Premio Gargallo
Lenguaje de género. Por Fernando Santiago
LENGUAJE DE GÉNERO
El Roto ponía el otro día el lápiz en la llaga: decir niñes y elles es violencia de género. Como es bien sabido, en español las palabras tienen género y número mientras que en inglés no tienen género, motivo por el cual se importó el anglicismo “gender” equivalente a feminismo, según parece. De ahí vienen políticas de género, violencia de género y todo tipo de expresiones que si bien pueden reflejar un aspecto de la realidad se han expresado mal en nuestra lengua. Podían decir violencia machista o política feminista, no hacía falta importar palabras inglesas . Yo, sin ir más lejos, cada vez que oigo lo de “todos y todas”, “vecinos y vecinas”, “compañeros y compañeras” dejo de leer o cambio de emisora. El desdoblamiento va en contra de un principio natural en todos los idiomas se hablen donde se hablen: la economía del lenguaje. Ninguna persona utiliza tres palabras cuando puede usar una sola, salvo que se dedique a la política o imite a los políticos. Me parece una moda que no podrá perdurar porque ni quienes la siguen hablan así en su casa, con sus amigos o con su familia. No contentos con este absurdo, ahora llega una vuelta de tuerca: usar el femenino plural para referirse, supongo, al conjunto de la sociedad. Se lo leí a Yolanda Díaz el día que daba a conocer su plataforma Sumar, hablaba todo el rato con el “nosotras”. Allá ella si solo se quiere dirigir a la mitad de la población, sumará menos . El paroxismo llegó cuando dijo “tantas y tontos” al estilo de Carmen Romero con el “jóvenes y jóvenas” y de Bibiana Aído con “miembros y miembras”, majaderías sin fin . Así que allá la vicepresidenta del Gobierno , ella sabrá, siempre he pensado que el que no sabe hablar es porque no sabe pensar. Nos ilustraba el otro día Álex Grijelmo de los 7.100 idiomas que hay en el mundo solo tres minoritarios usan el femenino como el género no marcado, el que representa al conjunto . El resto o no tienen género o es el masculino el género no marcado,así es nuestra lengua. Por supuesto los idiomas evolucionan, y quienes los hacen cambiar son los hablantes, ni los políticos ni los lingüistas marcan su uso. Ya he leído a varones dirigentes de Unidas Podemos hablar de “nosotras” con lo que se produce un absurdo de carácter boreal. Ninguno de los que hablan así lo hacen en la intimidad, es una pose para quedar como gente moderna, inclusiva y abierta, frente a los que hablamos y escribimos en público igual que en privado, que debemos ser unos retrógrados y contrarios a LGTBIzzzzz. Primero se pervierte el idioma y después se pasa a la mentira, como la pancarta de la Diputación de Cádiz donde dice que hay más muertos por violencia machista que por accidentes de tráfico o suicidios.
Fernando Santiago
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