Chiclana: Ruta ornitológica por el río Iro. Destellos de luz en sus orillas
El aviturismo es una manera responsable y sostenible de disfrutar de la naturaleza, apoyando la conservación de la biodiversidad y las comunidades locales
El Día de Andalucía y la naturaleza en estado puro se pusieron de acuerdo en la mañana del 28-F en las orillas de Iro. Y eso que el día amenazaba lluvia. Pues ni una gota durante las 4 horas que duro la ruta ornitológica organizada por el Ayuntamiento con su alcalde José María Román a la cabeza. Y es que Román en el acto de inauguración de la Ruta histórica y natural del río Iro, dejo claro que “hay que volcar la mirada sobre el río. Es un lugar de vida, de comunicación y de origen de la ciudad, siendo un espacio al que se le tiene mucho cariño”. Su empeño esta dando resultados evidentes. Así al menos lo disfrutamos la otra mañana, cuando el sol dormía entre nubes.
En el recorrido, de la mano del ornitólogo Francis Silva -guía ornitológico y gerente de Aviturismo- “alma mater” del desarrollo de esta actividad en la provincia de Cádiz, salió a pedir de boca. Los que nos dimos cita pudimos entender de primera mano que el aviturismo es una manera responsable y sostenible de disfrutar de la naturaleza, apoyando la conservación de la biodiversidad y las comunidades locales.
Pasear por las orillas del rio Iro, conlleva mucha historia tras de si. Su nombre parece ser que deriva del de Liro o Tiro, debido a que la ciudad por la que discurre en su mayor parte, fue fundada por fenicios tirios. Existen los restos de un importante asentamiento fenicio en lo que actualmente se denomina Cerro del Castillo, al borde del río.
Domingo Bohórquez Jiménez (extremeño de nacimiento y Chiclanero por elección), compañero de Diario de Cádiz, profesor e historiador, fundador y primer director de la Fundación Fernando Quiñones, al que conocí y trate durante años, nos cuenta en su magnífico libro: ´Chiclana de la Frontera. Geografía, Historia, Urbanismo y Arte´, 2011, las versiones sobre el nombre de este rio: “parece que el castillo del Lirio o Liro tuvo que ver en nombre del río de Chiclana. El castillo del Lirio fue una fortificación situada en un emplazamiento muy importante en la historia de la ciudad. Especialmente desde 2006, cuando comenzó a excavarse y puso a Chiclana en el mapa fenicio de la península. Los restos hallados atestiguan, además, la existencia de comunidades al final de la Edad del Bronce (año 1.000 a. C.). Se cree que los fenicios abandonaron aquel asentamiento fortificado hacia el siglo VII a. C.
Decían los expertos que tenía mucha lógica hablar del río Iro como aquel cauce fluvial que permitió a las naves tartesias, fenicias y romanas navegar hacia el interior, varando en algún puerto junto al cerro del Castillo. La casualidad propició un hallazgo arqueológico que colocaba a Chiclana en una ruta fenicia de excepción, sumándose a Cádiz y Doña Blanca; y que situaba los orígenes de la villa, igualmente, por encima de los 2.000 años.
El río Iro fue navegable durante siglos. Embarcaciones típicas de ríos como las falúas y otras pequeñas barcas se dedicaban al transporte de mercancías y pasajeros (en 1675, el número de embarcaciones existentes en la villa era de 57).
Bohórquez afirma, de hecho, que “a lo larga el río se constituyó en el nervio de la villa, en cuyos márgenes surgirán hermosas edificaciones con embarcaderos, al ser navegables, y hacia dónde mirará la ciudad”. En dirección a ese embarcadero tendría lugar, de hecho, la primera expansión del siglo XVI (desde la plaza Mayor).
Así las cosas, la ruta comenzó poniendo de manifiesto un proyecto practico y efectivo para conservar la avifauna y restaurar el equilibrio natural del ecosistema de las orillas de Iro. Se colgó una caja nido, que previamente firmamos los presentes. Es sin duda una acción de apoyo a la supervivencia de las aves.
Y comenzó ese viaje que alguna vez soñamos en la infancia. Francis Silva, con ese porte de niño grande, trasmitió sus principios de manera nítida. Sin recovecos ni fastos. Se notaba que la fascinación sobre el mundo de las aves venía de pequeño. Y de qué manera nos contagio de esa pasión que derrama a través de sus explicaciones y de su mirada. Así fue como lo vivimos.
A lo largo del largo camino, Francis aprendió que las aves no solo eran seres llamativos e interesantes, sino también verdaderos maestros de la adaptación y la resiliencia. Llegó a decir alguna vez que a pesar de los cambios en el clima, la pérdida de hábitat y otros desafíos, las aves siempre encuentran una forma de sobrevivir y prosperar.
Llegado aquí, debemos recordar que la declaración del rio Iro como espacio protegido de la Red Natura 200, lo fue gracias a la presencia del Salinete, es un pez considerado entre las especies de vertebrados endémicos de la península ibérica, sin que haya constancia de su existencia en el resto de europa.
Tanto las aguas como los sedimentos del cauce contienen una abundante fauna de peces y pequeños invertebrados: Gusanos, verdigones, cangrejos y otros crustáceos. Esta rica fauna sirve de alimento a las numerosas aves que frecuentan el río. Y así fue como ocurrió en la ruta.
Pudimos apreciar más de 50 especies, destacando, entre otras, la presencia azulada del Calamón Común, el canto del Pechiazul, el tamaño del Buitrón y la Aguja Colinegra, que es una de las zancudas más grandes y vistosas (el plumaje nupcial se caracteriza por cabeza y pecho rojizo brillante), y vuelos, de amplio recorrido.
Y también, al paso y en las grises orillas del Iro, nos dimos de bruces con: Chorlitejos Grande y Patinegro; Agujas Colipinta y colinegra; Andarrios Chico; Archibebes Común y Claro; Correlimos Tridactilo y Común; Gaviotas Picofina, Reidora, Cana, Patiamarilla y Sombría, salían a nuestro paso. Cámaras y prismáticos se desenfundaban y se confundían con las explicaciones -certeras y ocurrentes- de Francis.
Y no quedó ahí la cosa. Resulta que el día nos tenía deparada sorprendentes apariciones. Quisieron sumarse a la fiesta la Pagaza Piquirroja; Charran Patinegro; Zampullín, Flamenco; Cigüeña Blanca; Cormorán Grande; Garceta Común; Focha Común Águilucho Lagunero; Cernícalo Vulgar; Cogujada Común; Avión Roquero; Golondrina Común y Cornuda; Avión Común occidental y Águila Pescadora; Curruca Cabecinegra; Estornino Negro; Mirlo Común; Petirrojo europeo; ColirrojoTizón; Gorrión Común; Lavanderas Boyera y Blanca; Bisbita Pratense; Verderón Común; Jilguero Europeo y Serín Verdecillo: Todas ellas pusieron el contrapunto a un día para recordar. Destellos de sus luces en las orillas.
Tras la ruta, los presentes pudimos apreciar lo que Francis Silva atesora. Su dedicación plena a la restauración de hábitats y educación ambiental, con la idea de que prevalezca la coexistencia de las aves y las comunidades humanas. La insistencia en la conservación de las aves y sus hábitats. La presencia de los aspectos sociales y ecológicos en sus propuestas y desafíos. Y sin duda la puesta en escena de su esencia: El rigor científico, la honestidad y el buen hacer.
Como el mismo dice: recuerden mirar al cielo y déjense inspirar por la maravillosa naturaleza que nos rodea. Y es que a través del conocimiento se llega a la conservación. Porque en la naturaleza nada hay superfluo.
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