El Carnaval de Cádiz y sus historias: El contralto de Paco Alba
Emilio López Prats empezó con ‘El Brujo’ en ‘Los sarracenos’ y se cortó la coleta tras el sinsabor de ‘Estampas goyescas’, dirigiendo luego la antología del genial coplero
Emilio López Prats rebusca datos en un cuaderno donde está recopilando sus memorias carnavalescas. A sus 85 años, este gaditano de Santa María, nacido en la calle Goleta “como Manolo Moreno y Martínez Ares”, echa la vista atrás y relata sus vivencias con el que a su juicio es “el mejor de la historia”. Se refiere a Paco Alba, de cuya comparsa fue Emilio el contralto y luego director de una antología que estuvo en activo más de 40 años. De aquel grupo inigualable que hizo historia junto a ‘El Brujo’ quedan vivos Emilio y Antonio Galán ‘El Boti’. Y el primero de ellos nos cuenta cosas bastante sabrosas de cómo fue aquella época.
La primera agrupación de López Prats fue ‘Los nietos del faraón, en 1953. “Luego, alguien le daría referencias mías a Paco Alba, que me llamó para ‘Los sarracenos’. Y en 1958 salí con él en ‘Los julianes’, pero no pude irme a Madrid, donde contrataron al grupo, porque me fui a la mili. Firmaron por 25 días y estuvieron dos meses”, explica. Pero Paco dijo que se volvía, que echaba de menos Cádiz y su casa. “Ahí se rompió la relación con el grupo. Para el año siguiente queríamos salir y nos fuimos con Fletilla para sacar ‘Los gorilas’ y Paco sacó ‘La hueste de Don Nuño’. Fueron los dos primer premio especial”, apunta. Siguieron separados en el 60 y el 61, saliendo Emilio con Eduardo Delgado en ‘Los nuevos reclutas’ y ‘Los aceituneros’. “Ahí estaban también el Moreno, Pepe Vázquez, Salvador Valo... y después de tres años separados lo arreglamos para salir con Paco otra vez, en ‘Los corrrusquillos’. Fuimos a buscarle a Los Pabellones y llegamos a un acuerdo”.
Dice Emilio que en las comparsas “siempre iban tres delante, pero en ‘Los corrusquillos’ Paco inventó lo de llevar cinco. Yo siempre detrás, porque a Paco no le gustaban los contraltos delante. Para que nadie se enfadara puso a cinco en la delantera: Moreno, Valo, Chatín, Miguel ‘Miguete’ y el mismo Paco Alba. Atrás iba yo con Jesús Monzón y Pepe Vázquez. Y detrás el bombo y la caja”. “Ya en ‘Los fígaros’ metió Paco las guitarras. Hizo el que para mí es su mejor pasodoble, muy completo. Y del popurrí ni te cuento. Tuvimos que cantarlo dos veces en el Falla, lo nunca visto”, añade.
Llegó en 1965 ‘Los hombres del mar’, una de las obras cumbres de Alba. “Eso fue un escándalo. Qué letras, Dios mío”. En el 66 tuvo que pedir excedencia en su trabajo en el muelle para irse de gira con ‘Los beduinos’ dos años. “Fueron los mejores años de mi vida. Actuamos con Rocío Jurado, Rafael Farina, Raphael, Los 3 sudamericanos o Tony Leblanc, que nos echó muchos cables para introducirnos en el ambiente del artisteo y nos buscó galas. Ese hombre mandaba mucho entonces en Madrid. Yo ganaba entonces en el muelle como estibador 113 pesetas al día y con ‘Los beduinos’ ganaba 600”, expone. El cuartel general de la comparsa estaba en el bar La oreja de oro, en la calle de la Cruz de Madrid. Una anécdota. ‘Los beduinos’ introdujo guitarras eléctricas para sus grabaciones y actuaciones. “Aprovechando que estaba en Madrid vino a vernos a una sala de fiestas Vicente del Moral y no veas el cabreo que cogió cuando vio esas guitarras. Decía que eso no era gaditano”, rememora.
A la vuelta a Cádiz en 1968 sacan ‘Los sarracenos’, luego vinieron ‘Los fabulistas’ en el 69. Tras un año de descanso fueron en 1971 ‘Los forjaores’. “Ahí Paco nos presentó el pasodoble de la mitad hacia adelante y más adelante nos trajo el principio. Nos quedamos asombrados. Para el sonido del yunque ensayamos con botellas de La Casera llenas de agua, con algunas más llenas que otras, para buscar el sonido que él quería. Pero se rompían al golpearlas. Entonces le dijo a Monzón, que era tubero en Astilleros, que buscara un tubo de metal. Lo agujerearon hasta dar con el sonido, que no podía desafinar con el pasodoble. Recuerdo a Paco afinando el tubo con un diapasón”.
Tras otro año en dique seco, Alba y los suyos regresan en 1973 con ‘Estampas goyescas’, comparsa abucheada en un episodio tan triste como de sobras conocido. “Hubiera entendido que nos abuchearan si hubiésemos cantado mal y no gustara la comparsa, pero no era el caso. No fue justo hacerle eso a Paco. Estuvimos media hora en el escenario aguantando el tirón, con la cabeza agachada. Algunos llorando, otros nos queríamos ir y Paco Alba entre bambalinas pidiéndonos que aguantáramos”. Dice Emilio que “aquello estaba orquestado y nosotros sabíamos quiénes eran”.
Este sinsabor fue definitivo para que Emilio, junto a Chatín y Galán, se cortasen la coleta definitivamente. “Eso dolió mucho y a Paco lo convencieron en La Viña para sacar ‘Los abuelitos chirigoteros’ al año siguiente, pero nuestro grupo no volvió al Falla. Otros compañeros siguieron en el Carnaval después, pero yo, personalmente, con quién iba a salir, si ya había tenido el privilegio de salir con el mejor”, evoca.
A la muerte de ‘El Brujo’ en enero de 1976 su conjunto decidió montar la antología, que ha pervivido hasta hace no mucho y que Emilio dirigía.
Los elogios al creador de la comparsa no cesan. “Me dicen que soy fanático de Paco Alba, pero con él pasé casi mi vida entera carnavalesca. He salido con el mejor de todos los tiempos y todas las modalidades, esa es la verdad. No tenía rival”. Señala López Prats que Alba “tocaba todos los instrumentos. Tenía el oído de platino y trabajaba mucho la mímica. Dios lo eligió a él, así son las cosas. Y te culturizaba. Decía ‘hoy no se ensaya’, y explicaba cosas del tipo o de alguna letra. Defendía que una persona no puede cantar una letra si no la entiende”.
El Carnaval ha cambiado mucho desde entonces. Y el contralto de Paco Alba si bien entiende que “hoy tenemos buenos autores y chavales que cantan bien”, lamenta que “no se escucha la melodía del pasodoble. El pasodoble es lo que hizo Paco, porque el Carnaval es más sencillo de lo que se ve hoy en día. ¡Tres contraltos! ¿Eso cómo es? Machacan el oído y no se entienden las letras, no hay manera”. Son otros tiempos, pero los vividos por Emilio López Prats fueron maravillosos y trascendentales para entender la fiesta como la conocemos ahora.
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