“El pasodoble debe emocionar desde el primer día, si no es que no vale”
Manuel Sánchez Alba 'El Noly'
'El Noly' pone música a ‘Los listos’, que debuta esta noche con una comparsa “con más color y más carnavalesca que ‘Los luceros’”
Solo los elegidos son capaces de causar expectación en el Falla solo con sus músicas de pasodoble. Él es uno de ellos. Viene brindando a la afición y a la historia del Carnaval grandes joyas desde mediados de los 80, con composiciones que han pasado ya al imaginario colectivo. Esta noche podrá escucharse por primera vez en este Concurso una de las dos músicas que nos trae este año, la de la comparsa ‘Los listos’, que dirige Ángel Subiela. Más adelante se estrenará su chirigota, ‘Noche en el museo’. Hace cuatro años que no puede disfrutar del Carnaval debido a una dolencia que le tiene recluido en su casa (facilitada por la Asociación de Autores, a la que agradece la ayuda), a la espera de una operación. Solo realiza incursiones esporádicas a los ensayos. Pero la guitarra no le abandona y viceversa. “Mi música estará ahí mientras pueda”. Es Manuel Sánchez Alba, ‘El Noly’. Sobran presentaciones... aunque nunca pasodobles.
–¿Cómo se encuentra?
–Pendiente de operarme y con la pena de no poder ir al Falla por problemas de movilidad, pero dejaré el viernes –la entrevista se hizo el pasado miércoles– a la comparsa calentita.
–En el idioma Noly, ¿qué significa eso?
–Que la voy a dejar preparada para el lunes –por hoy–, aunque me hubiese gustado hacerlo el mismo día del debut, pero por motivos de salud no puedo. De cómo se debe cantar, aunque es un conjunto muy experimentado y sé que no va a fallar. Pero a ellos les gusta que les diga mis cosas.
–Que son unas palabras, como hemos visto en muchos videos, muy particulares, llenas de sabor carnavalesco.
–Son improvisaciones, yo no preparo nada.
Pero tienen su sentido. Y tienen que ver con lo mismo: cómo se canta un pasodoble de Carnaval.
–Todo tiene que ver con la manera de cantarlo, de vivirlo, sin sufrirlo. Porque el primer día es clave, con muchos nervios. Ya el segundo día es diferente. Tanto a la comparsa como a la chirigota les gusta que yo les de mi pequeño sermón (risas) antes de salir. A las explicaciones les meto mucho confeti, papelillos, plumeros. Y que se sientan ellos identificados con lo que verdaderamente es nuestro Carnaval. Yo soy muy tradicional, muy purista, aunque me gustan otro tipo de agrupaciones. Pero, claro, mis explicaciones vienen de muy atrás. Les hablo sin querer con metáforas. “Quillo, tú tienes que cantar con un plumero”. “Tienes que lucirte como un rollo de serpentinas”. Les digo que no se preocupen de sus voces y sí de los oídos de los que escuchan las coplas. Lo mismo que digo que a la música no hay que forzarla al crearla, con los componentes pasa lo mismo. Les digo que canten, simplemente, que no fuercen. La música les va a llevar a donde tiene que llegar. Tienen que dejar un caramelito metido en el oído del aficionado.
–Es usted consciente de no tener ni un solo pasodoble feo en su historial.
–Está mal decirlo, pero es la verdad. Tuve la suerte de que gustaron desde el principio. Recuerdo que la primera entrevista que me hicieron, en 1985, me la hizo Enrique Treviño. Me preguntó cuál era mi ilusión más grande en el Carnaval. Le expliqué que yo vivía en Portería de Capuchinos y que el director de Paco Alba, Emilio, vivía al lado, en Profesor Alcina Quesada. Entonces nosotros, de niños, nos poníamos a cantar las coplas de Paco. Él pasaba y se le veía la cara de satisfacción. Y mi ilusión siempre fue la misma, que mis músicas se cantasen. Y dio la coincidencia que desde el primer año que sacamos por adultos, en 1984 con ‘Las brujas pitis’, ya se cantaba ese pasodoble y se sigue cantando. Así que mi sueño lo cumplí pronto.
–No le vamos a preguntar por la fórmula mágica, pero al menos explique el proceso de elaboración de sus pasodobles.
–No soy persona de coger la guitarra y ponerme a hacer un pasodoble. Eso es forzar a la música, y a la música no se le puede forzar. Es todo lo contrario. La música te lleva a ti. En cualquier momento siento una sensación y grabo lo que se me ocurre, en una grabadora antigua. Me dejo ir y la música sale sola. A lo mejor sale un pasodoble entero. O medio. A lo mejor pasan tres meses y no me ha salido nada. No, no hay que forzar a la música.
–Según su criterio, ¿qué debe tener un pasodoble de Carnaval?
–Es muy sencillo. Que desde el primer día que cantes la gente se inquiete, se conmueva, se emocione. Si no en la primera música, en la segunda. Si pasan ya dos o tres músicas y no aparecen esas sensaciones, el pasodoble ya no vale. A mi entender, eh, y según mis gustos. Que hay músicas que no me emocionan y a otra gente sí. Y también es muy importante que tenga tres partes: principio, trío y final. No hacer un pasodoble muy largo. Que se están haciendo. Cuanto más largo los hacen, más feo es. Y más tienen que escribir los letristas, aunque parece que ellos prefieren que sea más largo para poder contar todo lo que quieren contar. Los años que estuve con Joaquín Quiñones la música era más corta. Ahora, El Chapa me pide a lo mejor algunas fracesitas más. Pero siempre cuidando las tres partes que debe tener, no sacando ahí una parte que no pegue.
–¿Cuáles son sus referentes en el Carnaval como autores?
–Hombre, tuve la suerte de salir con Agustín Chimenea en ‘Trigolín y las letras locas’ en el 80’ , ‘Los vampiros tajarinas’ en el 81 y ‘Los paños de cocina’ en el 83, y con Fletilla en ‘Chochitos y cotufas’ en el 82. También con López Romo en ‘Los chismosos de las cortes’ en el 83. Tuve la ocasión de salir con Juan Poce, pero el Chimenea me dio mucho calor y no quería que me fuera. Guardo mucho cariño de ellos... pero mi referente es Paco Alba.
–Casi nada. Otro que no tiene un pasodoble feo.
–No, no, no. Creo que no va a salir alguien como ese hombre. Y si sale, yo no lo voy a ver. Tanto en letra como en música era un genio. Se llegó a decir que si la mujer tocaba el violín, que si salía en una banda y no hacía la música, que si las letras eran de Pemán... todo envida pura, como siempre. Paco ha sido el mejor, aunque después hemos tenido grandes autores como Antonio Martín, que ha creado escuela. Y Martín, aparte de ser un maestro, es capaz de hacer pasodobles de comparsas y chirigotas y tangos. Yo también he tocado todos los palos, pero tiene más mérito hacerlo, como él, en música y letra.
–¿Cuál es el mejor pasodoble que usted ha creado?
–No puedo elegir uno en concreto, aunque sí los que más me han emocionado. Como el de ‘Los vikingos’ cuando Quiñones me dedicó una letra y yo no lo sabía. Esa música en comparsas me encanta. Y otras que vinieron después para ese grupo. No tengo ninguna favorita, son todas mis hijas. Son muchas especiales, eso sí. Hay pasodobles que se cantan en muchas reuniones carnavalescas como ‘Los inventores’, ‘Las brujas pitis, ‘Las viudas’, ‘Los agarraos’, ‘Los caballeros de la edad media’...
–¿Tanto ha cambiado el Concurso desde que usted comenzara?
–Muchísimo. Hay más fanatismo que afición. En los 80, aunque había rivalidad, nos escuchábamos los unos a los otros. En el 82 escuché en un ensayo a ‘Los cruzados mágicos’ y cuando llegué al ensayo nuestro, de ‘Chochitos y cotufas’, dije que esa chirigota iba a hacer historia. Por el popurrí sobre todo. Fletilla se ponía malo y preguntaba “¿pero quiénes son esos niños, que no puedo dormir por la noche ni ná?”.
–¿Y la forma de componer?
–Depende de los autores. Yo echo de menos al maestro Antonio Martín, cuya comparsa era la más tradicional. Aunque Juan Carlos Aragón, desde el punto de vista musical, se estaba acercando mucho, pero de otra forma. Su grupo ya cantaba más claro, limpio, con más vocalización. Hay autores que han cambiado mucho, que no tiene nada que ver lo de ahora con sus principios.
–Este año presenta usted en el Falla dos pasodobles. Háblenos de ellos.
–El de la comparsa es una monería, no sé cómo me ha salido. Es más chirigotero, más simpático. El año pasado con ‘Los luceros’ no fui casi nada a los ensayos, y eso se nota. En finalizaciones de notas, en cuando hay que bajar o subir. Si no está allí el que lo ha hecho para recordar los matices, a la gente se le olvida. Porque son muchos días y demasiado hicieron las criaturas. Pero el pasodoble ese era muy bonito. Este año es menos meloso, pero más simpático y con mucho pellizco.
–“Simpático”, curioso adjetivo para un pasodoble.
–Pues la simpatía en la comparsa quiere decir que tú cantes y transmitas a la gente alegría. Es decir, la música te lleva a cantar bien. He cambiado el principio con respecto a años anteriores.
–¿Y el de la chirigota?
–Este año es más cortito. Me había dado cuenta de que me había excedido en la métrica, quizás acostumbrado ya a la comparsa. El año pasado ‘Los fantasmíbiris...’ se quedó fuera de la final y no debía haberse quedado fuera. El pasodoble es del mismo corte de siempre, de los míos, aunque más corto. Va a gustar mucho.
–Este lunes debuta su comparsa, ‘Los listos’. ¿Qué nos trae esta agrupación este año?
–Intenta traer raíces, tradición y al mismo tiempo una comparsa renovada. Ya se sabe que, como es normal, las letras son contemporáneas, pero la música es muy, muy tradicional. Va a ser una comparsa muy agradable en el disfraz. Una comparsa con más color en todos los aspectos, más carnavalesca que ‘Los luceros’. Con más cabalgata, con más borrachera.
–Su trayectoria está fuertemente ligada a la de Manolo Santander, con quien hizo chirigotas como ‘Los piratas de la cascada’ o ‘Los de la roca’, amén de coincidir en ‘Las brujas pitis’, ‘Que viene el coco’ o ‘Los locos de la colina’. Compartieron ustedes barrio y amigos. ¿Qué sensación le dejó su marcha y le deja su ausencia?
–Fue un impacto. Estuve paralizado cuatro días preguntándome cómo podía haber pasado eso. Me crié con él. Nos buscábamos la vida los dos con 15 años pintando, poniendo cintasol. Yo me río de las amistades de la gente cuando una persona falta, roneando. Y me voy a callar. Le tenía un gran cariño, aunque discutíamos mucho. Me lo presentó su hermano Emilio y surgió hacer una chirigota, ‘Los piratas de la cascada’. Me cayó bien y fue mutuo. Ensayábamos en la peña La Mascarada. Yo era verdaderamente amigo de él. Me ha dolido mucho, aunque personas así nunca mueren por la huella que dejan. Le quería mucho. Por mucho que nos quisieron separar los correividiles, pero no lo consiguieron. Incluso llegué a hacer unas declaraciones muy desafortunadas cuando yo personalmente no estaba pasando por un buen momento. Me equivoqué, pedí disculpas. Lo único que quiero es desearle mucha paz y felicidad a Meli y a sus hijas. Mando un abrazo a su familia. No pude, por mi situación, asistir a su entierro.
–Se fue un defensor del purismo, como usted.
–Era de los míos. Sus coplas permanecerán en la historia.
–Mal año para la fiesta.
–Muy malo. La de Juan Carlos Aragón ha sido otra gran pérdida. Como escribía ese hombre no va a escribir nadie. Desde que empezó yo sabía que ese hombre estaba haciendo algo distinto. Diría que era el mejor escribiendo en los últimos tiempos. También me impacto su muerte. Tenía un gran futuro por delante. Aunque mi roce con él no era como con Manolo, claro está. Cuando empiece el Concurso los aficionados de verdad nos daremos cuenta de que falta algo. Como dijo Manolo Morera, y estoy de acuerdo, el Carnaval queda huérfano.
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