La familia de Manolo Santander junto al alcalde, la edil Lola Cazalilla y el socialista Óscar Torres.
La familia de Manolo Santander junto al alcalde, la edil Lola Cazalilla y el socialista Óscar Torres. / Lourdes De Vicente

Es solo un mosaico, pero encierra tanto... El nombre de un viñero, casi nada, que en el universo global puede parecer una nimiedad, pero en el barrio de La Viña es como invocar a un dios. Manuel Santander Cahué ya tiene una plaza en donde ahora juega su nieta, Manuela, a escasos metros de donde él vivía y a donde no volvió más después de ese aciago 3 de septiembre de 2019 en el que tan huérfano dejó al Carnaval gaditano. Este sábado, el alcalde en funciones, José María González ‘Kichi’, y la edil de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, inauguraban esta plaza en una mañana de sol castigador en la que amigos, familiares y aficionados rindieron tributo a un coplero de barrio que, sin pretenderlo y solo por afición, se convirtió en un mito del Carnaval.

Allí, en la ya antigua plaza de la Reina, estaba Meli Grosso, su viuda, que sigue esperándole en la orillita de La Caleta, junto a sus hijos Palmira y Manolín, y la hija de éste, Manuela, escuchando cómo Kichi imaginaba a Manolín “en esta misma plaza, en unos cuantos años, explicándole a Manuela quién fue su abuelo cuando mire hacia arriba y vea ahí su nombre. Para un vecino del barrio esta es una de las cosas más bonitas que te pueden pasar, dar nombre a una de sus calles”. El primer edil añadió que “para nosotros, que para eso sirve el callejero, significa una manera de tener siempre en la memoria colectiva la figura y la aportación de uno de nuestros paisanos”.

La chirigota que ahora lidera su hijo Manolín sorprendió a la familia con una letra para la ocasión

La sorpresa llegaba, como no podía ser de otra forma, con una copla compuesta por Carlos Pérez e interpretada por la chirigota que ahora lidera, como legado, el propio Manolín. “Esta coplilla es pa tu padre, pa tu marido, pa nuestro amigo y pa tu abuelo”, culminaba la letra para hacer brotar las lágrimas de la familia del recordado autor.

Una vez descubierto el mosaico con el nombre, la chirigota que fuera de Manolo y ahora dirige su hijo brindó al público coplas como los pasodobles de ‘La maldición de la lapa negra’, ‘Una especie en extinción, los chirigoteros’ o ‘El séptimo de caballería’, acabando con el inmortal ‘Me han dicho que el amarillo’. Al escenario subía también la comparsa que dirige Palmira, este año ‘El cantón independiente (que vivan las mujeres de Cádiz)’, para interpretar un pasodoble de ‘Los de Cádiz Norte’ que Manolo dedicó a su hija.

Queda para la eternidad un nombre impreso, en una pared, pero representa tanto cuando se lee...

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