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Los tesoros ocultos de Goya que esconde Cádiz

Los tesoros ocultos de Goya que esconde Cádiz
B. F.

24 de octubre 2022 - 07:00

En una pequeña capilla escondida de la calle Rosario nos espera un lugar frecuentado por los más ilustres gaditanos de la época del siglo XVIII. Se trata del Oratorio de la Santa Cueva, un lugar muy especial que guarda grandes tesoros.

Aquí en este oratorio, levantado gracias al comercio con Las Américas en el que Cádiz destacó muy especialmente, podemos visitar algunas obras de uno de los grandes artistas que ha tenido este país.

Los tesoros ocultos de Goya que esconde Cádiz

Además de la rica decoración de la capilla sacramental, de planta ovalada manierista, levantamos la vista hacia los lienzos de medio punto y... ¡sorpresa!. Estamos ante tres auténticos Goyas que recrean diferentes pasajes de temática religiosa.

De tradición manierista

Esta capilla ofrece, por su riqueza decorativa, un refinado contraste con la zona penitencial, en la que el pequeño templo es de gran interés. Fue terminado en 1796 y es obra de Torcuato Bejumeda, quien concibió un espacio unitario de planta ovalada siguiendo la tradición manierista.

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En la zona superior de este espacio son de gran interés artístico los lienzos redondos, tres de los cuales son obra de Francisco Goya y que representan la multiplicación de los panes y los peces, la parábola del invitado a la boda y la Santa Cena; considerado como el grupo de obras de arte de temática religiosa más exitoso del artista aragonés.

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De Goya a Haydn

Y no es la única sorpresa. Joseph Haydn compuso para este lugar “Las últimas siete palabras de Cristo”. El marqués de Valdeíñigo que se lo encargó era desde luego un cazatalentos. Sin internet, lo localizó y ya supo que era ese gran compositor que ha pasado a la historia e la música.

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La fachada del conjunto es muy sencilla, articulada por pilastras dóricas, entre las que se encuentra el retablo público con la pintura de la Virgen del Refugio de Franz Riedmayer. El interior se divide en dos salas: un sótano dedicado a la pasión y muerte de Cristo, y el otro superior consagrado a la exaltación de la Eucaristía.

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