Tribuna Económica
José Ignacio Castillo Manzano
La financiación autonómica, ¿Guadiana o Rubicón?
Jorge David Rodríguez | Alcalde de Trebujena
Trebujena/–¿Ha perdido la cuenta de las mayorías absolutas que lleva IU en Trebujena? ¿Cuál es el secreto del éxito electoral de su formación política durante casi tres décadas incluso en contextos desfavorables para la coalición en los demás ámbitos?
–IU ha conseguido mayorías absolutas en todas las elecciones de la democracia menos en las de 1987, cuando el PSOE nos ganó por un concejal de diferencia y gobernó también con mayoría absoluta. Pero es verdad que, tal y como está la situación política y social, las mayorías absolutas están más cotizadas que nunca. Sobre todo, es muy difícil revalidarla cuando se está gobernando. Los resultados electorales así lo reflejan: cada vez hay un mayor acercamiento entre los partidos, y, en general, se está disgregando mucho el voto entre las diferentes opciones políticas.
También es cierto que, aunque a nivel estatal la política afecta a las elecciones municipales, hay una diferencia importante con respecto a las generales, que son las caras, las personas que vamos en las listas, que, lógicamente, influyen mucho en los pueblos.
Yo creo que el secreto de IU en Trebujena es que se trata de una organización política que desde la dictadura hasta ahora siempre ha estado en los movimientos sociales y sindicales, en todas las luchas sociales que ha habido a lo largo de la Historia. Todavía la gente tiene la conciencia política de que nadie nos ha regalado nada, de que todo ha costado muchísimo trabajo, y los cargos públicos de IU siempre han estado en la primera línea de batalla, no ya codo con codo, sino liderando, a diferencia de otras formaciones políticas, que, cuando llegan al gobierno de un ayuntamiento, se ponen de perfil. Eso el pueblo de Trebujena lo ha entendido siempre y forma parte de nuestro ADN. IU no hace un trabajo sólo de gestión, sino también de movilización y de lucha.
–Los problemas económicos no son ajenos a las cuentas del Ayuntamiento de Trebujena. ¿En qué situación se encuentran las arcas municipales?
–Yo entré de alcalde en 2012, que, junto a 2013, fueron los años más crudos de la crisis con diferencia, como reflejaban los datos de desempleo. Lógicamente, eso trajo consecuencias para el Ayuntamiento. Somos las administraciones que menos ingresos recibimos y, sin embargo, las más cercanas y con más competencias. Los ayuntamientos son el eslabón más débil desde el punto de vista económico. Hay que tener en cuenta esa circunstancia.
Con unos niveles de paro del 40 o el 42% que llegó a tener entonces la provincia, la crisis no afectó de la misma forma a todos los municipios. Trebujena suele estar en torno a 8 ó 10 puntos por debajo de la media de la provincia, también durante la crisis. Ahora que la media provincial de desempleo es de un 29 ó 30%, Trebujena está entre un 18 y un 23%, dependiendo de la época del año.
Por otra parte, el Consistorio, que en 2012 tenía una deuda bastante importante, de entre 10 y 11 millones de euros, ha conseguido desde entonces reducirla al 40% con mucho esfuerzo y con un objetivo claro: sin privatizar, sin vender ningún servicio público y gestionando de forma eficiente.
–Ha hablado del paro en Trebujena, que sigue teniendo una cifra considerable de desempleados (611 en septiembre). ¿Qué hace el Ayuntamiento para, al menos, paliar este problema en el municipio?
–Uno de los pilares fundamentales de Trebujena desde hace muchísimos años a la hora de combatir el desempleo es la formación. Tenemos claro que el paro no se combate haciendo programas de fomento de empleo con contratos de uno o dos meses, sino que el empleo se empieza a crear desde la formación. Así, en 2011, cuando la Mancomunidad de Municipios del Bajo Guadalquivir suspendió pagos, presentó liquidación y empezó su disolución, el Ayuntamiento tomó una decisión muy inteligente: se hizo cargo del centro José Cabrera, que dependía de la entidad, y creó una fundación –del mismo nombre- a través de la cual estamos formando a jóvenes y no tan jóvenes de toda la comarca en formación profesional muy dirigida al sector de la hostelería, del turismo y de las nuevas tecnologías. La política de empleo más importante del Ayuntamiento ha sido ponerse al frente del centro José Cabrera, donde el 80% de los más de 200 alumnos que salen titulados consiguen un empleo en menos de un año.
De forma paralela, tenemos un programa municipal de asesoramiento para encontrar empleo, que es el servicio de orientación. Va a sonar a chiste, pero es una realidad: en este servicio hay personas a las cuatro de la madrugada esperando cola para ser atendidas en las bolsas de trabajo de toda España. El trebujenero es un currante de nacimiento y va a trabajar donde haga falta. Hay cientos de trebujeneros que se desplazaron en su día a Mallorca y ahora a Zaragoza, Huesca, Teruel, Santander o Madrid, por todos los rincones del país, y vuelven cuando consiguen cierta estabilidad.
Un dato muy importante: en los meses de verano de 2012 Trebujena llegó a tener hasta 1.300 parados y ahora está por debajo de los 600. Este dato es bastante esperanzador. Además, cuando sube el desempleo a partir de octubre –tras los contratos sanitarios del verano-, ya no aumenta un 30%, sino entre un 5 y un 7%, lo que significa que cada vez hay más gente trabajando de forma estable. Y otro dato muy importante es el número de afiliados a la Seguridad Social, que en los últimos ocho años ha aumentado un 30%.
–En el pasado mandato, Trebujena dio los primeros pasos de la Doñana Gaditana. ¿Qué supone esta iniciativa para el futuro turístico de Trebujena?
–Creo que es un pilar fundamental para la diversificación de la economía de Trebujena, porque, aunque el sector sanitario y la formación están funcionando muy bien, permitiendo que en el municipio haya una cierta estabilidad económica y laboral y unos niveles de desempleo por debajo de la media de la zona, el sector turístico del Guadalquivir y el entorno de Doñana debió haberse impulsado antes para poner en valor la marisma desde el punto de vista medioambiental, turístico y gastronómico. También desde el punto de vista acuícola, que es una actividad muy poco conocida en el resto de la provincia, pero que se inició hace más de 20 años con un proyecto del propio Ayuntamiento y ahora hay una importante empresa, que es Pistresa, y Angulas del Guadalquivir, que tienen más de 30 trabajadores y han generado una mejora del medio.
El Consistorio tiene un objetivo claro: poner en valor las centenares de hectáreas de marisma de Trebujena que fueron desecadas y actualmente no tienen ningún valor medioambiental ni agrícola.
–Precisamente, de las marismas seguiremos hablando, dada la polémica en la que está envuelta la localidad en los últimos tiempos. A finales del mandato pasado, el Ayuntamiento decidió dar un nuevo impulso al macroproyecto turístico con hoteles, 300 viviendas y un campo de golf en las marismas que comenzó a tramitarse hace ya más de 15 años. Ha llovido desde entonces, crisis incluida. ¿Qué expectativas hay que de que acabe ejecutándose?
–Efectivamente, este proyecto empezó a tramitarse en 2004. En todo este tiempo ha habido varios hitos en la tramitación urbanística. En 2007, se consolidó el proyecto en el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) de Trebujena con todos los informes que son preceptivos, incluidos los ambientales. En noviembre de 2006 lo aprobó la Junta de Andalucía, que es la administración competente, y dos o tres meses después entró en vigor. Desde entonces ese suelo estaba recalificado como urbanizable con uso hotelero y turístico con campo de golf, sin viviendas.
En 2011, la Junta redactó el Plan de Ordenación del Territorio (POT) de la Costa Noroeste, que recoge en Trebujena una zona declarada como área de oportunidad turística, catalogando el proyecto como positivo para la zona del Bajo Guadalquivir, no sólo para Trebujena, y ahí incluye la posibilidad de construir 300 viviendas con la justificación de dar viabilidad económica al proyecto. La obligación del Ayuntamiento es modificar el PGOU para adaptarlo al POT, una tramitación que empezó en 2012. En eso estamos desde entonces. Lo que ha ocurrido en los últimos meses no es que se le haya dado ningún impulso al proyecto, sino que los trámites administrativos, la burocracia pura y dura, tarda 5 ó 6 años, ya que se tienen que pronunciar todas las administraciones.
Actualmente lo que está a debate público es el documento estratégico ambiental, que define el impacto ambiental que puede tener la inclusión de 300 viviendas en el proyecto. Exclusivamente eso. Y quiero subrayarlo: sólo la construcción de viviendas, porque desde 2007 está aprobado el suelo hotelero y turístico con campo de golf. El resultado puede ser sí o no y no compete al Ayuntamiento, sino a la Junta, en concreto a la Comisión Provincial de Urbanismo, en la que el Consistorio no tiene representación ni voto.
Yo entiendo que esto genere polémica, porque es normal después de tantos años de tramitación. En estas circunstancias no hay ningún problema en que se vuelva a abrir este debate, que se hable de la idoneidad y de qué tipo de proyecto sería interesante para el entorno. Por cierto, el Ayuntamiento ha llegado a un acuerdo con la Junta y la promotora -la empresa de capital belga Costa Guadalquivir-, que es propietaria de más de 300 hectáreas de marisma, por el que se compromete a ceder 130 hectáreas para regenerarlas a través de los fondos ITI con un proyecto ornitológico, de avistamiento de aves, y un carril bici. Es una iniciativa bastante innovadora, al margen del proyecto planteado.
–En el pueblo hay voces críticas contra esta macrourbanización. De hecho, se ha constituido una plataforma ciudadana con el apoyo de Ecologistas en Acción, WWF, SEO Birdlife y Salarte. Han presentado 800 alegaciones contra el proyecto. ¿Qué les responde como alcalde?
–Nosotros vamos a escuchar a todo el mundo. Entendemos que este proyecto puede generar dudas en los trebujeneros, entre otras cosas, porque la situación política y social, y el conocimiento y la concienciación en torno a los temas ambientales no es el mismo que el de hace 15 años. Ahora bien, en ese discurso no deben caber las medias verdades ni las falsedades a la hora de posicionarse. Hay que hablar claro y tendremos que dedicarles todas las horas de trabajo que sean necesarias, pero siempre teniendo en cuenta que el Ayuntamiento quiere poner en valor esa marisma. Creo que es un derecho histórico que tiene Trebujena.
El Bajo Guadalquivir, desde Córdoba hasta Sanlúcar, y hasta Chipiona y Rota, está puesto en regadío, excepto Trebujena. Ese tren ya pasó por nuestro municipio y no se paró. Hace ocho o nueve años un promotor quiso venir a Trebujena para realizar una inversión de 300 millones de euros en la instalación de una planta fotovoltaica y la Junta hizo un informe diciendo que tenía demasiado impacto ambiental. Fue otro tren que pasó por Trebujena. Como pueblo, tenemos el derecho histórico de poner en valor nuestra marisma, un espacio, por cierto, donde la Junta tiene casi 800 hectáreas cedidas a particulares y empresas que lo único que hacen es cobrar subvenciones sin dar ni un solo jornal de empleo. Es la famosa historia de la PAC. Cobran subvenciones por pasar una grada, desecar la marisma y matar a cientos de aves en periodo de cría.
–En definitiva, ¿apoya o no el macroproyecto planteado?
–Con matices, porque uno de los debates importantes se centra en la idoneidad de que ahí se construyan o no viviendas, ya que puede disgregar el pueblo con la creación de un nuevo núcleo de población. Pero creo que hay proyectos muy interesantes en España y el resto del mundo que la gente debería conocer. En la zona del Espacio Natural de Doñana hay actualmente hoteles, también en el Amazonas y en muchos lugares. Quiero decir que hay cientos de fórmulas que pueden hacer viable y compatible este proyecto y el Ayuntamiento va a apostar por ello. No podemos estar de acuerdo con las declaraciones de algunos grupos ecologistas, no todos, que afirman rotundamente que allí no se construya ni se haga nada porque es Doñana. Mire usted, hasta el día de hoy eso no es Doñana. Y allí hay proyectos de transformación artificial de la marisma, como el proyecto acuícola, que en principio también rechazaron las organizaciones ecologistas y que, tras la actividad de una empresa, se ha declarado reserva ecológica.
Creo que hay que pensar un poco mejor las cosas. A la hora de diversificar la economía local, uno de los sectores fundamentales, además del vitivinícola y el sanitario, que son los principales de nuestro pueblo, es también el sector turístico a través de un medio que tenemos en nuestro territorio y que nunca se ha puesto en valor.
–¿Mantiene su no rotundo a la propuesta del PSOE de hacer una consulta a la población sobre el macroproyecto?
–Sí. Hay un no rotundo, en primer lugar, porque entendemos que no es el momento y, en segundo lugar, porque no le vamos a dar alas a nadie con su oportunismo político. Por cierto, el PSOE fue el único partido que llevaba en su programa electoral de los pasados comicios un apoyo total al desarrollo de este proyecto. Como bien saben las plataformas y grupos ecologistas, este partido ha desarrollado proyectos antiambientales en toda la comarca del Bajo Guadalquivir, algunos de ellos abandonados.
–Habla del sector vitivinícola como una actividad fundamental de la economía de Trebujena. ¿Qué futuro le ve al Marco de Jerez?
–El futuro de este sector pasa, fundamentalmente, por dos cuestiones. Por un lado, al igual que todos los sectores agrícolas y primarios de este país, hay que acabar con la descompensación total que existe entre el valor de los productos y la plusvalía que generan. Éste es un problema estructural.
Y, por otro lado, están los derechos históricos de la zona de producción. Sanlúcar consiguió en su día la Denominación de Origen de la Manzanilla y creo que Trebujena tiene el derecho histórico a dejar de ser la hermana pobre del Marco de Jerez y se le reconozca como zona de crianza después de tantas décadas ligada al Marco de Jerez. No es la solución total al sector vitivinícola, pero abre distintas posibilidades, como los vinos de autor, un mercado que se está abriendo bastante. A este respecto, le anticipo que 2020 será el año en el que daremos más guerra al Consejo Regulador y la Junta. Unos por su silencio y otros por su acción no han permitido que esta demanda se haga realidad. Las cooperativas de Trebujena están trabajando ya con el Ayuntamiento para plantear un calendario de movilizaciones y otras acciones con el objetivo de lograr que Trebujena, como el resto de las zonas de producción, sea reconocida como zona de crianza.
Hijo de sindicalistas de CCOO ya jubilados, el alcalde de Trebujena tiene 40 años y lleva más siete en el cargo. Casado y padre de dos hijas, Jorge David Rodríguez inició su trayectoria política en el Ayuntamiento en el año 2007. Estuvo al frente de las delegaciones de Servicios Municipales y Obras, Medio Ambiente, Policía Local y Tráfico siendo regidor Manuel Cárdenas, que le cedió el testigo en agosto de 2012 cuando fue nombrado delegado territorial de Fomento y Vivienda de la Junta de Andalucía en Cádiz.
Rodríguez ganó sus primeras elecciones como candidato a la Alcaldía en 2015 y logró revalidar la mayoría absoluta en los comicios del pasado mes de mayo. El alcalde responde orgulloso que es coordinador local de la asamblea de IU más importante de la provincia de Cádiz, “o una de las más importantes, para que no se enfade nadie”. En cualquier caso, la cifra está ahí: la coalición izquierdista tiene en Trebujena unos 150 militantes “activos”.
Ha sido jugador de rol y se considera un “friki” aficionado a las películas de ciencia ficción y la literatura fantástica. Le encanta la saga de ‘El Señor de los Anillos’, pero no le gusta ‘Juego de Tronos’.
En agosto fue noticia porque estuvo de baja cinco días por la listeriosis. “Tenía los síntomas, el fármaco, pero nunca me hicieron una analítica. No estoy en las estadísticas, como cientos de personas en Andalucía, muchos más de 30 en Trebujena”, asegura. A mediados del pasado mandato también estuvo de baja, esa vez más de cuatro meses, por un “estrés total y absoluto”. “No tenía horas de descanso mental. Estaba prácticamente 24 horas al día atento al teléfono y los problemas, y llegó un momento en el que debía parar porque no tenía capacidad física para soportar ese estrés continuo. Cada dos por tres tenía fiebre, gastroenteritis y demás. Necesité ayuda médica”, recuerda.
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