Enséñame Cai

El tipo. Estudiantes de la Academia de la Gaditanología. Las coplas. Clases de gaditanía, aunque eso se lleva en la sangre. Una de tantas comparsas que lo mismo queda la 30 que se cuela en cuartos. Cuanto más cantan el pasodoble, más se asemeja su soniquete al de la comparsa de los Gitanos. Letras de trámite. Desafortunada primera pieza a la llamada a Andalucía a que se levante, sobre todo en la referencia a los rumanos que viven en la zona oriental. Algo mejor la segunda a la aparición del cuerpo de Samuel en una playa de Barbate. Una nana para que el pequeño sueñe con un mundo mejor. Un sueño que al final sirve para cargar las tintas contra Donald Trump y el papel de Europa. Cuplés metacarnavaleros. Bastante mejor el segundo, en el que le dicen a Bienvenido que su tipo olerá a perro mojado si llueve en Carnaval. Baja mucho el primero, en el que piden a Martínez Ares que su comparsa toque los pitos antes que las letras. Tendrán que esforzarse para aprobar en septiembre.

En preliminares

las coplas. Aprendices de gaditanía. Una facultad para aprender las diferentes lecciones de la ciudad. La música, la gracia y las tradiciones... Nunca fallan. El estilo alegre -con unas claves ya muy repetidas- y un grupo con la potencia y la garra portuense están por encima del repertorio. La música del pasodoble tiene el sello inconfundible de la comparsa de los Gitanos. En la primera letra, caen en la repetición de la temática al cantarle al cielo gaditano, en el que están Romero, Villegas, María la Hierbabuena, el Peña, el Masa o Paco Alba. En el segundo, algo mejor, cuentan el amor entre dos hombres, pidiéndole uno al otro que no esconda su amor. ¡Se lleva un cuplé Danilo! Florentino no es capaz de engañar a los chinos. Baja el segundo, en el que Álvaro Ojeda se lleva una hostia.