Nueva injusticia del fútbol al Cádiz

Granada 74 | cádiz · la crónica

Palo El equipo amarillo merece más pero el colegiado se inventa un penalti y evita que puntúe Solidez El equipo tiene oficio y va a por el triunfo después de conseguir el empate a un tanto

Natalio busca un balón aéreo en pugna con la defensa granadina.
Natalio busca un balón aéreo en pugna con la defensa granadina.
Fernando Díaz / Motril / Enviado Especial

28 de enero 2008 - 05:02

Las leyes del siglo XXI que rigen las normas del fútbol no deberían permitir que un partido de categoría profesional se celebre en un terreno de juego cuyas dimensiones no reúnen las condiciones exigidas en una división de tanto calibre. Si el estadio Escribano Castilla no está apto, el colegiado tampoco se queda atrás, ya que ayer se cubrió de gloria en la jugada más decisiva del encuentro. Señaló penalti por una mano de Gonzalo Vicente teniendo éste el miembro pegado al cuerpo. El asistente no lo tuvo claro pero Teixeira Vitienes quiso ser protagonista y se encargó de apuntillar al Cádiz.

Las excusas de poco sirven en el fútbol, menos aún cuando un equipo al que se le presupone bastante potencial comete un error letal en la jugada que da paso al 1-0. Antonio Tapia le gano la partida al otro Antonio, Calderón, en la estrategia que permitió al Granada 74 abrir el marcador. Además, en el debe del equipo amarillo hay que apuntar que le costó sudor y lágrimas entrar en el partido y darse cuenta de las limitaciones de un rectángulo de juego más parecido a un campo de fútbol-7.

Que el equipo cadista iba a cargar con el cartel de sufridor se sabía desde antes del inicio. El juego directo de los inquilinos del campo y el peligro en las jugadas a balón parado habían sido los temas más estudiados en cada sesión de entrenamiento de la semana. La presencia de Aranda de espalda al área y los lanzamientos de Luque desde cualquier zona puede haber sido la pesadilla de la defensa gaditana.

Los peores presagios se cumplieron a poco del inicio. La insistencia del Granada 74 por la banda que defendía Gonzalo Vicente - Tapia sabía a la perfección que sin Raúl López, ese lado era el camino para atacar - se tradujo en una sucesión de saques de esquina con el más puro sabor de una estrategia. En una de ellas Luque sorprendió al conjunto amarillo enviando el balón al semicírculo del área, donde Fagoaga hizo bueno todos los ensayos de la semana enviando el balón lejos del alcance de Contreras.

Si jugar en el terreno de juego más pequeño de la categoría ya es un trauma, hacerlo con el marcador en contra antes del minuto 15 es la repera. Pero el Cádiz fue capaz de salir a flote, de sacar la casta necesaria para no entregar el partido con tantos minutos por jugar. Como hacer rodar el esférico era una labor muy compleja, la opción elegida pasó por probar lanzamientos lejanos, casi un tabú en este equipo, y tratar de aprovechar algunas de las múltiples faltas que el conjunto de casa empezó a hacer en el ala izquierda del ataque amarillo. La sensación es que el Cádiz se fue a los vestuarios al término de los primeros 45 minutos con parte de la moral comida al rival. Y fue así porque la primera acción de la segunda mitad, por cierto a balón parado, desembocó en el tanto del empate. Parri la colgó al área, Gustavo López la peinó lo suficiente y Dani, en el sitio de los 9, la mandó de cabeza a la red. Los amarillos habían igualado el duelo y Calderón había hecho lo propio con el suyo particular con Tapia en materia de estrategia.

Se fue gustando el Cádiz, ya con Natalio en el campo, ganando la partida en la zona ancha y aprovechando con buen criterio el bajón físico y mental del Granada 74. Era el momento de tomar ventaja y de poner las cosas en su sitio. Lo pudo lograr de nuevo Dani en un buen remate de cabeza que en esta ocasión acertó a parar Jaime. Y también trató de exhibirse Parri con un golpe franco que vio la escuadra cerca pero por fuera. Lastima que los mejores minutos del conjunto de Calderón no encontraran el premio de un segundo gol, si bien se empezaba a valorar como bueno salir con un empate del Escribano Castilla.

Toda la ilusión se fue al traste, como si cayera en el cementerio existente justo detrás de la Preferencia del estadio motrileño, cuando el árbitro decidió señalar penalti por el balonazo que Gonzalo Vicente se llevó en su brazo derecho. Nunca el zaguero fue a por el esférico, así lo entendió el asistente al no marcar nada. Teixeira Vitienes dio la nota cargándose el partido con un penalti para discutir largo y tendido. El experto Luque se encargo de ponerle nombre a la sentencia de un Cádiz que no mereció perder.

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