“Cuando llegué veía un burro frente a mi casa y ahora pasa el tranvía”
Chiclana
La portavoz del Gobierno y secretaria general del PSOE ha anunciado que abandona la política municipal tras 24 años siendo concejala
Chiclana/Cándida Verdier (Cádiz, 1961) deja la política municipal. Así lo anunció la pasada semana, cuando compareció junto al alcalde, José María Román, para anunciar que no repetirá en las listas del PSOE tras 24 años como concejala del Ayuntamiento de Chiclana, que pierde a una de las veteranas. Secretaria general del partido durante los últimos seis años, ha vivido el crecimiento de una ciudad que ha duplicado la población durante sus años en el cargo.
Chiclanera de adopción y gaditana emigrante, montó su despacho de abogados en la ciudad donde ha vivido hasta hoy. Sus inicios en política fueron de la mano del Partido Andalucista del Progreso (PAP), llegando a liderar la formación en Chiclana y encabezando la lista en las elecciones municipales de 1995.
El PSOE, con Manuel Jiménez Barrios y José María Román a la cabeza, acabaron por convencerla para que se uniera a su proyecto, que ha defendido durante más de dos décadas, llegando a ser elegida por los afiliados como secretaria general del partido hasta en tres ocasiones. Desde 2019 compagina su labor como edil con el Senado, aunque aún no tiene claro si continuará en la próxima legislatura. En cualquier caso, asegura que no hay nada como la política local, donde ha visto “cómo un pueblo se convertía en ciudad”.
–¿Qué le llevó a tomar esta decisión?
–¿Ha sido meditada y reflexionada durante mucho tiempo. Ya la tenía en mente y algún día tenía que ser. Soy secretaria general de mi partido, que me necesita ahora para que José María Román siga siendo alcalde de Chiclana, y también seguiré siendo senadora al menos hasta diciembre. Así se podrán renovar las listas.
–¿En qué momento lo decidió?
–Fue un domingo en casa. Me daba mucha pena dejarlo tras tantos años porque me encanta la política municipal, más que la nacional, por su cercanía. De hecho todo el mundo pensaba que iba a repetir. Pero decidí que no podía esperar un mandato más, lo hablé con la familia y con José María -Román- y lo comunicamos para que no fuese una sorpresa cuando saliesen las listas.
–¿Con qué se queda de estos 24 años?
–Con el cariño de la gente y con la plusvalía que me llevo en mi agenda de conocimientos. No lo resuelves todo porque no tienes una varita mágica, pero la gente es agradecida y lo entiende.
–¿Cómo fueron sus inicios?
–Yo era consejera de Chiclana Natural como persona de reconocido prestigio al militar en el Partido Andaluz del Progreso (PAP), así que tenía contactos con el partido socialista. Me había presentado como cabeza de lista del PAP en las elecciones de 1995, pero no salí elegida. Poco a poco me fui vinculando al Gobierno municipal y me presenté a las listas del PSOE como independiente en 1999. Al final entré como concejala y me afilié en el 2000.
–Ha pasado por casi todas las delegaciones.
–Entré con Seguridad Ciudadana y Personal. También he estado en Vivienda, en Fomento, en Urbanismo… También en Obras o en Diseminado, cuando se creó la delegación municipal. Y en Presidencia y Cooperación Internacional como portavoz del Gobierno.
–¿Y cómo ha evolucionado el papel de la mujer en política local en ese tiempo?
–Por aquel entonces ya había mujeres, pero la incorporación de las listas paritarias, con el mismo número de mujeres que hombres, ha sido posterior. Ha habido un cambio, con José María Román sobre todo. La número dos era una mujer, pero los cargos de responsabilidad también están sin distinción de sexo: Urbanismo lo lleva una mujer, Fomento y Turismo lo lleva una mujer, en Obras, una delegación que solían llevar los hombres, yo fui una de las primeras mujeres…
–¿Y cómo ha cambiado la ciudad desde entonces?
–En 24 años hemos pasado de ser un pueblo de 40.000 habitantes a ser una ciudad de 89.000. Yo llegué desde Cádiz en 1989 y el cambio que ha experimentado Chiclana desde entonces y sobre todo en estos últimos años es muy importante. Esto no es el pueblo que conocí entonces, esto es una ciudad. El chiclanero siempre ha sido abierto, solidario y hospitalario, pero se nota ese salto y ese orgullo. Cuando llegué, frente a mi casa había un manchón…
–¿Un manchón?
–Sí, una parcela vacía con tierra. Allí venía un señor con sus burros para que comieran la hierba.
–Vaya cambio.
–Ahora tengo un centro comercial abierto, con McDonald y Burger King, gasolineras, Mercadona y pasa el tranvía. En el mismo manchón donde yo veía el burro.
–¿Y el PSOE, también ha cambiado?
–Entonces era un partido cerrado para hombres, todos los cargos públicos eran masculinos salvo Lola Virués, la única que destacaba un poco. Ahora es un partido abierto y plural y que admite la diversidad, con participación de las mujeres.
–¿Cuál ha sido su mejor y su peor momento?
–Me llenó de satisfacción conseguir que las mujeres de limpieza de los colegios y edificios públicos y las mujeres de ayuda a domicilio pasasen de la empresa privada a la pública, a Emsisa. Eso fue un momento del que me enorgullezco. Para mí fue importante como mujer, por ayudar a otras mujeres, y como política.
–¿Y el peor?
–El más duro ha sido la pandemia. Nadie lo esperaba. Había un grupo de mujeres que confeccionaba mascarillas con tela, me las entregaban y las llevábamos para que las repartieran. Era una situación rara, parecía una guerra con las calles vacías. Fue muy duro y creo que marcó un antes y un después en nuestras vidas y en la política.
–¿Se queda con alguna espinita clavada?
–Me hubiera gustado dar más respuesta a la demanda de vivienda en Chiclana. Ha habido un parón porque desde hace más de diez años no se ponía una primera piedra y ha habido una carencia. Ahora estamos apostando muy fuerte por la vivienda, pero quizás durante unos años no he estado a la altura de lo que pedían los ciudadanos.
–¿Cómo valora su experiencia en el Senado durante esta legislatura?
–Me ha impresionado. En realidad no soy consciente de lo que tengo: soy una persona sencilla, en el sentido de que no hago ostentación de lo que tengo y estoy al servicio de los demás. Estar allí y pensar que sólo hay 265 senadores y senadoras entre todos los españoles me llena de orgullo y satisfacción. Pero a la vez veo una política un poco alejada de la ciudadanía. Es la Cámara territorial, pero todos los senadores, al igual que todos los diputados, deberían pasar por la política municipal antes que por la nacional. Así vivirían más cerca los problemas de los ciudadanos.
–¿Se nota el que ha sido concejal y el que no?
–Mucho. Por la fuerza con que defiendes las cosas. Al final la visión es más lejana al ciudadana. En la Cámara Alta se legisla para todos los españoles y cuando analizas un tema, si has pasado por la política municipal, piensas en la gente de tu ciudad. Si no, lo ves algo como lejano.
–Hay quien plantea que el Senado es una institución inútil. ¿Qué le diría?
–Cuando no conoces el trabajo que se hace puedes pensar que con el Congreso es suficiente. Pero es una Cámara que revisa y da una segunda vuelta a los temas y es más de batalla. Es importante porque además es la Cámara territorial por excelencia. También se dice con las diputaciones y la realidad es que hay pueblos pequeños que sin ellas no podrían vivir.
–¿Y al que piensa que la política no sirve para nada?
–Hay políticos que han hecho un mal uso de la política, igual que hay fontaneros o funcionarios que han hecho un mal uso de su trabajo. Somos personas y trabajadores, como los demás. El desprestigio del político es un problema nuestro. Creo que en ocasiones no hemos sabido valorar lo que teníamos: el hacer felices a los demás. Al final es eso: una profesión que te permite hacer felices a los demás.
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