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Hércules-cádiz
Alicante/Indescriptible. Es de lo más difícil narrar lo ocurrido esta tarde en el estadio Rico Pérez de Alicante, pero la historia de la temporada cadista se define perfectamente con la última jugada del encuentro. El Cádiz parecía muerto, y lo estaba. Ingenuo penalti a favor de los amarillos que se encarga de lanzar Abraham paz, el balón golpea en el palo, da en la cabeza del meta Sanzol y sale fuera. De película de terror. Los resultados en otros campos y la incapacidad de los amarillos para sacar adelante el partido ante el Hércules le condenaban de nuevo al pozo de la Segunda División B, cinco años después.
El Cádiz comenzó bien, dominando la situación, y fruto de ese dominio llegó el primer gol del partido, obra de Gustavo López de falta indirecta. El argentino aprovechó a apertura de la barrera para batir de fuerte disparo a Sanzol, llevando el éxtasis a un graderío repleto de color amarillo. No bajó los brazos el Cádiz con el gol y continuó llevando peligro a la meta herculana hasta que llegó el gol de los locales, obra de Sendoa tras aprovechar un mal despeje de Abraham Paz. El tanto descompuso a los cadistas y quedaron en evidencia todas las dudas que los amarillos llevan demostrando durante toda la temporada. Hasta el descanso al Cádiz le bastó con no recibir otro gol y prepararse psicológicamente para el segundo y definitivo asalto. Teniendo en cuenta los marcadores de la jornada hasta el momento, los de Julián Rubio eran virtualmente equipo de Segunda División B.
Por si fuera poco, nada más comenzar la segunda parte Limia tuvo que salvar los muebles a los amarillos con una gran parada. No pintaba nada bien el futuro para los gaditanos, que salieron tras la reanudación algo carentes de fe en sus posibilidades de salvación. Por suerte, más de 1.500 voces se encargaban de recordar al Cádiz que un gol era suficiente para lograr la permanencia con sus ánimos. El segundo periodo fue un quiero y no puedo del Cádiz, que dispuso de balones al palo, mano a mano con el portero y remates de sobra para anotar el gol del triunfo. Pero la historia parecía escrita y al parecer al destino le pareció divertido devolver a los cadistas al pozo con un final no apto para cardiacos.
Los aficionados, totalmente incrédulos en la grada, la tomaron contra los jugadores e incluso hubo algún amago de saltar al campo. Pero ni siquiera había ánimos para emprenderla contra nadie. Lo peor, lo impensable, había ocurrido. El Cádiz tendrá que luchar el año próximo por el ascenso a Segunda División para salir de la categoría maldita que le encadenó nueve años. Otra vez.
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