'Scorpions' brilla en la noche más oscura de Sancti Petri

Durante hora y media la banda alemana deslumbró con sus grandes éxitos en una de las citas más esperada del Concert Music Festival

Scorpions, este sábado en Concert Music Festival.
Scorpions, este sábado en Concert Music Festival. / Lourdes de Vicente
Mila Alarcón

13 de julio 2024 - 23:27

La fecha de nacimiento es sólo un número. La verdadera edad se lleva en el corazón. Y podríamos asegurar que Scorpions no llega a los 30. Ni siquiera a los 25. Los cinco miembros de la banda alemana lo dejaron ayer clarísimo durante su actuación en Concert Music Festival donde - a pesar de la edad de cada uno de ellos- el grupo jugó, se divirtió e incluso gamberreó. A estas alturas, y después de 59 años, ¿quién va a decirles nada?

Desde muy temprano las camisetas de color negro y el timbre brillante de la guitarra eléctrica inundaron Sancti Petri en una de las veladas más esperadas de este festival. Los encargados de abrir la tarde fueron la banda galesa Phil Campbell and the Bastard Sons quienes dejaron el público calentito a los alemanes. Sus acordes, que se mezclaba con la música irradiada desde los maleteros abiertos del aparcamiento, pusieron banda sonora a la procesión de seguidores que peregrinaba hasta el recinto por la larga carretera de Sancti Petri. La media de edad era muy variada. Principalmente un público ya adulto (que durante los años 60 gozó de lozana juventud para disfrutar del grupo), entre el que también se encontraban algunos menores de edad que ni siquiera estarían en la mente de sus progenitores (o de sus abuelos) cuando el grupo lanzó algunos de sus temas. Aun así, a pesar de todo, sus pequeñas gargantas salvaban abismos temporales entonando familiarmente los clásicos de la banda. Scorpions es ya inmortal. Y la siguiente generación de metaleros está garantizada. Finalmente, a las 22:48 horas las luces se apagaron. En el escenario unas tenues luces recibían a un Klaus Meine que se aventuraba con timidez. "Every morning when I wake up yawning/ I'm still far away/ Trucks still rolling through the early morning/ To the place we play..." Aparentemente, 76 años de fragilidad. Pero el espejimo duró poco. Tras la segunda estrofa, un cegador golpe de luz y de batería reveló al grupo completo: Rudolf Schenker (guitarra), Matthias Jabs (guitarra), Mikkey Dee (batería)y Paweł Maciwoda (bajo). Y la noche explosionó.

Nada ni nadie podían pararles. Salvajemente, como en su canción Bad boys running wild, todos sus integrantes excepto el batería (y por motivos lógicos), pasaron la mayor parte del tiempo en el proscenio, muy cerca del público, disfrutando y recreándose en sus ritmos y jugando entre ellos. "¡Hola España!", se atrevía Klaus Meine en un español chapurreado. Y aunque todo el concierto fue en inglés, el idioma no supuso ningún problema para conectar con el público. Tan sólo con levantar la mano cornuta (el famoso gesto heavy en el que se cierra el puño y se sube el índice y el meñique), fue más que suficiente para entenderse. Y si no, no hay nada que no pueda solucionar un karaoke improvisado, como las letras que se proyectaron durante Wind of Change. ¿Cómo se iba a quedar alguien sin cantar este himno? Otros temas, como I'm leaving you, nos hacían viajar en el tiempo. "¿Estáis preparados para volver a los 80?", preguntaban Meine. Cualquiera le dice que no.

A pesar de los años y del tiempo, Scorpions revalidaron sus títulos de Grandes de la Música demostrando que no han empeorado ni un ápice. Y aunque a su edad la voz de Klaus Meine sigue siendo inconfundible, tampoco se queda atrás el resto del grupo, con una calidad musical bárbara. Faltaba rapidez visual para seguir los dedos de Matthias Jabs sobre la guitarra quien deslumbró en Delicate Dance, Rudolf Schenker declaró que a sus 74 años sigue sin tener rival (al igual que el bajista Paweł Mąciwoda) y Mikkey Dee dejó claro que sigue siendo el rey de la percusión en un sólo de cinco minutos que dejó al público atónito.

Con Big City Nights -unas de las canciones más aclamadas por el público- Scorpions daba por finalizado el concierto (aparentemente); sin embargo, aún quedaban las dos joyas de la corona: Still loving You y Rock you like a hurricane. Y nadie estaba dispuesto a irse sin escucharlas. Poco a poco la banda fue abandonando el escenario, excepto Mikkey Dee. Como ese buen amigo que siempre anima a una penúltima copa cuando la fiesta ya ha acabado, el batería resistió en el escenario alentando al público a reclamar con fuerza lo prometido. Y parece que surtió efecto. Still loving You y Rock you like a hurricane terminó de poner al público en pie demostrando que pasen los años que pasen Scorpions siguen siendo los reyes.

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