Momo 'Carapapa' quema "a los autores que tiran por tierra a sus compañeros"

David Márquez realizó un recorrido por sus agrupaciones, destacando su ADN carnavalesco y la participación de su hermano Javi en su trayectoria

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David 'Carapapa' justo después de prender fuego a la figura del Gran Momo.
David 'Carapapa' justo después de prender fuego a la figura del Gran Momo. / Lourdes De Vicente

Dos veces ha representado David Márquez ‘Carapapa’ a Momo. En 2008 con una comparsa que ganó el primer premio y este martes de Carnaval, cuando ha dicho adiós, de mentirijilla, a ese Carnaval que no se irá hasta el Domingo de Piñata para mayor enfado de Doña Cuaresma. El autor gaditano, un “Momo viñero”, realizó en su pregón un repaso por sus trayectoria carnavalesca, con especial énfasis en la aportación de su hermano Javi, con quien firmó buena parte de su obra desde aquella chirigota juvenil de 1992 ‘Dale, dale, que no te engaña’. Porque el espectáculo ofrecido en la plaza de San Antonio respondía a “la historia de dos niños gaditanos que nacieron en el lugar y el sitio indicados”. “Mi historia y la de mi hermano, compañero de fatigas y de tantísimas batallas, artífice y culpable en gran medida de que yo esté hoy aquí”, precisó.

Carapapa, acompañado por su comparsa de este año, ‘El joyero’, mentó a su madre, Rosario Mateos, que en 1980 salió en la chirigota ‘Las molondritas’, de la peña El Molondro, en respuesta a esos maridos que ocupaban muchas horas de sus vidas en sus chirigotas de hombres. “Y rompieron los moldes, para decirte en febrero, que en esta fiesta de hombres no querían ser floreros”, señaló el Gran Momo, para quien, en la actualidad, “es esperanzador ver a la cantera, que no distingue entre niños y niñas”. Este canto al Carnaval femenino dio paso a la actuación de la comparsa ‘La chirigotera’.

De casta le viene al galgo. Recordó David a su abuelo, José Márquez, que salió en muchas chirigotas, algunas de Cañamaque. “Un año, desobedeció a la censura y se tuvo que esconder, porque se enteró que iban a buscarlo y no precisamente para felicitarlo. Pasó 23 días escondido en un aljibe de la calle San Félix, con la necesaria ayuda de los vecinos que, mediante un cubo, le bajaban comida y mantas para aguantar el frío”, explicó. El padre del Gran Momo también fue chirigotero. Joaquín, de quien Javi y David heredaron el mote de Carapapa. “Verlo disfrazarse era para nosotros un momento mágico”, confesó. Y también se acordó de su tío Lolo Márquez, que salió con Antonio Martín y con Paco Alba en ‘Los pajeros’, contando una divertida anécdota ocurrida con el burro que llevaba la agrupación en escena: “Cuando terminó la actuación nadie quería hacerse cargo del burro. Mi tío Lolo se lo llevó a una accesoria de la calle La Palma, donde él vivía. Esa noche, durmieron en la misma habitación mi tío, mi tía, sus cuatro hijos y el burro”.

Luego llegaron esas tardes en la trastienda del bar de su padre en la calle La Palma, representado en la escenografía, en esos años en los que estudiar en el colegio Jaime Balmes (Arbolí) supuso a David y Javi un acicate para convertirse en autores, puesto que en este centro se respiraba mucho Carnaval.

El Gran Momo echó al fuego a “los premios regalaos y a los patosos en la calle”

Habló David Márquez de sus inicios con aquellas chirigotas con ocho componentes y sin guitarras, como ‘Lo que quedó de la banda del Tío Perete’, ‘El rey Mauricio y sus fenicios’, ‘Blancanieves y los siete enanitos’ y ‘Los extraterrestres’. Más tarde, ya con guitarras y 12 componentes, llegaron ‘Los hijos del Lama’, ‘Don Quijote con Cervantes y colorantes’ o ‘Los pavos reales’. Después de destacar la aportación en la autoría en estas chirigotas de José Manuel Martínez ‘El taca’ salieron a escena los componentes de aquellas agrupaciones para cantar varias coplas y el recordado popurrí de aquellos ‘Pavos reales’. Se hacía llamar el grupo 'Antología churretosa El cuerpo de bomberos y un nota del joyero'. El nota del joyero era el Lali, con el tipo de 'El joyero', acompañado por ilustres como el propio Taca, Batidora, Josemi, Antonio el Negro, Antonio González, Pepe el Sopa, Fran López (el enano del cuarteto de Morera), Valdés, Emilio (el que iba de Blancanieves) o Juanma Rojo.

El encuentro con Ángel Subiela

El repaso siguió por la primera comparsa de los Carapapa, ‘La cuadrilla’, dirigida por Ángel Subiela, de quien Momo dijo que “es de bien nacido ser agradecido y, más allá de las diferencias que hayamos podido tener, esta noche tan bonita para mí quiero acordarme de él y agradecerle públicamente que depositara su confianza en nosotros y que nos diera la oportunidad de morder la manzana”.

Y surgió la historia de ‘Los duendes coloraos’, comparsa montada en 17 días, entonando ‘El joyero’ su presentación. “Cuando este teatro se queda vacío”, ya saben. Alusiones a las dos comparsas fuera de concurso, ‘Los trovadores’ y ‘Los bandoleros’. “. Por cierto, no fuimos ni los primeros, ni los últimos. Se nos dio mucha caña, quizás no se entendió, quizás no lo explicamos bien, pero -en definitiva- me quedo con las coplas”, manifestó.

Joaquín y Rosario, sus padres, le cedieron el fuego que quemó la figura de Momo

Uno de los momentos más emotivos se produjo cuando aparecieron Inés, la esposa de Carapapa, y sus hijas María y Manuela, que forman una familia, “mi joyero”. “Mis dos pequeñas me preguntan cuándo salgo del cuarto, “papá ¿cuántas canciones te quedan?”. Y sonríen y me aplauden cuando les digo una menos que el día anterior”, contó con el brillo en los ojos.

Fueron sus padres, Joaquín y Rosario, quienes le cedieron el fuego para que David Márquez prendiera a la figura de Momo, intentando hacer arder en el Carnaval “a los que quieren ser protagonista sin serlo, los que se creen más que nadie, los premios regalaos, los patosos en la calle, los que nos dicen cómo debemos hacer carnaval y, por supuesto, esas letras y autores que tiran por tierra a los compañeros, esas que hablan de nuestra vida personal con la única intención de hacer daño para tener un minutito de gloria”.

El espectáculo, organizado por la Federación Provincial de Peñas Gaditanas y con dirección escénica y regiduría, junto a Miguel Ángel Fuertes, de Paloma García, acabó con David Carapapa prendiendo al Momo, que ardió frente a la iglesia de San Antonio.

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