Catalino: "En mi época los componentes eran más fieles y los grupos más reconocibles”

Retrocarnaval

16 finales y siete primeros premios, uno de ellos en chirigotas con Juan Poce, avalan la trayectoria de un comparsista que hizo historia por su elegancia y su dulce octavilla

Los Pabellones: seguimos siendo los mejores

Juan Catalán Bea ‘Catalino’ posa en una calle de su barrio Santa María.
Juan Catalán Bea ‘Catalino’ posa en una calle de su barrio Santa María. / Lourdes De Vicente

Punta elegante, octavilla de terciopelo. Un comparsista que tiene un palmarés para presumir pero que presume poco, dada su conocida humildad. Siete primeros premios en 16 finales. Casi . Juan Catalán Bea ‘Catalino’ representa a esos grandes protagonistas de las comparsas de los 80 y los 90, formando parte de algunas de las más míticas de aquella época.

“Cuando era pibe, 13 o 14 años, me gustaba cantar con los amigos en el barrio. Uno de mis amigos tenía un tío que salía con Luis Ripoll y me ofreció probar para salir en ‘Carrusel de colores’ en el 77. Tenía yo 15 años. En la prueba había como 40 tíos. Me puse a cantar y me cogió Luis Ripoll, con quien debuté y me llevé el tercer premio”. Este fue el inicio de Catalino en el Carnaval. ¿Por qué no salió en ‘Los golfos’ con Ripoll al año siguiente? “Vino a buscarme Luis, pero yo me había comprometido ya con ‘Savia nueva’”, dice acerca de un conjunto formado por futuros grandes comparsistas como Antonio Cantos ‘Caracol’, Juanelo, Benito Cervantes... que llegó a la final y fue tercer premio. “Si puedo presumir de algo es de tener palabra. No es que lo haya estado lamentando toda mi vida, pero perdí la gran oportunidad de salir con los Catalanes y el pedazo de grupo que llevaba ‘Los golfos’”, admite.

"No es que lo haya estado lamentando toda mi vida, pero perdí la gran oportunidad de salir con los Catalanes y el pedazo de grupo que llevaba ‘Los golfos’”

Luego llegó un paréntesis chirigotero en su trayectoria. Catalino recibió una propuesta de Juan Poce hijo, compañero de clase en La Salle Viña, para salir con el padre, el gran Juan Poce Blanco. “Yo me veía más en comparsas pero probé”. ‘Los bacalaos de Escocia’ y ‘Los monos sinvergüenzas’, primer y segundo premio, chirigotas que le ayudaron a curtirse en los escenarios. Juan iba de contralto. “Fueron dos años inolvidables. Gente muy simpática, muy de Carnaval, muy chirigotera. Espinosa, Mariscal, El Nevera, Meléndez, El Huevo… lo pasé de gran categoría”, recuerda. “Juan Poce era una bellísima persona, muy educada. Un caballero. Campechano. Aprendí mucho con él”, añade.

Pero la comparsa seguía tirándole y, en un enorme contraste, pasó de vestirse de mono a ponerse tan refinado disfraz como el de ‘Pintores de Versalles’ en 1981, de Antonio Bustos y dirigida por Manolo Moreno. La tarde del 23-F el coronel Tejero irrumpía en el Congreso para dar un golpe de Estado. A Juan, este suceso le pilló en el escenario. “Cuando empezamos a cantar se veía mucho revuelo en el patio de butacas, gente que iba y venía. Y eso se notaba desde las tablas. Luego nos enteramos de lo que había pasado”.

Catalino (izquierda) junto al Libi en 'Paco, baja aunque sea en pijama'.
Catalino (izquierda) junto al Libi en 'Paco, baja aunque sea en pijama'. / D.C.

No contaron con él para ‘Los pimpis de Cai’, pero no hay mal que por bien no venga. Aurelio Real se lo llevó a una comparsa que estaba preparando con Joaquín Quiñones: ‘Dioses del Olimpo’. “Yo conocía a Aurelio, era vecino mío en Santo Domingo”. Fue su primer ‘1’ y ahí se estaba gestando un grupo histórico. Para 1983, Aurelio y Quiñones rompen con todo lo establecido y proponen sacar ‘Robots’. “El repertorio era un caramelo. Y gaditano, a tope. Fue una innovación y nos adelantamos al futuro. Fíjate, con lo clásico que siempre han sido Quiñones y Aurelio. Compaginar cante y mímica no fue fácil”. Ahí es la primera vez que salió Catalino con Pepe el Caja como director, de quien no se separó hasta mucho después.

"Nunca he vuelto a ver lo de la final de ‘Entre rejas’, con el público abalanzándose para tirarnos flores”

‘Robots’ fue un “pelotazo que tuvo la mala suerte de coincidir con otro bastinazo como ‘Agua clara’. Yo salía los domingos con algunos de ellos y ‘Robots’ fue para ello un dolor de coco. En otro año hubiésemos ganado. Yo creo que hubiera sido justo un primer premio compartido”, destaca. “Cantamos con la comparsa hasta un Miércoles Santo, creo que en la Residencia Tiempo Libre”.

El grupo continúa con Aurelio y Joaquín en ‘Barriletes’, que pese a que a la final pasaban seis grupos, se quedó fuera. “Pesó la sombra de ‘Robots’”, reconoce. En el verano del 84 ocurre algo que será clave en el futuro de este conjunto y de la modalidad de comparsas. “Aurelio y Joaqui se enemistaron y entonces la cosa no quedó muy clara para seguir”, comenta. A río revuelto… un grupo tan codiciado llama la atención de Antonio Martín, que se pone en contacto con Pepe el Caja y acaba por convencer a estos jóvenes comparsistas que ya contaban con Caracol. “Cuando te llama el Madrid o el Barcelona es difícil decir que no”. Curiosamente, Quiñones se hizo con el grupo que dejó Martín y que había sido ‘Andaluces por el mundo’, para sacar ‘Hombres azules’.

Catalino en la comparsa 'Mal de amores', del año 2001.
Catalino en la comparsa 'Mal de amores', del año 2001. / D.C.

El debut de Catalino y compañía con Martín en 1985 pasaría a la historia. ‘Entre rejas’ es una comparsa legendaria que marcó una época. “Nunca he vuelto a ver lo que ocurrió en la final, con la gente, al final del popurrí, abalanzándose al escenario para coger las flores de adorno y tirarlas al grupo. Cuando se abrieron las rejas fue una locura. Una experiencia que me marcó”, evoca.

La comparsa inicia un ciclo imparable. Hasta 1992 no baja del segundo premio. ‘Soplos de vida’, ‘A fuego vivo’ en dura pugna con ‘Con gancho’ (el mismo pique que en los concursos de pasodobles antiguos entre ‘Los Pabellones’ y ‘Los cleriguillos’), ‘Tras la máscara’, ‘La mar de coplas’, Encaje bolillos’, ‘Los trotamúsicos’... “Es una satisfacción que todavía se recuerde esa etapa”, apunta. De la mano Pepe el Caja en la dirección. “Para mí el mejor director. Me enseñó mucho”.

"Robots’ fue un “pelotazo que tuvo la mala suerte de coincidir con otro bastinazo como ‘Agua clara’"

Catalino, Caracol y MacGregor formaron una delantera envidiable. “Ellos eran de más potencia, yo hacía más octavilla. Nunca quise destacar ni tenía ansia de lucir. No como ahora, que hay quienes se van de una comparsa si no le dan una parte alta. Hacía lo que me pedían, donde podía ayudar”, explica.

Tras ‘Los trotamúsicos’ decidió descansar y Pepe el Caja, ya fuera del grupo de Martín, le llama para salir en 1994 ‘Güena gente’, con Pedro Romero, “mejor persona todavía que poeta”, y José Manuel Prada. En 1995 ‘Sabor a Cai’ fue fallida y de con nuevo Pepe el Caja sale en ‘El laberinto’ (1997) y ‘Las llaves del pueblo’ (1998). Otro descanso para retomar las coplas en 2001 con ‘Mal de amores’ y volver a una final con Antonio Bustos para llevarse un tercer premio.

En 2004, otra experiencia curiosa. “Me llamaba mucho el Libi para una comparsa y a mí, la verdad, que había salido en comparsas digamos que serias, creía que iba a ser un disparate del Libi. Convencí a McgGregor y nos lanzamos". Fue una bonita y sencilla comparsa escrita por Cárdenas y Peñalver y musicada por Paco Rosado.

Participó en el regreso de Antonio Martín en 2005 con ‘El revuelo, los viejos copleros siempre mueren’. “Era una gran comparsa, pero las había mejores. Los tres días levantamos el Falla, eso sí”, recalca. Así vivió el retorno de Martín y su adiós en 2017 con ‘Ley de vida’, un grupo formado tras participar en Barbate como ‘Soplos de vida’ en el 30 aniversario de ‘Cargadores gaditanos’. “Fue una bonita despedida y nunca olvidaré la actuación en el Liceo de Barcelona. Y mira que he cantado en sitios...”.

Sobre el Antifaz de Oro que no tiene: "No es lo mismo salir en agrupaciones míticas que salir en un coro y cantar solo un día porque hay suplentes"

Ahí fue cuando se despidió Catalino. “Yo no vuelvo al Falla, no. Canto con amigos y me divierto. Como hace poco recordando a mi amigo Manolo Santander, con quien salí dos años para la calle. O la antología de El Rincón del Veneno de Los Pabellones. A esas cosas sí me apunto. Creo que lo que me tenía que llevar ya me lo llevé y ya pasó mi época. Y el cariño de la afición lo tengo. Quizás por aquello de no haber querido nunca destacar. Al Carnaval le di siempre la importancia justa”, relata.

Dice del Carnaval actual que “cada vez me gusta menos. Lo están haciendo muy complicado. Tiene que evolucionar, está claro, pero no hasta el punto de perder la esencia”. ¿Y de cante?, de lo que usted entiende. “Cada vez hay menos tenores y más octavillas y contraltos. Pero si después de la octavilla siguiera a tenor, pues vale. Pero es que muchos se callan y se resiente el grupo. El tenor es lo imprescindible. Luego su buena segunda y rematamos con adornos por arriba”. También echa de menos la lealtad. “Ganas un premio y te quedas. No ganas, y cambias de grupo. En mi época los componentes eran más fieles y los grupos más reconocibles”, expone.

Como le ocurrió a tantísimos comparsistas Catalán Chico fue su referente. “Luego me quedo con Caracol, por supuesto". Ahora le gustan Germán Rendón o Bubu, que no son nombres que tiene la gente en la cabeza. “Tienen mucha melodía”, apostilla.

Su enorme trayectoria no le ha dado para conseguir el Antifaz de Oro. “Me lo dicen mucho. No me preocupa, lo que sí me preocupa es la forma de otorgarlo. Ahora parece que tienen en cuenta a quienes han hecho mucho por el Carnaval sin tener los 25 años. También hay que valorar lo que se ha dado a Cádiz y a la fiesta. Con todos mis respetos, no es lo mismo salir en agrupaciones míticas, que han cantado por toda España, que salir en un coro y cantar solo un día porque hay suplentes. Y eso te da ya para un Antifaz”, lamenta para concluir.

Toda una vida en Santa María

Juan Catalán Bea. 62 años. Nació el6 de junio de 1961, en el número 14 de la calle Santo Domingo. Casi siempre vivió en Santa María, que es su barrio. Aunque el primer año de casado lo cumplió en Benjumeda, luego regresó para vivir en Teniente Andújar, mudándose después a la calle Higuera, ahora Mariana Cornejo. Ahí estuvo hasta que hace cinco años se trasladó a Ruiz de Bustamante. “Y ya no doy más vueltas”, asegura. Estudiante en La Salle, Mirandilla y Viña, trabajó durante 32 años en una consignataria de barcos, Molimar, departamento de aduanas. Allí se jubiló por enfermedad a causa de un infarto que le dio en 2008, aunque ya había tenido un problema cardiaco unos años antes. Casado con Fátima y tiene tres hijos: Jesús, Fátima y María. Le han dado cinco nietos: Juanito, Jesulito, Carmen, Álvaro y Manuela.

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