'Una Tarde Cualquiera' que nunca olvidaremos

El Arrebato se adueñó por completo del escenario en Concert Music Festival, desplegando un concierto sinuoso y envolvente que parecía danzar al compás de su último disco

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El Arrebato, este sábado en su actuación en Concert Music Festival
El Arrebato, este sábado, en su actuación en Concert Music Festival / Concert Music Festival
Carla Gómez

10 de agosto 2024 - 23:03

Chiclana/Que Francisco Javier Labandón, más conocido como El Arrebato, tiene un vínculo especial con Cádiz es algo indiscutible. Una vez más, el artista sevillano, heredero del espíritu gaditano por vía materna, lo dejó patente en su actuación en Chiclana, en el marco de Concert Music Festival. El embrujo del enclave de Sancti Petri se fusionó a la perfección con los ritmos y letras flamencas del cantautor. Desprendiéndose de ataduras, con una sonrisa sincera y el amor como estandarte, El Arrebato logró, una vez más, conquistar a un público que no necesitó más que un destello de su alegría, su sonrisa eterna, y la pasión que pone en cada nota. Con una selección de grandes éxitos y las nuevas joyas de su último álbum Una tarde cualquiera, consiguió que los asistentes se rindieran a sus pies, sumándose a un nuevo capítulo de la inquebrantable historia de amor entre el artista y Cádiz.

"Se dice que en la vida ocurren cosas, pero lo cierto es que lo único que avanza sin detenerse es la propia vida". Con esta reflexión en mente, Javier Labandón se presentó en el escenario con la determinación de hacer que Una Tarde Cualquiera fuera, en realidad, extraordinaria. "Agárrate fuerte que vamos a despegar. Súbete conmigo a mi guitarra", fueron sus palabras iniciales, cargadas de emoción. Así, con una sonrisa que reflejaba su entusiasmo y vestido con su característico look desenfadado—traje elegante y el pañuelo que es ya su firma personal—El Arrebato salió dispuesto a dar lo mejor de sí en Chiclana.

El escenario, transformado en un universo propio, vibraba al ritmo de su último disco. Fuego, confeti, palmas flamencas, y el eco de un niño que alguna vez soñó con estar allí, se unieron en una coreografía magistral de luces y emociones. Pero más allá del espectáculo visual, lo que realmente cautivó fue la capacidad del artista para conectar con su público, como si cada canción fuera un puente hacia lo más profundo de sus corazones.

Sus letras, cargadas de amor, se desplegaron anoche con una sinceridad que desarmó a todos. Cada canción fue un viaje por los recovecos de las emociones, desde el desgarro íntimo hasta la euforia compartida. Tanto el poeta de la alegría como los espectadores que lo acompañaban sabían que aquella no sería una noche de las muchas otras, sino un encuentro en el que el amor, la amistad y los sentimientos se tejerían en una velada inolvidable, donde los problemas y preocupaciones quedarían relegados a un segundo plano. Lo único que importaba era vivir el momento, el ahora.

La noche comenzó con Súbete a mi Guitarra, donde el sevillano, con su sonrisa sincera, cautivó al público desde el primer acorde. Su energía era tal que, al entonar el himno Dame Cariño Mío, logró que el público cantara por él, incendiando el ambiente, llevándolo a alturas que parecían inalcanzables. “¡Muchas gracias, buenas noches Chiclana! ¿Cómo estamos? ¿Dispuestos a disfrutar y a pasarlo en grande? Nosotros venimos cargados de ilusión, no sólo para ofrecerles un concierto, sino para darles el mejor de toda la gira. Les traemos nuestro nuevo disco, Una tarde cualquiera, pero también reviviremos los éxitos de siempre. Y cuando termine la noche, nos iremos a la playa con una sonrisa y una cerveza en la mano”, proclamó con entusiasmo al presentar En el Último Minuto.

Sus canciones, lejos de seguir patrones convencionales, se despliegan en rutas imprevisibles y estribillos envolventes. En temas como Nuestro Amor, su voz se entrelazó con la de sus coristas, creando un diálogo musical que culminó cuando descendió del escenario para acercarse aún más a su público, dedicándoles la canción con una sinceridad palpable. Luego, el escenario se llenó de emoción con la interpretación de su nueva joya, Después de un Beso Tuyo, una pieza cálida y emotiva que resonó con la fuerza del flamenco. El estribillo, inspirado en el pegajoso Carmen de Los Chunguitos, añadió un toque nostálgico, mientras cantaba "Carmen, Carmen, voy a tener que emborracharme... para decirte que eres tú mi amor."

Este narrador de emociones, introdujo cada canción con una minuciosidad que dotaba a cada tema de un contexto especial y un lugar en el corazón de la velada. Su voz se convirtió en la guía de un viaje sonoro, y al concluir cada relato, siempre ofrecía el nombre de la canción como un regalo final. Entre los tesoros de su vasto repertorio, La Música de Tus Tacones, Primaveras en el Pelo y Aquí Me Tienes brillaron con una intensidad que solo el tiempo puede conferir a las verdaderas joyas musicales. Estos éxitos, gestados a lo largo de los años, se han convertido en marcas imborrables en la trayectoria del artista sevillano, y su resonancia perdurará mucho después de que el eco de su voz se haya desvanecido.

En un momento de sincera conexión, El Arrebato compartió con el público su profundo afecto por la región. “Amo esta zona con todo mi corazón, pues, aunque nací en Sevilla, mi alma es mitad gaditana. Mi madre, mi abuela y mis primos eran de un pequeño pueblo de Barbate, cercano a este lugar. Por aquí, en Jerez de la Frontera, cuenta la leyenda que en una calurosa noche de verano, una madre que amamantaba a su hija, al sentir el sofoco, abrió un poco la ventana para que entrara un soplo de frescura mientras se dirigía a la cocina a beber agua. En ese preciso instante, un ángel, aprovechando la oportunidad, se deslizó por la ventana para tocarle la garganta a la niña. Desde hace mucho tiempo tengo el honor de compartir escenario con esa niña, y puedo asegurarles que su voz es la más bella de España, tanto como lo es su alma. Les pido un aplauso para mi amiga Alicia Jiménez.”

Ambos artistas se unieron en un abrazo musical para interpretar Cuando Quieras Quiero, un dueto que se convirtió en el momento más profundo y significativo de la noche. En esa canción, se desató un diálogo íntimo, un encuentro cara a cara lleno de emoción palpable. Las manos entrelazadas, los miradas fijas una en la otra, crearon una atmósfera cargada de ternura y complicidad. El clímax de la velada llegó cuando El Arrebato, con la rodilla izquierda en el suelo y el corazón al desnudo, entonó: “Porque se trata de que te quiero".

Este poeta ha construido un universo propio, donde se entremezclan el romántico, el flamenco, el cantautor y el rockero en un solo ser. Su arte, modelado por un encantador de serpientes de letras y melodías, une lo personal con lo poético en un caleidoscopio de emociones. En Ella Sigue Dando Amor, evocó la imagen de las estrellas brillando en el firmamento, al igual que su madre en su memoria. “Gracias a mi madre, que me dio la vida, y gracias a la vida que me regaló a mi madre”.

A El Arrebato le apasiona rodearse de "gente que alegra la vida", y en su propia forma de ser, encarna esa luz que ilumina a quienes lo rodean. En sus letras, celebra la importancia de rodearse de Gente Luminosa, aquellos que infunden alegría en cada día, iluminan el mundo y aportan belleza con su presencia.

Tan pronto como concluyó su breve introducción y exclamó: “¡Búscate un hombre que te quiera!”, el rugido de la multitud estalló como un trueno. La expectación era palpable, y El Arrebato no defraudó en absoluto. La noche llegó a su punto culminante con el artista exhausto, arrodillado, elevando los brazos hacia el cielo mientras los confetis caían sobre él en una lluvia de colores. La imagen era una celebración sublime, un final digno de una velada inolvidable.

El Arrebato no podía despedirse sin rendir tributo a un símbolo sagrado: el Himno del Sevilla FC. “He entonando este himno un millón de veces y lo he dedicado un millón de veces a Antonio Puerta. Esto va por ti, Antonio.” Así, la melodía, nacida en el universo del fútbol, ha trascendido sus fronteras deportivas para convertirse en un canto casi universal, inconfundible y que invita a ser tarareado por todos. Con una pasión desbordante, El Arrebato proclamó: “¡Viva Chiclana, viva todas las provincias de Cádiz, viva Andalucía, viva España, y viva la madre que nos parió!”.

Mi Colega de Siempre cerró con broche de oro una velada que permanecerá en la memoria. Con la conciencia del inminente final, el público se sumergió en la música con una pasión tangible, dejando que cada nota los envolviera mientras saltaban y sudaban en un éxtasis colectivo. Cada acorde era una joya que deseaban atesorar hasta el último instante. La atmósfera se transformó en un torbellino de serpentina, convirtiendo el espacio en un festín de sensaciones, como si el mismo entorno se resistiera a desvanecerse. Con un toque de gratitud y emoción, el maestro de la poesía se despidió con un sincero: “Muchas gracias, Chiclana, por esta noche inolvidable.

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