Rockola

En la final

La cafetería de Rockola vuelve a abrir sus puertas en plena madrugada. Tangos de pasión, aunque menos efectivos. Sentimentalismo en la primera letra, en la que cuentan lo que parece que es el cuidado a una niña pequeña antes de acostarse. Sin embargo, en el giro final -uno de los recursos de este COAC que se nos va de las manos- se descubre que es una abuela con Alzheimer que, aunque peine canas, hay que tratarla como a "una niña chica". La pasión se transforma en denuncia en la segunda letra, un poco mejor, al placer bien entendido entre dos personas que gozan "de forma libre y consentida" frente al de una persona que usa la violencia para poder obtenerlo al violar a una mujer. Cuplés metacarnavaleros para cerrar su participación. Un poco por encima el segundo al VAR en el Falla y la acción de los árbitros, ya que Miguel Ángel Fuertes utilizará la espuma para que nadie se pase de la raya. Regular el primero al debate de la fecha fija del Carnaval, que les da igual si en Semana Santa dejaran la carpa.

En semifinales

El rock and roll vuelve a sonar en el Falla. Mucho ritmo para defender la esencia de la fiesta gaditana, aunque lo canten desde una cafetería norteamericana. Con un conjunto casi infalible y que sabe defender con brillantez su propuesta de coro, las letras se quedan un poco a la zaga en el momento en el que se juegan su destino para volver a repetir en la Gran Final, sobre todo por la elección de dos letras de tango metacarnavaleras. La primera lleva implícitamente un llamamiento a las mujeres para que sean autoras de Carnaval al contar la carta que una abuela le entrega a su nieta en forma de piropo a Cádiz para que lo cante por ella. Una canción alegre y serena para una tierra que por dentro se muere de la pena. Una copla con la que piden que la mujer tenga en la fiesta el sitio que se merece. La segunda letra es de consumo interno -a estas alturas es lo que menos les ayuda a competir- por las críticas que recibe este coro de los que consideran que es un musical. A pesar de ellas, aseguran que el tango es su seña de identidad. Pinchan en los cuplés, en los que se suelen defender bien, a los dos misiles para Kim Jong-un que Donald Trump planta en un váter y a la berza que le hacía Bárbara Rey al rey Felipe VI, que era más rica que la de su madre Sofía. Échale más Coca-Cola.

En cuartos

las coplas. Una nueva noche para salir a bailar rock and roll en una cafetería en la que se reúnen los macarras, los niños de papá y mamá, los jugadores de fútbol americano y las animadoras. El Coro de los Estudiantes mejora las prestaciones de su primer pase tanto en la interpretación, más relajada, como en su repertorio, con letras para competir. Destaca el primer tango al relato de un caso de acoso sexual en el trabajo de un jefe a una empleada, recordándole el jefe que tal y como están los trabajos que sea lista y que no queme su paciencia. Más contundentes se muestran en la segunda letra de crítica al Obispado de Cádiz por lavarse las manos por los derechos de un trabajador o hacer negocios con la vida de la gente. El requerimiento de Andrea Janeiro provoca el efecto Streisand y le cae el primer cuplé de los cuartos al meterla dentro del oso cuando quiere salir en el coro. Simpático el segundo a las pelucas de las macarras, que sirven de maniguetas. El musical del popurrí lo interpretan a la perfección.

Las coplas. Una nueva noche para salir a bailar rock and roll en una cafetería en la que se reúnen los macarras, los niños de papá y mamá, los jugadores de fútbol americano y las animadoras. El Coro de los Estudiantes mejora las prestaciones de su primer pase tanto en la interpretación, más relajada, como en su repertorio, con letras para competir. Destaca el primer tango al relato de un caso de acoso sexual en el trabajo de un jefe a una empleada, recordándole el jefe que tal y como están los trabajos que sea lista y que no queme su paciencia. Más contundentes se muestran en la segunda letra de crítica al Obispado de Cádiz por lavarse las manos por los derechos de un trabajador o hacer negocios con la vida de la gente. El requerimiento de Andrea Janeiro provoca el efecto Streisand y le cae el primer cuplé de los cuartos al meterla dentro del oso cuando quiere salir en el coro. Simpático el segundo a las pelucas de las macarras, que sirven de maniguetas. El musical del popurrí lo interpretan a la perfección.

En preliminares

El tipo. Una cafetería norteamericana de los años 50. las coplas. A ritmo de rock and roll. Mucho por vivir en el sueño americano. Brillantina y mucha música. El Coro de los Estudiantes repite el esquema que le funcionó el año pasado para conseguir entrar por primera vez en la Gran Final y se lo juega todo a la carta de la musicalidad. La evolución del coro. Una opción que este grupo defiende a muerte. Una propuesta que, al final, se fija más en el envoltorio que en el contenido desde una animada presentación. Se notan los nervios de la responsabilidad en el primer tango, que luce más cuando es piano que cuando busca la potencia al acelerarse. Letra de trámite en la primera copla al recordar el sueño del cuarto premio de 'La reina de la noche'. Bueno - y mejor ejecutado- el segundo tango al circo de los plenos municipales, repartiendo a diestro y siniestro. Simpático el primer cuplé a su candidatura para ser jurado, pero no les eligen por poner que fueron ninfas el pasado año. Una imprecisión en el remate desluce el segundo a los nombres de los temporales. Mucho por vivir en el COAC.

La previa

En la tercera sesión de la fase preliminar comienza la competición en la modalidad de coros. Y lo hace con el Coro de los Estudiantes, que en el pasado COAC completó su proceso de madurez al alcanzar su primera final con 'La reina de la noche'. Con un grupo joven y unas ideas renovadoras, ha supuesto un soplo de aire fresco en la modalidad que permite acercarla a la juventud. El nombre promete un nuevo espectáculo musical sobre el escenario.