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Otro sueño que se escapa, y van… enésima frustración para el Cádiz, que no estuvo a la altura de lo que exigía el partido en Carranza y dejó escapar el ascenso directo ante un Real Oviedo superior. El tanto de David Fernández en el 51, aunque duela decirlo, hizo justicia y acabó con las esperanzas de una afición una vez más por encima de su equipo. Lo positivo, si es que se puede sacar alguna buena noticia de un día como el de hoy, es que la temporada aún no ha acabado y el ascenso aún es posible. Eso sí, toca tomar el camino difícil.
El inicio del partido fue un calco del de hace siete días en el Carlos Tartiere, aunque en esta ocasión era el amarillo el que predominaba en las gradas de un rebosante Carranza. Los de Claudio Barragán salieron dispuestos a asfixiar a su rival presionando muy arriba, mientras que los asturianos apostaban por la salida de balón pausada y la velocidad en banda de tres cuartos para adelante. La rapidez y desborde de Susaeta y Borja Valle hacía sufrir de lo lindo a Tomás y Mantecón, exigiendo un esfuerzo extra de sus compañeros en las ayudas. Con el paso de los minutos se acrecentó el dominio visitante, acongojando a un Cádiz cada vez más encerrado en su área. Aún así, el primer disparo a puerta fue de los locales, lo intentó Jona (8’) pero no pudo darle potencia al lanzamiento y Esteban atrapó fácil.
El equipo de Claudio no estaba cómodo y comenzaba a dar muestras de nerviosismo, con errores infantiles en la salida de balón que por suerte el Oviedo no aprovechó. Sobre el 30 de juego los amarillos comenzaron a sacudirse las dudas y volvieron a pisar área con cierto peligro. Una indecisión de Generelo casi la aprovecha Kike Márquez para plantarse solo ante Esteban, pero despejó la zaga in extremis. Por fin se metían en el partido los amarillos. En el 40 se terminó de confirmar la reacción de los de Claudio, que disfutaron de las dos ocasiones más claras del primer periodo de forma consecutiva y en ambas con Kike Márquez como protagonista. Primero puso en el larguero una falta directa desde la izquierda con un lanzamiento bombeado que sorprendió a Esteban y un minuto después fue el meta ovetense el que evitó que el tiro desde la frontal del sanluqueño se convirtiera en el 1-0. Tras varios minutos de zozobra, fueron finalmente los cadistas los que pudieron irse al descanso por delante en el marcador. Con todo aún por decidirse, ambos equipos enfilaron el camino de vestuarios.
Comenzó el segundo tiempo con un Oviedo lanzado y buscando, por primera vez en el partido, con mucho peligro la meta de Aulestia. En los primeros cuatro minutos Susaeta dispuso de dos buenas oportunidades, la primera un lanzamiento de falta que se estrelló en la barrera y poco después con disparo desde la frontal que atrapó el meta cadista en dos tiempos. Le tocaba sufrir a los amarillos, que parecían sin ideas y superados por la situación.
En el 51, enorme jarro de agua fría para los cadistas y golpe mortal de necesidad en la frágil moral de los amarillos. En un saque de esquina, David Fernández se impuso a todos por alto y en el segundo palo la clavó de cabeza a la red. El varapalo dejó muy tocados a los amarillos, que pudieron despedirse de sus opciones ocho minutos después cuando Borja Valle culminó con un tiro al palo una gran jugada de los de Sergio Egea. Ahí pudo acabarse el cuento para los de Claudio, incapaces de equilibrar la eliminatoria ante un conjunto asturiano superior en todas las facetas del juego, incluída el oficio.
Claudio movió el banquillo en busca de un juego más directo, un paso lógico ya que su equipo no estaba precisamente inspirado en la creación. Con Hugo y Machado sobre el campo los amarillos subieron la intensidad y a balón parado lograron al menos cercar la portería de Esteban, aún sin claridad ni excesivo peligro. Pasaban los minutos y las opciones del Cádiz morían lentamente. Sólo en el descuento pudo el conjunto amarillo inquietar a los asturianos, primero con una gran volea de Garrido que Esteban envió a córner y posteriormente con un saque de falta de Josete que se marchó alto. El Cádiz, impotente, sólo podía resignarse y ver de nuevo como eran otros los que festejaban un ascenso en el césped del Carranza.
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