Purgatorio en el ecuador

cádiz c.f.

El Cádiz cierra la primera vuelta en tierra de nadie; a siete pasos de la gloria y a ocho del infierno · Con Mariano García Remón se ganaron siete puntos de 21 posibles y Antonio Calderón suma 21 de 42

García Remón y Calderón han ocupado el banquillo del Cádiz esta temporada.
Jose M. Vilches / Cádiz

22 de enero 2008 - 05:02

Mucho purgatorio está viviendo el Cádiz para pagar culpas ajenas que se han quedado sin castigo. A siete pasos de la gloria y a ocho del infierno; en tierra de nadie. Así se encuentra el equipo amarillo cuando la competición liguera ha llegado a su ecuador con el carpetazo a la primera vuelta.

Un día se llena la botella y otro se rompe el cristal contra el suelo y se derraman todas las gotas de la ilusión. Ni ebrio ni sereno, la botella está por la mitad, como el equipo en la tabla... pero se puede llenar. Le ganas al Celta en Carranza (3-1) y todo es posible. A la siguiente jornada vences en Tarragona al Nástic (0-1) y ya sólo se mira hacia arriba. Cuando después caes en casa ante el Málaga (0-1) empieza a caer la botella hacia al suelo, pero tres puntos en Sevilla hacen remontar el vuelo: a la botella y al Cádiz. La derrota del domingo ante el Hércules, cuando se llega al ecuador de la competición, ha sido un duro golpe a las aspiraciones amarillas de luchar al final de Liga por el ascenso. "Queremos fichajes", gritó la afición a Muñoz. Magister dixit.

Sin refuerzos, no parece que la luz de al final del túnel acabe por cegar al Submarino Amarillo. Y es que la rémora de puntos que se arrastra desde la octava jornada pesa mucho. Es una losa. "El club está trabajando desde hace tiempo para compensar la plantilla" aseguró Antonio Calderón convencido tras el varapalo del domingo. Ya se ha firmado el primero, Sambégou Bangoura. Se ha abierto la veda.

Con Calderón en el banquillo. el Cádiz mejoró poco a poco, paso a paso. Su antecesor en el cargo, Mariano García Remón, tan sólo sumó siete puntos de 21 posibles y acabó haciendo las maletas, a pesar de que Arturo Baldasano, que nunca llegó a ser presidente del club, matizó que el técnico que aterrizó en la Tacita de Plata junto a su asesor, Vicente del Bosque, cumpliría el contrato. El abogado gaditano no cumplió nada de nada y jugó con el Cádiz, que vive hoy en el purgatorio por culpa suya. Y no ha pagado esa culpa. Se mimó a Jonathan Sesma y a José Julián de la Cuesta, y vaya cómo están las cosas.

García Remón ilusionó almas e hizo latir corazones, pero sólo con palabras. No regó a diario a la amada que es el Cádiz. Llegó con la vitola de hacer reír y disfrutar al balón, y apoyó a los jugadores cuando peor estaban las cosas en los despachos. Como persona dejó una huella importante en la ciudad y en la plantilla, pero como técnico dejó mucho que desear y el partido de Copa del Rey ante el Granada 74 en Carranza le mandó a la sepultura de los banquillos, donde tantos muertos residen.

Se habló de Jose González como relevo del madrileño, pero fue el entrenador del filial quien acabó subiendo con humildad al primer equipo. No prometió fútbol ofensivo el gaditano, y fue poniendo las piedras de una casa que quería transformar en habitable para todos tras la ruina y el derrumbe iniciales. Con Calderón se acabó el mal fario, Dani y Gastón comenzaron a meter goles, Enrique ya subía por la bandas como realmente sabe... las cosas cambiaron. En el mejor momento de la metamorfosis se marchó Lucas Lobos, epicentro del juego amarillo, y la plantilla dejaba aún más al aire sus carencias. Calderón hizo debutar a un juvenil como Carlos Martínez por la falta de efectivos y con el tiempo subirían también al primer equipo Bienve y Fran. El pasado domingo, ante las bajas que atenazaron al equipo, el técnico cadista tuvo que incluir a ambos en la lista de convocados.

Aunque las comparaciones son odiosas, la gente se pasa la vida comparando, y junto a los números de Mariano García Remón hay que sacar a la palestra los que lleva sumados el equipo con Antonio Calderón: 21 de 42, la mitad. El déficit de puntos de la jornada 1 a la 7, y el daño moral en un equipo renacido para aspirar a lo máximo, deben morir en el ecuador de la Liga. Para soñar, la segunda vuelta debe ser orgásmica.

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