Pedro Guerra, la intima voz de lo cotidiano

ROYAL HIDEAWAY SESSIONS

El auditorio del Hotel Royal Hideaway, se lleno de gente y de sonidos del alma. Pedro Guerra nos trajo su voz y su guitarra en su concierto: Esencial Parceiros

Royal Hideaway Sessions en Chiclana: Un bastión de cercanía, calidad y coherencia

Una imagen del cantautor canario, durante el concierto
Una imagen del cantautor canario, durante el concierto / Gonzalo Höhr
Enrique Bartolomé

11 de agosto 2024 - 20:05

La otra noche en Sancti Petri, la indiferencia se marcho de paseo. Y no era para menos. La quietud, el sosiego y “el alma, el corazón y la vida” salieron de esa voz intima de Pedro Guerra y se pasearon hasta la orilla de la playa, llevando tras de si una estela de cordura en este mundo de locos.

Se instaló encima del puente, de su eterno puente, y observó lo que acontecía. Como hizo siempre. Se desnudó, dio, en la tecla. Como siempre. Y a nadie dejó indiferente.

El de Chiclana fue un concierto, en formato acústico (voz y guitarra), enmarcado en el ciclo que este año, la organización del Festival Internacional Jazz Vejer y Barceló Hotels & Resorts, bajo la batuta de Nacho de Corral y Paco Muñoz, nos acercó este verano a Chiclana.

Desde luego, los que nos dimos cita pudimos comprobar de primera mano que público y artista mimetizan su manera de entender la música, de participar activamente y de saborear con los cinco sentidos, esta versión de encuentro musical tan auténtica, tan cercana.

El auditorio del Hotel Royal Hideaway, se lleno de gente y de sonidos del alma. Pedro Guerra nos trajo su voz y la guitarra en su concierto: “Esencial Parceiros”, lleno de recuerdos y de matices musicales para recordar en el tiempo.

Otro momento del concierto.
Otro momento del concierto. / Gonzalo Höhr

El cantautor canario nos fue contando de manera apasionada y fresca los pormenores de su nuevo proyecto “Parceiros”. Que definió como compendio de composiciones a dúo, editadas en tres discos. Las 36 piezas, que han ido apareciendo poco a poco en plataformas digitales, verán la luz de manera definitiva a finales de este 2024.

Desde su primer disco Golosinas, grabado en directo en 1995, le fueron llegando reconocimientos a su carrera musical. Por su disco Mararía (1998), fue nominado por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España y premio a la Mejor banda sonora de Obra Cinematográfica de los Premios de la Música que anualmente otorgan la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) y la Sociedad de Artistas,

Intérpretes o Ejecutantes (AIE). Y así sucesivamente. Aunque para Pedro, es más importante el reconocimiento del publico. De su público. Ese que, pertrechado en modo coro, tararea sus estribillos, allá donde va. Esa es también su esencia. La que prevalece.

A Pedro Guerra le gusta Cádiz. Dice que le recuerda a las islas Canarias. Sin duda el Atlántico, por su apertura; la sal y la brisa marina, por su espesura, colaboraron, desde su inicio, a configurar los matices de este cantautor y su manera de entender la vida.

De su paso por Chiclana, quedan en el aire tantas reflexiones, tanto sentido común, tanta pasión, que cualquier párrafo que me invente dejaría hueco todo lo que vivimos aquella noche. Me quedo con esa frase certera de Silvio Rodríguez, cuando tarareaba: ¿A dónde va lo común, lo de todos los días, el descalzarse en la puerta, la mano amiga?

Quien eche una vista atrás se dará cuenta que desde ese 'Verano Azul' de tantas evocaciones -a las que Pedro Guerra aludió con esa sonrisa de niño que aún atesora-, su manera de entender la música ha cambiado bien poco. Trovador empedernido; poeta del día a día; notario de lo que ve, lo que oye y lo que palpa. Es todo su equipaje. Una guitarra y su voz intima. O su intima voz. Su esencia sigue siendo la misma. La que nos atrapó cuando le escuchamos hace unos años y la que perdura en el tiempo y en el espacio. Como si el tiempo no fuera medible ni el espacio abarcable. Intimo, Pedro Guerra. Casi nada.

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