Chiclana y Valencia, unidas por la riada 59 años después
Las imágenes que llegan desde la Comunidad Valenciana de la tragedia retrotraen a los chiclaneros a lo vivido en la ciudad en 1965
Muchos se ven identificados en los testimonios y escenas acontecidas en el levante español que recorren medios de comunicación y redes sociales
Entre ambas catástrofes, una diferencia abismal, la pérdida de vidas humanas, algo que no sucedió en Chiclana y que para muchos fue un autentico “milagro”
Valencia sufre la peor gota fría del siglo, a la altura de la pantanada de Tous de 1982
Chiclana/Valencia ha sufrido esta semana la desgracia de confirmar lo que durante décadas se ha repetido casi como un mantra en Chiclana cada vez que alguien se ha referido a la riada que esta localidad padeció el 19 de octubre de 1965, “si llega a ser de noche…”. Esta circunstancia fue, para muchos, la clave de que en aquella ocasión el desbordamiento del río Iro no trajera aparejada consigo la pérdida de decenas de vidas humanas, tal y como ha pasado en el Levante español.
Dejando a un lado esta diferencia abismal entre ambas catástrofes, son muchas las coincidencias y similitudes en los testimonios e imágenes que estos días recorren medios de comunicación y redes sociales y que retrotraen a los chiclaneros más antiguos, y no tanto, a una jornada, la de aquel 19 de octubre, que no olvidarán mientras vivan.
Entre las similitudes, cabe recordar que en aquella ocasión el devastador suceso también estuvo provocado por una gota fría, actualmente conocida como DANA, un fenómeno que lejos de dejar abundantes precipitaciones en la propia Chiclana lo hizo de forma muy contundente en la zona de la vecina localidad de Medina, en la que durante las horas previas a la riada se registraron más de 263 litros por metro cuadrado, provocando que los arroyos de los que se nutría el río Iro desde su nacimiento descargaran en su cauce una gran cantidad de agua en dirección a Chiclana.
Esta circunstancia se unió a la pleamar que se registró en el preciso momento en el que dicho caudal llegaba a la localidad chiclanera en forma de avalancha de agua, barro, ramas, piedras, etcétera, lo que propició el desbordamiento del Iro y con ello una riada devastadora para las zonas más bajas de la localidad, como eran las barriadas El Pilar, El Carmen y el Campo de Fútbol, Las Albinas o el propio centro del pueblo.
“Fue mucha agua la que llegó en muy poco tiempo”, “fue todo muy rápido, no dio tiempo de nada”, “fue un fenómeno muy raro, porque en Chiclana no había llovido tanto ese día como para eso”, son algunas de las frases que se repiten entre los testimonios de muchas de las personas que aquel día vivieron la tragedia en primera persona y que se recogen en el documental editado por el Ayuntamiento en el año 2015 con motivo del 50 aniversario de la riada chiclanera y distribuido por Diario de Cádiz entre sus lectores. Pero entre todas, la frase más repetida, y a la postre título del propio documental, era “si llega a ser de noche…”. Esta circunstancia, que la riada se produjera en las horas centrales del día, fue la que evitó una catástrofe de pérdida de vidas humanas, como aseguran sus propios protagonistas, y como ha sucedido en la Comunidad Valenciana, algo que eleva una tragedia de este tipo al máximo nivel.
Salvando esta vital diferencia, son muchos los vecinos de Chiclana que estos días comentan e incluso se emocionan al ver y escuchar testimonios de los afectados por la riada en Valencia, algo que les devuelve con detalle los recuerdos de un día que mantendrán en sus retinas para siempre. “Como he escuchado estos días, sobre la una de la tarde del 19 de octubre del 65 yo me encontraba trabajando en una ferretería de la calle La Fuente, en la planta baja de un edificio junto a mi casa, cuando empezamos a escuchar que venía una gran cantidad de agua”, relata Antonio González, vecino de Chiclana que aquel día, como tantos otros, se vio sorprendido por la riada en el centro del pueblo. “Al igual que han contado en televisión afectados por la riada de Valencia, en aquella ocasión yo también me vi sorprendido por la rapidez con la que subió el agua en el interior de la tienda donde trabajaba y en la que nos encontrábamos tres personas, e intentamos salvar todo lo que pudimos, pero en muy poco tiempo ya nos resultaba imposible salir por la puerta porque el agua superaba el metro de altura”, cuenta este afectado por la riada de Chiclana, recordando que “tuvimos que subirnos al mostrador de la ferretería para protegernos y, cuando ya no encontramos otra salida ante la crecida del agua nos subimos a una repisa que había sobre el escaparate de la tienda, y de ahí a la primera planta del edificio por un pequeño boquete que abrieron en el techo del local las personas que se encontraban en el piso de arriba”.
Lanchas de la Marina navegando por las calles, personas subidas a los techos y las azoteas de las viviendas, vehículos arrastrados por el agua, rescates de vecinos desde los balcones, helicópteros sobrevolando el pueblo, el barro que lo inundaba todo y montañas de enseres, muebles y utensilios regados por las calles fueron algunas de las escenas con las que hace ahora 59 años tuvieron que convivir aquella jornada aciaga los chiclaneros, y muchas de ellas se han repetido esta semana en pueblos de la Comunidad Valenciana, hermanando a estos dos puntos de la geografía española desde la tragedia y desde los deseos de una pronta recuperación de la normalidad.
Y precisamente en eso, en el largo camino de recuperación y vuelta a la normalidad que ahora tienen por delante los afectados en Valencia, es de lo que se han ganado el derecho a hablar en primera persona los chiclaneros, un pueblo curtido en la superación de dificultades y necesidades, como las que generó aquella riada del 65, y que, quién sabe, podría estar detrás de ese carácter emprendedor tan necesario para salir reforzado de las circunstancias más difíciles y para reinventarse siempre con el objetivo de conseguir un futuro mejor.
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