El Carnaval de Cádiz y sus historias: 'Fletilla', un pregón agridulce
Ramón Díaz cantó al Carnaval de su tierra en el año 1987 “sin los honores de otros”, como escribió Joaquín Quiñones en ‘Pulchinelas’ en referencia a pregoneros de más renombre

Cádiz/Sube un chirigotero al tablao de San Antonio, un chirigotero viejo de repertorios cachondos, de los que han hecho el puchero que ahora nos comemos todos”. Valga este comienzo de pasodoble de la comparsa ‘Pescadores fenicios’, de Enrique Villegas, para ilustrar lo que supuso para sus compañeros que Ramón Díaz Fletilla fuese elegido en 1987 para pregonar el Carnaval de Cádiz. Fue un nombramiento aplaudido por la comparsilandia después de varios años de pregoneros foráneos… pero el gran autor no quedó satisfecho con el resultado. La sensación fue más que agridulce al entender que el Ayuntamiento no se había volcado con él como lo hizo con sus antecesores ‘famosos’. De hecho, hay carnavaleros que le recuerdan regresando solo y cabizbajo por la calle Veedor de camino a su casa después de pronunciar el pregón. Ahí quedó la cosa… que volvió a cobrar vida meses después.
“Cai, debe saber todo Cai cómo fuiste pregonero, sin los honores de otros y aunque te sentiste roto yo no cambio tus ‘te quiero’, por esas falsedades que están costando un dinero, dichas sin sentimientos por famosos forasteros”, le escribió un gran admirador suyo, Joaquín Quiñones, en ‘Pulchinelas’ (1993). Y es precisamente este coplero, hijo de El Mentidero como Fletilla, quien le ayudó a redactar una carta al director de Diario de Cádiz en respuesta a unas palabras del recién elegido concejal de Fiestas, Carlos Mariscal, en una entrevista que le hizo nuestro recordado compañero Emilio López para la edición del domingo 6 de septiembre de 1987.
En esta publicación, Mariscal, que acababa de sustituir en el cargo a Manuel González Piñero, preguntado por su idea de pregón, manifestaba que “hay que elegir para que lo pronuncie a alguien con el prestigio suficiente como para vender la imagen de Cádiz, tales como Quiñones (Fernando), Alberti, Campuzano, Rocío Jurado o Cantinflas”. El edil añadía luego que si el afamado o la afamada en cuestión eran de la tierra, pues mejor. Fletilla había sido el último pregonero y se sintió dolido con estas palabras.
Quiñones recuerda que Fletilla le pasó la carta al director manuscrita en la parte trasera de una hoja de almanaque tomando café en el restaurante Achuri, antes de que el comparsista entrase a trabajar en el turno de tarde de la Fábrica de Tabacos. En la misiva, titulada ‘De un albañil, pregonero’ y publicada por este rotativo días después de las declaraciones de Mariscal, “sin ánimos de entrar en polémica, lo cual no es mi estilo”, el creador de ‘Las cotorritas de Filipinas’ o ‘Los martinicos’ decía al flamante edil de Fiestas: “Señor concejal, si verdadera y sanamente cree usted que yo como pregonero he restado prestigio y brillantez a la fiesta, dispense mi falta de personalidad, mas tenga en cuenta que lo fui por la expresa voluntad de este mi pueblo, porque así lo quiso y lo hizo de forma libre y democrática”.
Y es cierto que fue por aclamación popular gracias al programa de radio que Pepe Benítez, Sin pelos en la lengua, tenía en Radio Cádiz. El locutor movilizó a los aficionados, que se volcaron para apoyar a Fletilla como pregonero. Siguiendo con la carta a Mariscal, el coplero señalaba que “desearía que dijera púbicamente en qué fundamenta ese concepto hacia mí, de falta de prestigio, escasa personalidad y no amar a Cádiz: tres condiciones indispensables que según usted debe reunir un pregonero, que por supuesto yo no poseo”.
Para finalizar, Fletilla espetaba a Mariscal con un “¿acaso pueda tener relación alguna o perjuicio mi modesta condición de albañil en el tema que nos ocupa? Pero cualquiera que serán las causas debe saber como militante de un partido y con cargo público, que toda presión, veto o marginación hacia cualquier persona o entidad es injusta, arbitraria y antidemocrática”. La reacción de Fletilla a las palabras de Mariscal se antojaba un tanto desproporcionada, pero denotaban un visible enojo en el chirigotero.
Ramón Díaz Fletilla pregonó el Carnaval de su Cádiz disfrazado de pierrot y llevaba escrito su pregón en el dorso de carteles del Carnaval que fue desenrollando para leer sus textos. El genial autor hizo hincapié en que fue elegido “por la gracia y voluntad de mi pueblo”.
A la agridulce sensación se unió un contratiempo. Durante el cortejo que conducía al pregonero hacia San Antonio, por la plaza de las Flores uno de los caballos que tiraba del coche donde iban él y González Piñero resbaló a causa del susto por las aclamaciones del público y por el estado del pavimento. No fue posible reenganchar a la caballería, por lo que la organización decidió que el recorrido se continuase a pie. Así llegó, con más humildad que cualquier pregonero, Don Ramón al tablao donde cantó a su tierra.
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