Peregrinos
Doña Cuaresma
No hago más que contar los días y rezar para que mi mala salud de hierro me permita llegar a 2027 y disfrutar del siguiente Año Xacobeo. No es que yo tenga muchos pecados, bah, alguna copita de vino dulce y alguna maldición por lo bajini a estos aduladores del maligno. Mientras llega hago cada domingo mi recorrido por la calle Santiago y entro en Candelaria por el túnel meciéndome a ritmo de la marcha Cádiz Cofrade. Qué bonito por Dios. Esa pedazo de Filarmónica de Conil, con ese director tan moreno, tan serio, a la cabeza, eso sí que es un director como Dios manda, y no los de las comparsas. Me van a comparar ustedes la carita gitana del conileño con la del tal Javi Bohórquez, que no está bonito ni entre nubes de algodón.
El caso es que no hay cosa que más me alegre que verme rodeada de peregrinos en Cristo en esas calles empedradas de la capital compostelana. Incluso un año pensé que estos indocumentados empezaban a entrar en razón cuando tuve conocimiento de una comparsa que llevaba por nombre ‘Los peregrinos’ y que entonaban un Credo. Pero nada, como siempre, mi gozo en un pozo. Cuando los vi comprobé que su sonata era otra herejía más y que en lo único que cree esta pandilla de vagos es en la caja y el bombo. Pregunto: ¿No estaría bonito Cádiz llena de peregrinos en vez de estarlo de meonas con las bragas por las rodillas convirtiendo la calle Sagasta en un Ganges pestilente? Pues nada, a lo más que llegan es a fichar a un tipo que se apellida Pellegrino y que, me temo, no obrará ningún milagro.
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