El curioso origen de ‘El Torpedo’, un dulce típico de la Sierra de Cádiz con más de medio siglo de historia
El sabor de este dulce está para tirar cohetes y se ha convertido en la merienda favorita de los vecinos de Villamartín
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Para días grises, remedios dulces. Y para dulces los que se elaboran en la Sierra de Cádiz. Nos desplazamos hasta Villamartín para conocer un dulce que está para tirar cohetes, y no solo por su sabor, también por la historia que hay tras el origen de ‘El Torpedo’.
Para conocer su origen hay que remontarse a mediados de los años 60, cuando los bulos y los rumores circulaban por los pueblos sin necesidad de usar redes sociales. Por aquel entonces, los americanos anunciaron que iban a mandar un cohete a la Luna y lo haría en un “torpedo”, como se le decía por entonces en la zona a los cohetes. De hecho, en Villamartín no se hablaba de otra cosa, de que iban a mandar un “torpedo” a la Luna.
Tanta fue la fama de esta historia por el pueblo que Juan Moreno Vázquez, que por aquel entonces regentaba la confitería de la familia Moreno, decidió llamar “torpedos”, haciendo alusión a los cohetes que se iban a mandar a la Luna, a un dulce que hasta hoy se ha convertido en la merienda favorita de los vecinos de Villamartín. Pero no solo de ellos, puesto que este dulce ‘Torpedo’ viaja fuera de la provincia de Cádiz, ya que se hacen envíos a toda España. Tanta es su fama que hay quienes mandan sus fotos con este delicioso dulce por todas partes del mundo.
Actualmente, Santi Moreno, de la cuarta generación de pasteleros, sigue elaborando este dulce con medio siglo de historia. Este peculiar dulce es un bollo con forma alargada, relleno del ingrediente estrella: una exquisita crema pastelera cuya fórmula solo conocen tres personas. Para completar esta elaboración artesanal, se espolvorea en azúcar glass y envuelven este bollo con un papel serigrafiado con el torpedo como el sello de esta confitería.
La crema pastelera, un legado
La familia Moreno iba adquiriendo fama con sus dulces caseros, pero en 1927 tiene lugar un hecho crucial en la historia de la confitería. Según cuenta Cosas de Comé, por aquel entonces una compañía de teatro llegó a Villamartín y, con ellos, viajaba Luis Cuenca. Enamorado de una de las actrices de la compañía, decidió dejar su trabajo como pastelero en Madrid para acompañarla por España. Así que durante el tiempo que estuvo en este pueblo de Cádiz, se ofreció para trabajar con los Moreno en el obrador.
De esta colaboración nacieron los roscos blancos, que el madrileño elaboraba en su ciudad y que trajo hasta este pueblo de la Sierra de Cádiz. Un dulce legado que se ha mantenido hasta la actualidad, haciéndose de la misma forma. Según detalla Cosas de Comé, estos dulces “son dos trozos de bizcocho en forma circular, con boquete en medio y partidos por la mitad”. Por dentro tiene un relleno de crema pastelera y luego una cobertura de un glaseado de azúcar. Al final se hornea el conjunto para que la cobertura quede crujiente. Junto a él, Cuenca dejó como legado la fórmula secreta de la crema pastelera que tanto éxito sigue cosechando.
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