Un Cádiz de maravilla

El tipo. El Conejo Blanco de Alicia en el país de las maravillas. Las coplas. Un estreno de maravilla. Nuevas voces para mantener con vida al tango. El coro de Chiclana salva con dignidad su segundo pase del Concurso, aunque un poco por debajo de su primera actuación. Una clasificación que no admite lugar a la duda y que permite asegurar el futuro de la modalidad si sabe crecer. Con una conjunción correcta, al grupo le falta un poco de potencia para sonar redondo. En las letras, cumplen con el trámite en los tangos. En el primero, de corte metacarnavalero -ya van unas pocas letras en la sesión-, recuerdan un Carnaval diferente al actual, en el que priman la competición, los piques y las envidias entre las agrupaciones. Un Concurso semiprofesional al que están vendiendo "delante de nuestros ojos". Un poco mejor la segunda letra a su padre, que está a punto de jubilarse y que tiene que mendigar su pensión para poder descansar después de toda una vida trabajando, mientras que los políticos se ríen del pueblo. No maravillan los cuplés. Alicia está en el primero en la edad del pavo y juega con el conejo, mientras que en el segundo le dicen que le den la vuelta al móvil para seguir grabando un audio.

En preliminares

las coplas. Un reino en el que los sueños se convierten en realidad. Una ciudad que es de maravilla. Un lugar donde los sueños se llenan de vida por Carnaval. El nuevo coro de Chiclana se estrena en el Concurso del Falla con un papel más que digno, notándose en la instrumentación parte de su origen está en la Orquesta Joven Ciudad de Chiclana. Se echa de menos un poco de potencia en el grupo, que paga el debut en algunos momentos con problemas de coordinación. Tras una presentación que no se sale de la corrección al trasladar su mundo de fantasía al del Carnaval -con su poquito de tópico-, destaca de todo el repertorio la letra del primer tango, con una música que rompe con los esquemas tradicionales en el trío, pero que toma cuerpo cuando avanza hacia su final. En él, realizan una certera crítica del trato que los políticos dan al mundo de la cultura, un asunto del que se olvidan cuando hay elecciones. Una inacción porque les conviene tener a los ciudadanos como "catetos" para que no alcen la voz, por lo que se hartan de que "nos traten y nos manejen como borregos". En la segunda copla, algo peor, vuelve a salir el caso Nadia, aunque con la letra más light de las cantadas. En ella desean al padre que su hija nunca le diga "te quiero". Cuplés muy por encima de la media de la modalidad a lo mal que canta la orquesta del coro y a los mannequin challenges, que los conejos hacen cuando les deslumbran. Seguiremos soñando con Cádiz.