El viñero pregón de los dos cantes
David Palomar | Pregonero Carnaval 2020
Palomar inaugura la fiesta en San Antonio ante 70.000 personas en una alegre proclama tejida entre el Carnaval y el flamenco pero con ciertos problemas de sonido
Cádiz/Las imágenes del Beni, el Masa y el Peña, Pablo y Jineto, Manolo Santander, Mariana, Juan Carlos Aragón..., proyectadas una tras otra, en una cadena de arte patrio infinita, antecedían lo que iba a ocurrir, lo que ya era un secreto a voces. Porque si Cádiz es cuna de dos cantes, el cantaor y pregonero del Carnaval 2020, David Palomar, es uno de sus privilegiados hijos que a pesar de haberse “casado con el flamenco” le pone “ojitos” al Carnaval desde chiquillo. Por eso, porque Palomar es juerga de casapuerta y ensayo de lavaero, el respetable esperaba en San Antonio lo que vio, un pregón de RH viñero tejido, y ciertamente equilibrado, entre el Carnaval y el flamenco. Lo que vio, digo, porque lo que se escuchó en demasiados momentos no estuvo a la altura de un guión tan alegre y entrañable. Lástima esos problemas técnicos...
Obstáculos, sobre todo, en la sonorización que impidieron disfrutar al público –más de 70.000 personas según datos facilitados por el Ayuntamiento y Protección Civil– de algunas escenas en toda su gloria, como las décimas que el expregonero Joaquín Sabina le dedica al pregonero en un vídeo que no termina de oírse con claridad; o ese regalo de presentación de ‘Calabazas’ con Paloma, la comparsa de Martínez Ares y el propio autor enfundado en el tipo de ‘La chusma selecta’; o los dos tangos interpretados por el coro de Nandi Migueles al que apenas le pudimos escuchar las voces al entonar el mítico Estos gitanitos que veis (del coro ‘Los calé, 1951’); pero que, en honor a la verdad, también desafiaron el ingenio de algunos carnavaleros como los del cuarteto del Gago, que taparon el enmudecimiento del micro del Niño de Santa María con fogonazos de ánge dándole a ese deporte tan gaditana que es la carga al noble aspecto de Ares (“si dices su nombre tres veces, se te aparece”).
Estas pequeñas joyas carnavaleras quedaron un tanto deslucidas aunque, afortunadamente, tanto la tremenda banda, dirigida por Riki Rivera, como el micrófono base colocado en la torre-mirador desde la que Palomar lanzaba el texto del pregón estuvieron bien regulados para poder disfrutar de texto y ambiente.
Una torre-mirador, un lavaero que decimos con propiedad los viñeros, pop como la puerta de La Caleta que enmarca la escena en la que Palomar quiso situar su historia, la de un niño gaditano, un chiquillo viñero, enrollado siempre entre el Carnaval y el flamenco, que se hace hombre y es nombrado pregonero del Carnaval de su tierra.
Un par de bloques, no más, biográficos donde, quizás chirría, alguna salida de tono de César Cadaval (demasiados “tus muertos” para mis oídos, aunque si la gente se ríe con eso... que dijo aquel) que, sin embargo, compensa su paso por las tablas con la voz ronca de su personaje Paco apuntando la alegría y con la patita por bulerías que se pegaría una hora más tarde en el cuadro de los bailaores gaditanos.
Porque el flamenco y el Carnaval se iban roneando, se iban retando y acompañando. Ya sentó las bases Palomar en su copla inicial, en la que Rosa María de Camarón se miraba con alguna coplilla de Paco Alba; en los versos de Javier Osuna, como el Tío de la Tiza, donde descubría el origen paterno-filial de los tangos carnavalero y flamenco; o en uno de los, podríamos decir, grandes momentos de la noche, el de Niña Pastori acompañada por la guitarra de Chaboli, y con un gusto y un arte que no se puede aguantar, desgranando una preciosa versión de la presentación de ‘Caleta’.
Esa ‘Caleta’ de Martín impensable sin el octavilla más rebelde del Carnaval, Catalán Chico, fallecido este pasado año, aunque Palomar, justamente, también se quisiera acordar en el pregón de su hermano, Antonio Trujillo Catalán Grande, invitando a sus tres hijos, Francisco, David y Ricardo a entonar la presentación de ‘Charlot’ que remató otro momento para la historia.
Y es que David Palomar logró reunir en una sola formación, en una sola voz, a diferentes comparsistas de su generación (de Jesús Bienvenido a Tino Tovar; de Kike Remolino a Dani Obregón; de Octavio a los catalanes pasando por El Lali, entre muchos otros, para cantar, en comunión, la presentación de ‘Tras la máscara’ y el pasodoble de ‘Los sarracenos’. De dulce.
Coplas de ayer y de hoy con las que el cantaor/comparsista quiso adornar su proclama. Así no faltó el guiño a Juan Carlos Aragón, nada más y nada menos que de la mano y la voz del cantautor malagueño Kanka, que disfrazado de ‘El Chele Vara’ se atrevió con el pasodoble Igual que en una mezquita... de ‘Los millonarios’, y al añorado Manolo Santander, otro viñero de pro, con la actuación de su antología con la que Palomar también quiso entonar, junto a toda la plaza San Antonio, el Me han dicho que el amarillo.
Viñero como Palomar que define el adn del barrio en unos versos que rezan que “un viñero se divierte con los embustes, un viñero tiene ánge, siempre te de ja la puerta encajá, un vieñero es viñero porque así lo parió su madre”.
Un viñero con que “tiene piel de chirigotero” pero al que le gusta “una juerga flamenca”. Por eso, se entiende la solemenidad del momento de la porfía a soleares entre Palomar y otro cantaor viñero, y no cualquiera, sino uno de los patriarcas del cante de Cádiz: Juanito Villar. O el más desenfadado momento de ese príncipe del compás y la locura, azalvajao y eléctrico, que es Tomasito por bulerías con el protagonista de la noche. O esa otra escena que nos habla del estado de gracia que vive ahora mismo el baile flamenco gaditano, ya que Palomar reúne por alegrías a una galería de bailaores y coreógrafos gaditanos para quitarse el sombrero (María Moreno, Edu Guerrero, Jesús Fernández, Pilar y Juan Ogalla, El Junco...) con un atrás donde también brillan palmas con denominación de origen como las de Diego Montoya, David Gavira y Jorge Bautista y cantaores como Reyes Martín, Miguel Rosendo, Emilio Florido... Y Anabel, su Anabel Rivera, una fuerza de la naturaleza, toda corazón, a la que le reserva un espacio especial en el pregón encarnando los tanguillos de Cádiz.
Hasta el rapero Arcano y su lección de improvisación con nuestros vocablos más singulares encajaron en este pregón que es un trocito de Cádiz, donde todo cabe porque nadie sobra.
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