Museo del Mar
Hace 25 años todos éramos ingenuos y felices. El dinero parecía que no se iba a acabar nunca, en España iba a haber unas Olimpiadas en Barcelona y una Expo en Sevilla y el presidente de la Junta de Andalucía, Rodríguez de la Borbolla, se paseaba por Andalucía repartiendo millones para lo que el personal gustase hacer. Se habló incluso, no es cachondeo, de poner una especie de arcos o puertas simbólicas en las principales entradas de las capitales andaluzas. Borbolla llegó a Cádiz con 6 mil millones y Carlos Díaz decidió usarlos en una piscina, un acuario y un museo. La piscina está en uso, menos mal. El acuario es lo que se denominó Ciudad del Mar, copia de un centro que había visto Carlos Díaz en Brest llamado Acuópolis. Se hizo un edificio diáfano porque no estaba claro del todo a qué se iba a dedicar. Se usó para la Gran Regata Colón 92 y allí quedó, pasto del olvido, las meadas y los graffittis. De esa tacada llegó el Museo del Mar. Había en Cádiz por entonces incluso una Asociación de Amigos de los Museos de Marina. Carlos Díaz consiguió la cesión-compra a Defensa del Baluarte de Candelaria, abandonado entonces, y se procedió a su rehabilitación. Se hizo una inauguración por todo lo alto con la plana mayor del socialismo gaditano de la época, algunos futuros concejales repartiendo atún encebollao y una exposición sobre las almadrabas. Desde entonces ha ido cayendo en el olvido de manera paulatina . Ha servido de almacén o de lugar para fiestas , pero 20 años después de terminado no tiene un uso claro. En otros países cuando se va a hacer un museo es porque hay objetos que exponer, un proyecto museístico y luego una instalación adecuada en la que se hacen las obras necesarias. En la España de atar los perros con longaniza primero se arregla la instalación y luego ya veremos.
Ahora , en cambio, la historia se ha cruzado en nuestro camino. Gracias a una empresa de desaprensivos cazatesoros (Odyssey) , a la independencia de la justicia de los EEUU y a la tenacidad de las autoridades españolas, el tesoro del Nuestra Señora de las Mercedes está a punto de llegar a España. Aunque sea repetitivo: La Mercedes venía para Cádiz , como la mayoría de los galeones que traían los caudales de las Indias. Es un magnífico momento para disponer de un museo marítimo que recuerde el papel de España en la historia de la navegación y la centralidad que tuvo Cádiz en la epopeya americana a los largo de 250 años. Por si fuera poco, tenemos el Bicentenario ante nosotros que es , no ya una excusa, sino un argumento de primer orden. Nadie le ha quitado a Sevilla, Zaragoza o Barcelona las inversiones que hizo el Estado en sus ciudades cuando llegó su momento. Esta es una ocasión maravillosa para mostrar el tesoro y restituir la deuda que tiene el Estado con Cádiz. Tendríamos un equipamiento del nivel del museo del Vassa, del Mary Rose, del Nuestra Señora de Atocha y tantos otros que hay por el mundo. Sería un acicate para el turismo y un nuevo atractivo para nuestros visitantes , a la vez que serviría para conmemorar 200 años de mar y libertad.
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