Año tras año aumenta el dinero que el Ayuntamiento dedica a la Junta de Cofradías, sin concurrencia competitiva, por la misma cara. Y cada año nos pegan la turra de que las cofradías dedican no sé cuánto a obras de caridad. En primer lugar: odio la caridad. Lo que hace falta es menos caridad y más justicia social. Si alguna persona tiene problemas, el Estado tiene que ayudarle. Eso de las damas postulantes esposas de los patronos, que cantaba Patxi Andión es del siglo XIX. Al final el Ayuntamiento subvenciona las creencias de algunos. Tampoco es verdad que haya 30 mil gaditanos en las cofradías, sería uno de cada cuatro gaditanos, si quitamos viejos y niños sería la mitad de la población. Mentira. Habrá gaditanos que estén en tres o cuatro, la mayoría porque su padre los apuntó de chicos y les da pena borrarse. Llega un cabildo de elecciones a un cofradía y votan 200 personas. Así que menos lobos.
Vale que Kichi, para quitarse la imagen de radical, aumentase la subvención. Al final no era tan radical, era un folklórico que visitaba todas las cofradías, que hacía el paripé de que salía con su madre en la penitencia del Nazareno, que se pone en la calle de La Palma a ver la salida de la cofradía. Folklorismo pemaniano, por mucho que presuma de trotskista.
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