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“¡Viva Chiclana y viva México, cabrones!”

Confesiones y brindis marcaron una noche donde 'Maná', especialmente el batería Alejandro González, dejó claro que siguen siendo los reyes

José María Román y Juanma Moreno, 'cómplices' de Maná en Concert Music Festival de Chiclana

Maná, durante su actuación en Concert Music Festival, en Chiclana / JESÚS MARÍN
Mila Alarcón

12 de julio 2024 - 07:00

Si busca la palabra Maná en el diccionario se encuentran dos acepciones: la primera, se refiere a un “manjar milagroso que según la Sagrada Escritura fue enviado por Dios a modo de escarcha para alimentar al pueblo de Israel en el desierto”; la segunda a la energía positiva, hacia el “bien o don que se recibe gratuitamente, de modo inesperado”. Esta versión fue la que más le gustó a Fher Olvera (vocalista), Alejandro González (batería), Sergio Vallín (guitarra) y Juan Calleros (bajo), para rebautizar a su grupo. De eso hace ya más de 30 años, pero Maná demostró en Concert Music Festival que ese apelativo le sigue viniendo como anillo al dedo. 

Las buenas vibras fueron las notas predominantes en un concierto que se esperaba como uno de los más esperados donde los mejicanos ponían fin a su gira México Lindo y querido Tour 2024 con la que llevaban un mes por España. Hacia seis años que el grupo no pisaba suelo español (tiempo que se vieron dilatado por la pandemia del Covid-19); sin embargo, la realidad superó las expectativas, convirtiendose este evento multitudinario en una velada más propia de un encuentro entre amigos: bebida, alegría, una guitarra, buena música, alguna que otra confesión y muchas ganas de disfrutar. 

La noche tardó en arrancar, concretamente una media hora (el inicio estaba previsto para las 22:30 horas). Tal y como explicaron posteriormente , previo a la actuación, el grupo tuvo visita de las autoridades (con foto incluída). Concretamente el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, acompañado con su mujer, Manuela Villena, y el alcalde de Chiclana, José María Román, se acercaron hasta el backstage para para saludar al grupo. Finalmente, poco antes de las 23:00 horas, cuando las quejas eran ya comentarios recurrentes entre el público, comenzaron a sonar los primeros acordes. Sin luz y aguzando el oído, rápidamente se reconocieron las notas y la voz de Fher en Manda una señal y De pies a cabeza. Nada mal para romper el hielo. La noche arrancó imparabale. Y ellos sonaban bien. Muy pero que muy bien. 

En toda buena reunión que se precie siempre hay tiempo para cantar algunos clásicos (Sigo siendo el Rey ,Te Solté la Rienda), para charlar o para recordar viejas historias de amor. “Yo tuve una primera novia”, contaba el cantante. “Ella se fue y me dejó por el más lindo de la clase. Luego él la botó y ella me volvió a llamar. Yo le dije que ya ni modo. Años después me la encontré en un concierto y desde el escenario la miré y le dije yo Te lloré un río”, y tras esta confesión el reciento de CMF se vino abajo. También hubo tiempo para cantar sus clásicos (Clavado en un bar, En el muelle de San Blas, Rayando el Sol), para recordar a los que ya no están (Fher dedicó El Reloj Cucú a todos los padres “que están en las estrellas”) e incluso para brindar con el público. “¡Viva España!¡ Viva Andalucía!¡Viva Chiclana!¡Y viva México cabrones!”, gritaba el vocalista mientras apuraba su vaso. La noche era perfecta. Ellos estaban a gusto, se notaba. Y el público también. Incluso el grupo invitó al escenario a Manuela, una seguidora “mitad chiclanera y mitad cañaílla” que se encontraba en primera fila. “¿A quién quieres tu más? Para dedicarle esta canción”, preguntó el mejicano. “A mi hijo”, contestó ella. Para él y para Dalí, el hijo de Fher que ha acompañado a su padre en esta gira, fue directo Eres mi religión.

A mitad de la noche, tocó tomarse un respiro, pero no para el público ni para Alejandro González, el batería. Solo en el escenario, armado con sus baquetas, el músico permaneció más de cinco minutos en un solo donde hizo una demostración perfecta de ritmo y coordinación. No es nada fácil llenar un escenario, pero con él rebosó por completo. 

A esas alturas el concierto se había convertido en un mano a mano donde el público fue partícipe la mayor parte del tiempo . Todos estaban pasándola bien, todos estaban de lujo, especialmente Fher a quien en alguna ocasión hubo que echarle una mano con las letras de Corazón Espinado y Labios Compartidos. Dicen que un artista vale lo mismo que vale su público. Y ayer quedó claro que el de Maná en Chiclana vale millones. 

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