Grazie mille, Padrino
Ser o no Ser
En estos tiempos que corren se agradece la gente que muere con sus principios. Los demás también tienen sus principios pero, como decía Groucho Marx: "Si no les gustan, tengo otros". Viene todo esto al caso de una entrevista que he leído con mi admirado Juan Carlos Aragón, sobre el pasodoble cantado en la final de la cruz y la religión cristiana. En todo grupo surgen dudas sobre la idoneidad de cantar ciertas letras, dependiendo de los gustos personales del Jurado. Pero cuando sabes que al Jurado le puede molestar una letra que llevas y tú y tu grupo optáis por cantarla, pasándote por el forro del disfraz lo que digan los demás, y arriesgándote a que el Jurado se te encabrone y te quite el uno, no puede uno sino quitarse el sombrero y ponerse de pie. Sí, porque la esencia del Carnaval es cantar lo que tú quieres, no lo que el público quiere que cantes. Normalmente, la toma de ese tipo de decisiones se adquiere con la madurez, o cuando te haces más viejo si lo prefieren. Cuando uno se hace mayor, cada vez le va dando más igual lo que piensen los demás sobre ti. Pero lo mejor de todo esto es que Juan Carlos Aragón lleva haciendo esto desde que le conozco y competía contra un servidor en chirigotas. Juan Carlos ha perdido finales, y por tanto premios, por no doblegarse a la demanda popular, en beneficio de sus santas gónadas, que le pedían cantar otras cosas. Y como daños colaterales, que seguro asumió como tales, sacó agrupaciones que no llegaron a contactar con el respetable, pero seguro que sí lo hicieron con su conciencia. Yo no soy fiebre de nadie. Unos años me gustan las cosas de un autor, otros me gustan menos y otros años no me gustan nada. Pero como autor valoro mucho la valentía de no someterse a más gustos que a los de uno mismo y su grupo. En tiempos de lo políticamente correcto y todo vale por un premio me alegra que existan Juan Carlos y los suyos. Chapó.
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