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La crisis en el sector del surf y el kite

Las empresas de fabricación de tablas, como la tarifeña Limit Waves, se han visto afectadas por la pandemia en el peor momento del año

Ricardo Pinzón trabaja con una tabla en su taller de Tarifa.

Cádiz/La crisis del coronavirus, el confinamiento y las fases de la desescalada tienen repercusiones a todos los niveles, en todos los planos. El deporte, como otros ámbitos, se ha visto directamente afectado tanto para la práctica como en lo que se refiere a los aspectos económicos. El surf no es una excepción.

Ricardo Pinzón Domínguez es el propietario de Limit Waves, una empresa tarifeña de fabricación de tablas de surf y kite-surf a la que la pandemia le ha pillado en el peor momento del año, a las puertas de la temporada alta. Este malagueño, afincado en la localidad campogibraltareña desde hace 10 años y profesional del sector desde hace tres décadas, se ha reinventado. “Han sido dos meses con todo parado, proveedores y ventas, así que he aprovechado para reformar la nave, trabajar con la web en la venta online y producir a menor ritmo, sobre todo para adelantar pedidos de mis patrocinados, como Carla Herrera, campeona mundial de kite”.

El mercado de segunda mano. “Al disponer de más tiempo, también he atendido partidas viejas que estaban descartadas, que he rehabilitado y con las que ahora incito a compras económicas que me ayudarán a pagar los gastos de estos meses”.

Optimista por naturaleza. “En los malos momentos hay que ver también aspectos positivos. Me he centrado en la nave, en la renovación de web, en el desarrollo de proyectos que tenía olvidados… Este año estaba con las pilas cargadas para aumentar stock con un incremento de 30%; iba a sacar unas 350 tablas y ya no alcanzaré este número”.

El futuro, la salida de material, una incógnita. “Llevo mucho en esto y si eres un buen empresario tienes que demostrarlo en los momentos malos, haciendo cosas para complementar la bajada. En mi caso he apostado por la venta online y el desarrollo, sobre todo para la modalidad de foil, que son unas tablas con alerón y quilla más grandes, que está pegando fuerte porque tienen menos rozamiento con el agua”.

No obstante, las tablas convencionales de surf y kite siguen siendo la base de su negocio. “El precio de una tabla de surf oscila entre 300 y 900, el tope de gama; las de kite, entre 600 y 1.500, porque son tablas más equipadas, con refuerzos específicos porque sufren más impactos”.

El surf y el kite en Tarifa. “Aquí hay más kite que surf, aunque casi todo el que hace kite suele hacer surf. En realidad son tres líneas: el que nunca ha tenido contacto y empieza a hacer kite; los windsurferos que llevan mucho y entran al kite como alternativa porque necesitan menos viento, y los surferos que en ciertas épocas de menos olas y más viento optan por practicar kite casi todos los días de la semana. No tienen nada que ver. Para el kite vale más manejar un parapente que hacer surf porque tienes que manejar cometa, cuerpo y tabla”.

Sector olvidado en tiempos difíciles. “Estamos indignados porque es incoherente que se pueda ir a un bar, hasta 10 personas, con el argumento de la activación económica, pero nos pongan trabas para hacer deporte. A los que vivimos de este sector no se nos apoya porque no se apoya el deporte”.

La polémica de los horarios. “Todo empezó en Tarifa. El primer día que se podía salir a hacer surf y kite hacía levante y fallos de material provocaron que tuvieran que ir a rescatar a riders casi de noche. Por eso se tomó la decisión de limitar la práctica para todos los deportes acuáticos, cuando el surf no tiene nada que ver con el kite”.

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