Héroes anónimos y no instituciones
Asociación de Familias Solidarias para el Desarrollo en Chiclana
Una decena de jóvenes sin hogar ha encontrado cobijo gracias a familias particulares
“Están haciendo algo que le corresponde a los organismos públicos”, indica Juan Molina, de Afasode
Chiclana/Lo importante de cada problema es encontrarle una solución. Con esa máxima continúa trabajando la Asociación de Familias Solidarias para el Desarrollo, colectivo que centra sus esfuerzos en cuidar a jóvenes que han cumplido 18 años y son “abandonados a su suerte por la Junta de Andalucía, que ya no se responsabiliza de ellos cuando son mayores de edad y deben abandonar los centros de menores en los que viven”. Habla el representante de la asociación, Juan Molina, que en las últimas semanas y meses busca cualquier tipo de apoyo para sustentar su idea: dar cobijo a unos chavales que se encuentran en esta tesitura para evitar que sufran el triste devenir que les espera en la calle.
De momento, en palabras del propio Molina, parece que solo la solidaridad ciudadana es la encargada de sustentar este proyecto que promueve también la inserción laboral de los chicos. “Tenemos un piso en Chiclana por la zona de El Pilar para acoger a algunos críos, pero lo cierto es que no damos abasto porque no recibimos ningún tipo de subvención, solo una pequeña ayuda de Diputación”, explica el responsable de la asociación.
Por eso, se muestra tan orgulloso del esfuerzo que están realizando familias y colectivos para que el máximo número de jóvenes tengan un hogar donde desarrollarse. “Hace unos días en Jerez 10 niños se quedaron en la calle y uno de ellos se puso en contacto con nosotros después de estar unos días durmiendo a la intemperie. Por suerte, hace unos días se marchó con una compañera de la asociación Vejer Sin Fronteras, que le va a dar cobijo en casa durante un tiempo y le ayudará a estudiar y a aprender español”, explica Molina.
Por desgracia no es el único caso, como enumera emocionado Juan Molina. “Mouad fue acogido por Elena en Granada, Abderrahim, por Mati y Jaime también en Granada; Walid está viviendo ahora en Tarragona, la joven Ilham está en Sanlúcar gracias a Mari Carmen y Juan Antonio, Yolanda se hace cargo de Mustafá en Medina y Cheik, Abdoul y Zhor se van a quedar en Chiclana”, comenta.
Como se puede comprobar, Molina destaca la implicación de estas familias que, de forma altruista ofrecen ayuda. “A nosotros no nos importan de donde vengan los niños, ni su color de piel; son personas y, como tal, no se merecen este trato que les están dando las instituciones, y por eso me alegra y emociona tanto ver cómo la sociedad civil está dándonos esperanzas para entender que el proyecto es viable”. No obstante, Molina lanza un mensaje que invita a la reflexión. “Estamos ocupándonos de una situación de desamparo que deben cubrir las instituciones públicas, ya que tienen la obligación legal de amparo”, indica.
El principal problema de este proyecto es que, mientras nada cambie no tendrá fin, ya que “cada día salen muchísimos niños de los centros de menores de la Junta al cumplir los 18 años”. Sin ir más lejos, “a pesar de la felicidad que nos provoca haber encontrado un sitio para vivir para diez chavales todavía tenemos a 20 en una lista de espera que, por razones naturales, tiende a seguir creciendo porque no puedes impedir que los niños crezcan para que sigan tutelados en los centros de menores”.
Los chavales, que son en todo momento conscientes de esta delicada situación, como ya ha explicado Juan Molina en repetidas ocasiones, “son muy agradecidos y quieren aprovechar al máximo las oportunidades que les ofrecen para trabajar las empresas colaboradoras que tenemos en Chiclana”.
Lejos de los comentarios que suscita la llegada de inmigrantes, Molina, que matiza que se ha encontrado con jóvenes sin hogar nacidos en la provincia, explica que “ellos solo quieren trabajar para mandar dinero a sus familiares”. Una opción que sería imposible sin esos héroes anónimos que ofrecen su casa para el desarrollo de los jóvenes.
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