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La patata de Sanlúcar sobrevive a la competencia desleal y a la apropiación de la marca

Agricultura

La subida exponencial de la importación de una patata de Egipto, que sale al mercado por debajo de los precios de producción, pone en jaque a un producto autóctono que se diferencia mundialmente por su uniformidad y el sabor de las arenas de Sanlúcar

Una empresa de León vuelve a intentar, tras hacerlo sin éxito en 2021, apropiarse del sello 'La Papa de Sanlúcar', con la oposición del Ayuntamiento y por el que las cooperativas tratan de cerrar filas

Un agricultor transporta una caja de patatas de Sanlúcar que acaba de seleccionar directamente del cultivo. / Lourdes De Vicente
Manuel Reina

19 de mayo 2024 - 06:00

Costa Noroeste/La Costa Noroeste de Cádiz es uno de los mayores atractivos de la provincia por innumerables razones. Uno de ellos, sin duda, es el de la gastronomía y el cultivo. Tanto es así que hace tan sólo dos años, en 2022, Sanlúcar de Barrameda, localidad referencia de la comarca gaditana, fue nombrada Capital Gastronómica a nivel nacional. Pero su interés no se refleja únicamente en este turismo gastronómico que lleva a ciudadanos de todo el mundo a visitar la ciudad, también en que muchos alimentos, consumidos diariamente, vienen labrados con materia prima de la tierra sanluqueña.

Uno de esos productos inconfundibles y nacionalmente conocido es la patata de Sanlúcar. Un alimento preciado e indispensable en las mesas de todo el mundo y que, posiblemente, las mejores remesas broten de las arenas de esta localidad gaditana. "La mejor del mundo", declaró la alcaldesa, Carmen Álvarez, en una reciente visita que ha puesto en el punto de mira este preciado producto que de Despeñaperros pa' arriba continúan intentando apropiarse.

La patata de Sanlúcar es un cultivo criado en arena, concretamente en Las Arenas Finas, como se denomina la marca que aglomera a las asociaciones que producen este género en la Colonia Monte Algaida. Una patata uniforme, con un sabor potente provocado por la salinidad de una arena que aporta la marisma. La uniformidad, por su parte, se consigue al seleccionarse de manera individual y no con cosechadora. "Esta patata es seleccionada una a una, manualmente en el campo, con la patata recién recolectada y cultivada en el entorno, con la arena, el sabor, el agua, el tipo de suelo; es un conjunto de cosas que diferencia a la patata de Sanlúcar", explica David Arias, gerente de la Cooperativa Virgen del Rocío.

Agricultores recogen y colocan las patatas cultivadas en las arenas de Sanlúcar. / Lourdes de Vicente

1.200 son las hectáreas en las que se concentra toda la patata de Sanlúcar. Es el terreno que hay entre la Colonia Monte Algaida y Los Llanos donde conviven dos cooperativas -Virgen del Rocío y Frusana- y dos empresas privadas -Mercados Montilla y Hortalizas El Maquina-. En este espacio los agricultores, algunos socios de las cooperativas, suministran la patata, además de otras muchas hortalizas, a estas marcas que la llevan al mercado. La fuerza en el campo la tienen, en este caso, las dos cooperativas, que aglutinan más de un 80% de todo el terreno.

Una característica de la patata de Sanlúcar es que apenas sale a exportación, o al menos desde las cooperativas no se vende fuera de España tal y como se distribuye por el territorio nacional, ya que no se admiten patatas con arena y esos procesos de calibración y lavado dañan el producto. El grueso del volumen de ventas es a fruterías de toda España, especialmente en Andalucía, que concentra más de la mitad, aunque tiene mucho público en zonas de Valladolid, Segovia, Barcelona y el norte de España. Es en el mercado, al igual que le ocurre cada navidad al preciado langostino de Sanlúcar, donde la patata sanluqueña se encuentra con los tiburones. Primero por los irrisorios precios de la patata importada desde más allá de Europa, como ocurre actualmente con la de Egipto, y también por la deslealtad y la falsa bandera de algunas empresas nacionales.

Agricultores trabajando en el cultivo de patatas. / Lourdes de Vicente

Desde dentro del sector, el propio David Arias vive el día de la marmota ante estos dos condicionantes. Por partes, comenta la peculiaridad que tiene este producto, uno de los más consumidos a nivel mundial. "Nosotros producimos 30 millones de kilos, que es una cifra insignificante para el consumo nacional y mundial", explica. El problema es que la importación minusvalora el producto, pues es común que exporten las sobras mandadas directamente de las cámaras frigoríficas, como hace Francia -principal productor de patata de Europa- en temporada alta. "No puedes competir contra esos precios, puedes diferenciarte un poco con la calidad pero sólo puedes subir unos céntimos. Si el mercado está lleno de patatas y los precios por los suelos, la patata de Sanlúcar también lo está", explica el gerente.

"Lo que más preocupa es el engaño que se puede producir al venderte patata de Egipto, que también se cultiva en arena, como de Sanlúcar"

Sin embargo, la mayor problemática reside cuando entra producto de países no europeos, que suele darse cuando hay escasez de patata -los meses fuertes son abril, mayo, junio, julio y agosto-. Hay cierta confusión, o interés en que la haya, porque la patata de Egipto, cuya importación se ha multiplicado por seis, también está cultivada en arena. Los productores sanluqueños ya han informado de casos en los que "te venden patata de Egipto como patata de aquí". Además, las condiciones de producción en estos países nada tiene que ver con Europa: "No tenemos, ni mucho menos queremos, las condiciones laborales de países como Egipto", por lo que el precio de mercado vuelve a bajar, dañando mucho la diferenciación de calidad que marca la patata de Sanlúcar. "Las hortalizas llevan con los mismos precios desde hace 30 años, lo que pasa que el consumidor está acostumbrado a esto. Sin embargo, se compra unos pantalones por 100 euros y luego le parece caro gastarse 1 o 2 euros por un kilo de patatas", denuncia el gerente de Virgen del Rocío, que también reclama que, con las condiciones fiscales y medioambientales que se han impuesto en el campo, el agricultor ha perdido dinero con la patata: "luego las fruterías le ganan un mínimo de 30% al producto".

Cajas de Patata de Sanlúcar apiladas para comenzar a distribuirse. / Lourdes de Vicente

El campo sigue reclamando lo que es suyo, luchando por su trabajo y su tierra. De ahí, a las mesas de todos los andaluces y españoles, con la calidad y la diferenciación de un producto que está por encima de cualquier otro competidor. "Nuestros productos siempre van a ser de Sanlúcar, manteniendo la calidad y con los precios que nos fije el mercado...".

Los intentos de apropiación de la marca 'La Papa de Sanlúcar'

En el año 2011, Virgen del Rocío, Frusana y Montilla se unieron para crear una marca de especialización denominada Las Arenas finas, con el que las cooperativas iban a sellar sus productos para garantizar el origen del cultivo en las arenas de Sanlúcar de Barrameda. Con ello, protegieron su materia prima frente a algunas prácticas moralmente deplorables de otras empresas. Sin embargo, diez años después de la creación de este sello, una empresa de León quiso registrar la marca 'La Papa de Sanlúcar'. Las cooperativas de la zona no dieron crédito a que, si ninguna había tenido la decencia de crear tal marca, una empresa de fuera pudiera aprovecharse de este distintivo. “No es lógico que Virgen del Rocío registré esa marca porque no somos los únicos”, afirma la cooperativa.

El único que podía presentar oposición es el Ayuntamiento por utilizar el nombre de la ciudad para beneficiarse. Así lo hizo y la justicia le dio la razón. Sin embargo, este 2024 vuelven a intentar apropiarse de la marca, y el Consistorio avisa de que volverá a reclamar. “Vamos a poner el gabinete jurídico en marcha porque no vamos a permitirlo”, informa Carmen Álvarez a este medio tras conocer esta nueva tentativa. Las cooperativas, por su parte, tratan de avanzar en registrar esta marca junto al Ayuntamiento, que es el único ente que puede prestar el nombre. Hace unos años se creó un protocolo del registro de marca, pero los cambios políticos y las dudas legales paralizaron el proceso.

Ahora, con un nuevo intento de apropiación, puede ser la oportunidad de retomarlo. “Se está trabajando para protegerla, para ponerle un sello”, comentan las cooperativas. “Debe de ser la entidad pública quien englobe la denominación de origen y, una vez que la registremos, que nuestras cooperativas lo utilicen”, aclaran desde el Ayuntamiento.

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