de Línea 6 y ¡Ese Cádiz…Oé!, con la satisfacción del deber cumplido. Atrás quedaban algunos muy buenos momentos, otros también malos y críticos, cosas del fútbol, y también el reconocimiento unánime del cadismo y de unos 2.000 aficionados cadistas, en Cáceres, al conseguir el equipo clasificarse para el play off de ascenso a Segunda A, que se perdió en 13 minutos, en Hospitalet, cuando se pasó del 0-1 al 2-1.
En Cáceres esos cientos de cadistas hicieron un reconocimiento a mi persona, que de inmediato compartí con Vizcaíno, alzándole el brazo y ambos correspondimos a los cánticos y vítores de los aficionados. En la cena de aquel día, cuando en el restaurante de carretera donde paró el Cádiz, toda la expedición se unió a la alegría por la clasificación para el play off con sus gritos de “¡Apoderado, apoderado!”, enarbolando las servilletas. Todo quedó reflejado en los medios y, de manera muy especial, en las páginas de Diario de Cádiz y ¡Ese Cádiz…Oé!
Y el Cádiz siguió, y en Alicante, tres años después, un 26 de junio de 2016, se logró el ansiado ascenso a Segunda A. Fran Canal, al que personalmente recomendé, hizo un gran trabajo para llevar a buen término el Concurso de Acreedores. Manolo Vizcaíno continuó gestionando y, entre algunas discrepancias y conflictos de todos conocidos, con Quique Pina, también conmigo y, por supuesto, con el abogado de Sinergy, Rodríguez Zarza, éste consiguió la anulación de la subasta… Pero si no se hubiese celebrado aquel 3 de diciembre, el Cádiz habría desaparecido. Esa es la realidad.
Lo importante es que el Cádiz CF, con esa subasta del 2013 se salvó, evitando su liquidación judicial. Y bueno será agradecérselo siempre a los que lo lograron, como 'Locos por el Balón' (nombre que, por cierto, fue idea de José María del Nido), los tres administradores concursales (que ‘lidiaron’ con cinco presidentes: Muñoz, Huguet, Manzano, Juan José Pina y Vizcaíno), las dos juezas (Nuria Orellana, de la subasta; y María del Castillo Mendaro, del Concurso de Acreedores) y gente que también trabajó, por ejemplo, en el citado Concurso, como Fran Canal.
Y la colaboración de los jugadores y el entrenador, Raúl Agné (a los que se les adeudaban algunas nóminas), por su paciencia y comprensión; al secretario Diego García y al entonces presidente, Florentino Manzano..., etc. Todos pusieron –pusimos- su granito de arena y hoy el Cádiz CF, con Manuel Vizcaíno al frente, está en Primera División y saneado económicamente. Una situación que nada tiene que ver con la de hace ocho años, en Segunda B y con una deuda astronómica.
Ojalá siga la racha y el club se consolide deportivamente en la máxima categoría del fútbol español. Es lo menos que se merece una afición que, en más de cien años de historia, ha sabido sufrir y esperar el milagro actual de que el Cádiz CF esté hoy donde y como está. ¡Ese Cádiz… Oé!
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