José Luis Aragón Panés: “La ocupación francesa marcó un antes y un después en la historia de Chiclana”
Este apreciado enfermero y antropólogo, cronista oficial de la ciudad, trabaja de forma altruista, honesta e independiente en la difusión del pasado y el presente del municipio
El año pasado ganó el I Premio Ateneo de Chiclana
José Luis Aragón Panés toma posesión como cronista oficial de Chiclana

Dice el presidente de la Real Asociación Española de Cronistas Oficiales (RAECO), Juan Antonio Alonso Resalt, que la proyección de pueblos y ciudades, de sus aconteceres presentes y pretéritos se debe, en innumerables casos, al amor y a la paciente y desinteresada labor de sus cronistas. Es lo que ocurre en Chiclana con José Luis Aragón Panés, que desde 2020 ostenta este título de carácter honorífico. Casado, con dos hijos y tres nietas, y muy querido, este enfermero jubilado y antropólogo se dedica infatigablemente a esa noble tarea y a compartir con generosidad y modestia ese inmenso conocimiento que atesora sobre el pasado y el presente de este municipio.
Además, es capaz de compaginar este quehacer con la escritura. Es autor de ocho libros, el último de ellos I Premio Ateneo de Chiclana y, actualmente, trabaja en otros cuatro, uno de ellos es una novela sobre la que no quiere desvelar mucho.
Aún le queda tiempo y energía a José Luis Aragón Panés para dar conferencias allí donde lo llaman, acudir a eventos culturales y participar los jueves vía online en el Grupo Atlante, con sede en México y que reúne a cronistas de este país y personas interesadas en la historia. En este contexto, ha tratado los más diversos temas, pero “siempre la brújula es Chiclana”, afirma con contundencia.
Pregunta.–Durante 43 años estuvo ejerciendo la enfermería en el Centro de Salud de El Lugar ¿Qué balance hace de aquel tiempo?
Respuesta.–Fue una experiencia vital muy satisfactoria. El estar en contacto con muchas personas y, sobre todo, en momentos tan difíciles como es la enfermedad, te hace sentir más cerca del alma del ser humano. Además, a veces no se trata solamente de poner un tratamiento, tiene mucho que ver con los cuidados tanto de los pacientes como de los familiares.
El hallazgo del yacimiento del Cerro del Castillo fue una sorpresa. Ha dado la vuelta a la historia de Chiclana”
P.–Y mientras estudió antropología.
R.–En el año 2001 terminé la carrera. Hago antropología porque siempre me había gustado la historia y conocer la condición humana, lo que hay en tu entorno.
Es una rama de las Ciencias Sociales muy amplia. Y, evidentemente, cuando comencé mi intención no era irme como los primeros antropólogos del siglo XIX o el XX a estudiar una tribu a Sumatra o al pueblo Yanomami de Brasil. Mi perfil estaba más en la antropología de mi propia sociedad. Y, en este caso, lo que estoy haciendo es antropología histórica, porque el archivo en sí ya es objeto de estudio.
También ayuda que había personas alrededor que estaban haciendo cosas al respecto, por un lado, Domingo Bohórquez, cuyos trabajos invitan a continuar su labor. Y, por otro, Dionisio Montero, que escribió memorias, en las que se observa cómo era aquella ciudad de los años 50 y 60.
Hoy, somos varios los que investigamos la historia de Chiclana. Siempre se ha dicho que parecía que Chiclana no tenía historias, pues sí, tiene. Y ahora con el yacimiento fenicio no hay más que decir.
Tanto la enfermería como ahora la antropología histórica han sido muy gratificante.
P.–En 2020 inicia una nueva etapa al ser nombrado cronista oficial, ¿cómo afronta este cargo?
R.En principio, le dedico unas seis horas al día. Y lo hago dando difusión o divulgación a pequeñas informaciones sobre el pueblo en general, para que el público vaya conociendo parte de su historia. También escribo artículos y mini crónicas sobre la actualidad.
P.–¿Y cómo han sido estos años?
R.–Los he vivido con ilusión, porque desde pequeño siempre me gustó la historia, y también con responsabilidad, en el sentido de que me gustaría dejar constancia de todo este trabajo que estoy desarrollando, para que les sirvan a los posteriores cronistas.
P.–Usted hace una labor de divulgación incansable sobre el pasado de Chiclana y su papel en la historia. ¿Es consciente el chiclanero de su pasado? ¿Merece la pena el esfuerzo?
R.–Sí, cada vez más. Y merece la pena. Me gustaría decir que todo lo que hago lo realizo de forma altruista, en el sentido de que no tengo relación laboral ni económica con el Ayuntamiento. Creo que es fundamental que un cronista trabaje así, de forma honesta e independiente en todos los sentidos.
P.–¿Qué personaje o personajes destacaría de la amplia galería que ha pasado por Chiclana?
R.–Es complicado. La historia es amplia y en cada uno de sus procesos va a haber alguien, pero destacaría a algunos de los corregidores que hicieron mucho por la villa, que aparecieron en momentos determinados y se ve cómo esta evoluciona y mejora social y económicamente. En la memoria de los chiclaneros han quedado muchos nombres importantes del siglo XIX y primeros del XX.
P.–¿Cuál considera que fue el momento histórico de mayor esplendor?
R.–El reinado de Alfonso XII. Fue un momento importante, aunque no exento de dificultades. Durante su reinado, entre otras cosas, se acabó con las Guerras Carlistas y se liberó a todos los esclavos de las colonias de ultramar. Es uno de mis personajes favoritos en la historia. Es el rey libertador. Y el hecho que marcó un antes y un después en la historia de Chiclana, sin duda, fue la ocupación francesa.
P.–¿Algún personaje que cree que no ha recibido el reconocimiento que le correspondía?
R.–Todos los alcaldes y las corporaciones que vivieron situaciones difíciles y no pudieron atender a las demandas de los ciudadanos, en especial de las clases menos pudientes, como eran los braseros y jornaleros, aquellos que se ponían delante de la puerta del ayuntamiento a pedir pan y trabajo.
P.–¿Y un suceso o hecho histórico puntual que le haya sorprendido?
R.–Me sorprendió la asonada de 1842. Parte del pueblo se sublevó como consecuencia del aumento de los impuestos al pan y el agua y ochenta personas fueron detenidas.
P.Tuvo la oportunidad de asistir al hallazgo del yacimiento del Cerro del Castillo, ¿cómo lo vivió?
R.–Con una gran emoción y expectación. En un principio, los arqueólogos, cuando estaban haciendo las catas, me preguntaron qué es lo que hubo allí, yo les comenté que un castillo medieval. Días después, pasé por la zona, me llamaron y me dijeron: “José Luis, esto es algo más importante que un castillo medieval. Aquí hay unas murallas que son de muchos siglos antes”.
Fue una gran sorpresa, que ha dado la vuelta a la historia de Chiclana. Se tenía conocimiento a través de libros antiguos de que, posiblemente, aquí habían habitado los fenicios, pero no había una constatación tan clara como esta.
P.–El año pasado obtuvo el I Premio Ateneo de Chiclana por su obra ‘Chiclana de la Frontera: desde los inicios de la guerra de la independencia hasta la ocupación francesa (1808-1810)’. ¿Por qué eligió ese periodo?
R.–Había escrito ya un libro sobre Chiclana durante la ocupación francesa en el doscientos aniversario de La Batalla de La Barrosa. De ese trabajo, tenía datos del periodo anterior. Durante dos años le fui dando forma de investigación monográfica, con el objeto de mostrar cómo era la Chiclana en ese momento: cómo era la villa, el comportamiento de la administración en las demandas los vecinos, sus inquietudes, la situación que atravesaban debido a la guerra, etcétera.
P.–Llegamos al presente, a la Chiclana de hoy, ¿cómo la ve y qué aspecto cree que son claves para su futuro?
R.–En una reciente conferencia organizada por el Ateneo, se habló de la importancia que, actualmente, tiene el turismo para Chiclana. Se va por buen camino, pero queda mucho por andar y ese mucho por andar tiene que ver con el concurso de todos.
R.Hay que cuidar el turismo, pero siempre buscando un plus más que nos haga mantenernos como uno de los principales destinos. Y aquí tiene un papel la cultura, para que Chiclana no sea una ciudad de playa, sino que también haya otras opciones. Si nos remontamos al siglo XIX, los extranjeros, los forasteros que se decía entonces, venían a los baños de Fuenteamarga, y en Chiclana había un teatro y un casino.
Cómo decía antes, los problemas que vayan surgiendo se han de solventar entre todos, entre todas las administraciones, porque estamos buscando el bien común. Y vuelvo a poner un ejemplo del pasado. Para hacer el primer camino de La Barrosa, se pusieron de acuerdo los grandes contribuyentes, bodegueros, cosecheros y el Ayuntamiento.
Por otro lado, aquí hay numerosas pequeñas y medianas empresas de gran importancia que están dando una muy buena imagen de ese emprendedor chiclanero que trabaja con fuerza e ilusión.
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