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COAC 2023| Mujer y Carnaval, historia del atrevimiento

Mesa redonda

Las carnavaleras Adela del Moral y Koki Sánchez y la concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, reflexionan sobre los retos en el pasado, presente y futuro del papel femenino en la fiesta en la tertulia de Las Banderas

La autora Adela del Moral, con el micrófono, junto a Lola Cazalilla, Koki Sánchez y Nuria Agrafojo. / Miguel Gómez

Cádiz/“Atreveros, de verdad, merece la pena”. El mensaje directo de las mujeres participantes a las mujeres asistentes a la tertulia La mujer en el Carnaval se ajustaba perfectamente a las hechuras de una tarde de diálogo, reflexión y muchas risas en el corazón del barrio de la Viña. La Taberna Las Banderas abría una vez más sus puertas para su ciclo de conversaciones alrededor de la fiesta de febrero y ni el tema ni las ponentes pudieron estar mejor escogidos para enfrentar el pasado y el futuro de una historia. Una historia de atrevimiento. “Atreveros”, dicen. Ellas, lo hicieron.

Tres mujeres, de tres generaciones diferentes y que manejan tres palos distintos de la fiesta, junto una moderadora que desde el ámbito de la comunicación también se ha encargado de abrir camino a otras muchas compañeras periodistas, fueron las protagonistas. Adela del Moral, Koki Sánchez, Lola Cazalilla y Nuria Agrafojo. Concurso, Calle, Organización y Medios de Comunicación. Se atrevieron y se atreven. A salir, a decir, a tocar, a cantar, a escribir y a mandar. Y, además, también se atrevieron a hablar, sin tapujos, de lo bueno, y lo menos bueno, que se oculta tras la máscara.

Porque si la concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, habla de que tuvo que amenazar con expulsar del salón isabelino a un miembro del extinto Patronato cuando en una reunión de trabajo le espetó que consultara tal tema con su marido (el comparsista Daniel Obregón) que “él sabía de lo que se estaba hablando”, la primera mujer Antifaz de Oro del Carnaval, Adela del Moral, reconoce la “valentía” de las mujeres de su coro mixto que dieron el paso y “confiaron en ella” a pesar de las críticas a las que estuvieron sometidas entonces.

Hasta Koki Sánchez le canta un cuplé que, en tiempos, su propia chirigota callejera les sacó dándole carga a los coros “de Adelita”. “Escribían los muchachos y yo, lo reconozco, lo cantaba todo. Las cachas de la Juani, aquello y lo otro... Pero, fruto de las circunstancias, me voy dando cuenta que yo lo que quería era salir y expresarme, contar mis cosas, y ya me daba igual sola, que acompañada de mi novio o de mis amigas, con el niño, con el Scapachini... He salido en todos los formatos...”, desgrana la chirigotera y romancera callejera que da contenido a esas “circunstancias” con una hilarante historia que va desde cuando el novio –“el que hoy todavía es mi marido” (la cara, la cara que pone...– le parte el alma cuando la abandona, carnavalescamente hablando, por un grupo “que canta afinaíto”, hasta la revelación de que se puede salir sola “y no pasa nada” aunque sea “más divertido compartir con gente”.

Una reunión la de estas cuatro mujeres que fue de la aparente ligereza hasta la médula de debates todavía tan irresolubles como el porqué de la diferencia en número de mujeres participantes entre la calle y el concurso o las razones por las que les cuesta más participar en el Falla en las modalidades de chirigota y cuartetos. Para Sánchez, simplemente, “a lo mejor es que el Concurso no les interesa a las mujeres chirigoteras” prefiriendo “la libertad que les ofrece la calle”; aunque para Cazalilla a lo mejor tiene que ver todavía “con una creencia falsa pero instalada en nuestras cabezas de que las mujeres no hacen reír”; o, quizás, como se apuntó desde el público, corroborando el hecho la propia Adela del Moral, “es más complicado para las mujeres irse a ensayar todas las noches para llevar una agrupación al Falla” cuando es en la mayoría de las mujeres sobre las que recaen los cuidados de mayores y menores.

Las opiniones se cruzaban, se compartía y también se disentía. Pero el feminismo como lo que es, como sinónimo de igualdad, y la importancia de que la mujer dé el paso a expresarse con voz propia en el Carnaval gaditano fueron el basamento común de las voces de estas tres mujeres del Carnaval de Cádiz reconocidas y reconocibles porque un buen día –fruto del convencimiento, de la pasión o hasta del mero “antojo”– decidieron coger su propio camino, levantar la voz. Decidieron atreverse. ¿Por qué no?

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