La aldaba
Carlos Navarro Antolín
¡Anda, jaleo, jaleo!
Carnaval de Cádiz 2023
Cádiz/Si alguien sabe competir, ese es Antonio Martínez Ares. Cuando todo está en juego, sabe romper la baraja para honrar lo que debe ser la última noche del Concurso. Incluso, es capaz de cambiar sus propios cánones para olvidarse de cerrar su concurrencia con un piropo a Cádiz. Pero eso no importa porque para eso tiene un estribillo nuevo que es una delicia y que cumple con la premisa de cuplé de comparsa para buscar el estribillo. Dos pasodobles mordaces en un certamen en el que no se ha callado nada. En el primero, le cae a Cádiz y su turistificación. Una ciudad que se alquila y se vende, por lo que sus hijos se convierten en criados de los turistas, a los que se reciben con “una alfombra roja”. Por ello, acabarán mirando “un Cádiz vacío de gaditanos”. La tanda de pasodobles se cierra con una magnífica copla en defensa de la tercera edad, que ha dado “su lucha, su sangre, su hambre y su historia” frente a una sociedad que la abandona con la privatización de la sanidad o las bajas pensiones. Con palo incluido a Ayuso por su actuación en las residencias durante la pandemia, sentencian con mucha potencia al decir que todos “llevamos un viejo dentro”. Lo de menos en este pase son los cuplés. En el primero, la persona que pidió matrimonio durante su actuación en semifinales “se hartó de cueva”. El amigo invisible del segundo solo sirve de preludio para un bellísimo estribillo.
Una fuga en busca de la libertad que da el Carnaval. La comparsa de Antonio Martínez Ares se la juega en su pase de semifinales con una apuesta de la que sale mucho más reforzada que en cuartos. Lo hace con una interpretación cada vez más limpia y con dos letras de pasodoble críticas y, sobre todo, duras, cada uno en su ámbito. Tiene algo menos de fuerza –tanto por tema como por tratamiento– la primera copla contra el rey Felipe VI por su discurso de Navidad, con “muchas mentiras y pocas verdades” del “niño guapo de la Corona”. Tras calificarlo como “un jarrón chino que entre todos pagamos” y hacer un repaso de los problemas del país y la propia monarquía, el remate no convence demasiado al decir que en Cádiz se perdió la oportunidad en 1812 de “la alternativa” al acercarse “la guillotina”. Mucho mejor desarrollado el segundo en forma de cuento en la que la protagonista es su hija. Una narración en forma de vida en la que aparecen la igualdad desde el hogar y la ruptura de los estereotipos femeninos, pero, en un final abrupto, tienen miedo de que crezca y “conozca al hijo de puta que me la mate”. En esta ocasión, los cuplés sí están más acordes con esta fase al recordarle a la infanta Elena que a ella siempre se la han llamado “la tonta” y decir todas las cosas que aparecen en Cádiz, menos Nico, al que no encuentran.
el tipo. La fuga de ‘Los sumisos’. las coplas. Un grito de libertad en la fiesta de la palabra. La comparsa de Antonio Martínez Ares deja cierta frialdad en su segundo pase. Excelso en idea, desarrollo, música e interpretación, las letras de estreno no llegan demasiado por la elección de temas y el desarrollo de parte de ellas. Sensaciones encontradas en el momento de pegar fuerte, a pesar de su enorme calidad. Con una historia que en el repertorio tiene un gran recorrido, las letras de los pasodobles dejan impresiones muy diferentes. Muchísimo mejor la primera tanto en tema como en la literatura a la exhumación de los restos de Queipo de Llano de la Basílica de la Macarena. Con su característica crítica punzante, atacan a la hermandad por haber apurado este hecho y el lloro de la familia por “el daño que para el mundo es la democracia”, dentro de una “marcha de la Madrugada” que es “la procesión del espanto”. Cuando la competición se endurece, el uso del metacarnaval falla en la segunda al aprovechar el 50 aniversario de la polémica de ‘Estampas goyescas’ para arremeter contra todos los males del Concurso, algunos acertados pero otros entran en el bucle de los enemigos externos. Esta misma frialdad se mantiene en dos cuplés endebles. En el primero, un yihadista quiere poner una terraza en Cádiz para explotarla en verano, mientras que en el segundo, un habitante de La Palma se queja de la explosión del volcán porque casi tenía terminado un puzzle de 2.500 piezas. Una huida hacia delante a la espera de lo que viene.
El tipo. La fuga de ‘Los sumisos’. Las coplas. Nunca segundas partes, e incluso las terceras, fueron buenas... pero los dichos están para romperlos. Martínez Ares vuelve a mostrar su enorme inteligencia carnavalera para cerrar el círculo de ‘La chusma selecta’ y ‘Los sumisos’ con la fuga de los payasos. Un retrato redondo de ‘La ciudad invisible’, que es el subsuelo de Cádiz, para cantar y contar de todo, pasando desde el piropo a la crítica y el recuerdo sin olvidar la historia en un popurrí que es una pieza redonda en su construcción. Todo ello con una musicalidad muy reposada para que nada se pierda. Un primer pase que, a la espera de que toda la competencia muestre sus cartas, ya da un aviso a quien quiera robarle el trono. Para ello, plantean una fuga desde la presentación, quizás la pieza con más pellizco pero sin excesos para no desviarse del resto, con un Carnaval que define con maestría como “barrote de mis penas, mis cadenas, mi prisión y mi libertad”. El pasodoble vuelve a abandonar el barroquismo para centrarse en un camino más sencillo y claro, pero con toques que lo distinguen y un trío que brilla, sobre todo con la primera letra, de presentación y piropo a Cádiz, a la que quieren tanto arriba como en el subsuelo. La segunda letra sobresale por la brillante y crítica lectura de la situación política de Cádiz, con palos a Kichi tras ocho años en el Gobierno, a la oposición “por seguir haciendo sus cuentas para no perder la Alcaldía” y a Ismael Beiro por “querer parir otra Ibiza”, todo ello en una ciudad que “necesita otro payaso”. Los cuplés, al running y lo pronto que se van a correr, y a Kiko Rivera, que se ha quedado mejor después del ictus, bajan un poco listón. Escapan sin problemas de La Prevención.
El Antonio Martínez Ares más puro y reconocible regresó en el pasado Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas del Gran Teatro Falla de 2022 con 'Los sumisos'. El enfado por el traslado del certamen de coplas a la primavera a causa de la pandemia del coronavirus quedó reflejado en un repertorio que recordó a su anterior etapa, aquella que enganchó a muchos aficionados al Carnaval de Cádiz. En este 2023, retoma la idea primigenia de 'La ciudad invisible', que quedó aparcada ante una fiesta atípica.
Con casi toda la base del grupo con el que se reactivó dentro del COAC en el año 2016 con 'Los cobardes', solo se han producido dos cambios desde la pasada edición. Fali Vila y Fali Figuier serán baja por diversos motivos. Su lugar lo ocuparán Ramoni, una de las grandes voces de la fiesta que se estrena con Martínez Ares tras salir en 2022 con 'La brigada', y Jesús Rueda Cateto, procedente de la comparsa 'Los renacidos'.
Desde su vuelta a la fiesta en 2016 gracias a "un viento de trece años", la trayectoria de Martínez Ares es casi intachable, aunque con diferentes rumbos fruto de su inspiración y su experimentación. Ha conseguido tres primeros premios desde su regreso con 'Los cobardes','Los carnívales' y 'Los sumisos', que se suman a los anteriores de 'Los miserables', 'La ventolera', 'La trinchera', 'Los piratas' y 'La niña de mis ojos'.
Localidad: Cádiz.
Letra: Antonio Martínez Ares.
Música: Antonio Martínez Ares.
Dirección: Antonio Martínez Ares.
Representante legal: Antonio Martínez Ares.
En 2022:'Los sumisos' (primer premio).
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