El Carnaval en la Escuela da para una tesis
Efraín Oliva se doctora destacando la incidencia en el aprendizaje de un proyecto paralizado desde 2020
La censura en el Carnaval protagonizará uno de los Cursos de Verano de la UCA
“Escribir una tesis de algo que ya no existe para darle el valor que merece”. Esa fue la apuesta de Efraín Oliva Benítez (1987) como doctorando en la Facultad de Ciencias de la Educación para dedicar 300 páginas a El Carnaval en la Escuela. Concretamente, este maestro de Primaria especialista en música, hijo de corista -Paco Oliva-, integrante ahora del coro de Luis Rivero y pregonero infantil en 2000, defendió el pasado 29 de mayo la tesis doctoral, dirigida por Víctor Amar, ‘Conociendo y comprendiendo el proyecto socioeducativo Carnaval en la escuela desde la voz de uno de sus creadores’. En este caso, el autor y también docente Luis Manuel Rivero Ramos. El trabajo realizado por Oliva durante tres años obtuvo la recompensa deseada: Sobresaliente Cum Laude.
“Fui 10 años monitor de El Carnaval en la escuela. Vi que los niños aprendían algo más que Carnaval. Habilidades sociales y educación en valores. Compañerismo, tolerancia, ayuda a la desinhibición. Y era una actividad transversal en la que aplicar lengua, música, plástica, educación ambiental, educación patrimonial…, argumenta.
En todo eso consistía la idea inicial que surgió cuando se unieron las categorías de infantil y juvenil del COAC en una llamada junior. “Los menores de 11 años se quedaban sin participar en el Concurso. Luis Rivero y Germán García presentaron el proyecto a la Asociación de Autores, que le dio respaldo y a su vez lo trasladó al Ayuntamiento, aprobándose en 2005”, recuerda Oliva. Pero el proyecto “al final derivó en antología de coplas, no escritas por los propios niños, que era lo que al principio se pretendía. Y se perdió por el camino por falta de apoyo. La última edición fue la de 2020, justo antes de la pandemia. Al final la sensación es que este proyecto molestaba y no sabían dónde encajarlo en el Concurso del Falla”.
En su tesis, Oliva expone el aprendizaje que genera el Carnaval como juego. “Cantar en casa, convertir el salón en el Falla, disfrazarte con lo que tengas para parecerte a esa agrupación que admiras, descubrir el sonido de pito, la psicomotricidad agitando un plumero o manejando las baquetas de la caja…”, enumera como ejemplos de lo que se puede aprender con la fiesta grande de Cádiz.
Sostiene Efraín Oliva que El Carnaval en la Escuela “ha hecho mucha cantera”. En 2020 fueron más de 500 los participantes, siempre desde un punto de vista no competitivo para diferenciarlo del concurso del Falla. “Creo en este proyecto para edades tempranas y en un entorno seguro como el colegio. El presidente del tribunal me preguntó qué haría yo con el concurso de la cantera. Yo tengo claro que haría un Carnaval escolar a modo de certamen, sin premios”, defiende.
Se decidió por esta temática para su trabajo porque “teoría sobre Carnaval y educación no hay mucha”. Investigando dio con el Taller Uruguayo de Música Popular que imparte un taller llamado La murga joven para fomentar los nuevos valores del Carnaval de allá. “Y la escuela de samba brasileña Bole Bole, donde, además de enseñarles el Carnaval se ayuda a los niños a hacer los deberes”, apostilla.
De momento, el proyecto de El Carnaval en la escuela está paralizado. Quién sabe si el nuevo equipo de Gobierno del PP comandado por Bruno García se ocupará de revitalizar esta actividad tan importante para la pervivencia de la fiesta y que tantas satisfacciones ha causado a sus participantes desde 2005.
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