La energía de JC Reyes, desbordante y sin filtros
El artista sevillano se consagra como un maestro del rap y reguetón, llevando al público a vivir una experiencia musical inigualable
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Chiclana/La expectación entre sus más fieles seguidores era palpable desde el primer instante en que se anunció su concierto en Concert Music Festival. Apenas se divulgó la noticia, una legión de jóvenes fans se lanzó a conseguir sus entradas, agotándolas en tiempo récord. No era la primera vez que JC Reyes pisaba tierras gaditanas, pero el fervor por verlo en directo no había menguado ni un ápice; al contrario, el deseo de vivir una noche mágica con el artista urbano crecía por momentos.
El día comenzó como en ediciones anteriores, con un calor abrasador que desafiaba a quienes se habían apresurado a ocupar las primeras filas del escenario principal. El recinto de Sancti Petri estaba a punto de estallar de emoción. La multitud sabía que esa noche se convertiría en una de las más memorables del festival, y posiblemente de sus vidas. Como corresponde a una gran estrella, JC Reyes hizo su aparición con un retraso de 45 minutos, que lejos de enfriar los ánimos, intensificó la anticipación. Los asistentes estaban convencidos de que cada segundo de espera valdría la pena.
En la pista y en las gradas, se desplegaban pancartas y un mar de fanáticos totalmente entregados, algunos de los cuales habían estado haciendo fila desde la mañana. Contra todo pronóstico, el concierto del artista se convirtió en uno de los eventos más masivos de Concert Music Festival. En términos logísticos, pocos artistas han logrado saturar tanto la angosta carretera que conduce al poblado. Artísticamente, el fenómeno era igualmente notable: estamos ante uno de los grandes talentos de la escena musical.
JC Reyes no sólo ofreció un concierto, sino que protagonizó una de esas actuaciones que trascienden la música y se convierten en leyenda. El sevillano, fiel a su estilo, no dejó espacio para medias tintas: lo dio todo, hasta quedarse literalmente sin nada.
Cuando finalmente el artista subió al escenario, lo hizo con una puesta en escena que ya es inconfundiblemente suya: un espectáculo de fuego que iluminaba la noche, sonidos electrizantes que retumbaban en cada rincón, efectos 3D que giraban en las pantallas, y un mar de luces verdes que inundaban el espacio, creando una atmósfera casi mística. La multitud, completamente entregada, vibraba al unísono, dejándose envolver por cada ritmo y cada palabra. El rugido que se levantó fue ensordecedor, una auténtica explosión de emociones que convirtió el aire en una ola de euforia pura. Lágrimas de felicidad surcaban las mejillas de muchos, incapaces de contener la devoción que sentían por su ídolo.
JC Reyes arrancó con la enérgica 30GP, seguida del icónico tema Comuna 3, que ha resonado con fuerza en plataformas como Spotify y TikTok desde su lanzamiento. Tras abrir el show con estos dos éxitos, el artista dirigió unas palabras a su público: "¡Buenas noches, Chiclana! ¿Cómo lo estais pasando? Todos los que están en las gradas, ¡quiero verlos de pie! Esta noche es para disfrutar y pasarlo increíble". Con estas palabras, el público estalló en vítores, desatando la locura que recorrió el recinto.
PIRIBIRI y 38 fueron los siguientes en resonar. Tema tras tema, el ritmo de la noche se intensificaba gradualmente, pero algo no estaba del todo bien. JC Reyes mostraba signos de descontento con el sonido; algo no cuadraba. A pesar de cambiar de micrófono en varias ocasiones, el problema persistía. Con determinación, dijo: "Hasta que no arreglen el sonido, no seguiré con el concierto. Quiero que lo corrijan para que podáis disfrutar de un buen espectáculo". La tensión en el aire era palpable, y JC Reyes no estaba dispuesto a permitir que su actuación quedara arruinada. Tras varios minutos de incertidumbre, finalmente se solucionó el problema de sonido, y el show pudo continuar. Y vaya que lo hizo. Con la entrada triunfal de Coronamos, JC Reyes volvió al escenario más fuerte que nunca, agradeciendo al público por su paciencia con una actuación renovada.
La conexión entre el artista y su público era innegable. Cada tema se cantaba como si fuera el último, pero fue con Amor y Mafia que la energía alcanzó niveles descomunales. "El que no cante es policía", bromeó antes de interpretar A300, desatando la euforia total. Nadie quería perderse ese momento único.
El espectáculo se acercaba a su fin, revelando el lado más generoso de JC Reyes. Durante Brigantes, comenzaron los intercambios de regalos. El público le lanzaba gorras, y el artista, en respuesta, se quitó la camiseta para dársela a uno de los fanáticos más jóvenes en la audiencia. Pero no terminó allí. La última canción de la noche, Fardos, se transformó en un gesto de entrega absoluta. JC Reyes invitó a cuatro niños al escenario, y antes de comenzar a cantar, les regaló sus collares de oro y gafas, haciendo de ellos los protagonistas de un momento inolvidable.
El final fue simplemente espectacular. Los niños cantaron y bailaron junto a su ídolo, mientras JC Reyes hacía todo lo posible por brindarles un recuerdo inolvidable. "¡Quiero escuchar un fuerte aplauso para ellos cuatro!", gritó desde el escenario antes de interpretar a capella el estribillo, cerrando con broche de oro una noche que ya se había convertido en legendaria.
JC Reyes terminó su actuación sin camiseta, sin gafas y sin collares, pero lleno de la energía y el amor de un público que lo había dado todo junto a él. Porque al final, como bien lo demostró, quien da mucho, recibe mucho más. Y esa noche, JC Reyes se convirtió en una leyenda viviente, un artista que entiende que la grandeza no se mide en lo que uno tiene, sino en lo que es capaz de dar.
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