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"Seguro que si saliera ahora no sería ni sombra de lo que fui"

El cantautor iniciará hoy la fiesta grande de la capital gaditana con un pregón diferente, una obra de teatro que también pretende ser el broche de oro perfecto para despedirse definitivamente

Antonio Martínez Ares posa en el cartel que señala que se encuentra en la plaza de San Antonio, donde esta tarde ofrecerá un pregón de Carnaval diferente.
Pedro Manuel Espinosa / Cádiz

02 de febrero 2008 - 01:00

-¿Está más cansado que nervioso o más nervioso que cansado?

-Lo que estoy es patéticamente histérico, acojonado, tengo las fatiguitas de la muerte aquí, rondándome entre el esófago y tal. También estamos cansados porque al final nos ha faltado algo de tiempo para no hacer un pregón fácil, y como yo tampoco soy un tío fácil...

-¿Se imaginaba que crear un pregón era tan complicado?

-Sí, lo que no me imaginaba era hacer un pregón simple. Es muy fácil subirse arriba de un tablao en San Antonio o cualquier otro sitio con tres folios y arropado por una agrupación y ellos cantan, yo hablo y al revés. Cada uno tiene su forma de hacer, pero en este caso será una especie de obra de teatro que podrá gustar o no, pero currado está.

-Por eso dijo alguna vez anterior que no al ofrecimiento.

-Por eso y por otros motivos. Yo dije adiós con todas sus consecuencias. Quería ser el Guadiana pero para nunca más volver. También es cierto que por respeto a la alcaldesa y al pueblo de Cádiz no me podía negar, aunque la gente tiene que entender que esto es una responsabilidad muy grande y me da mucha vergüenza ponerme delante de un público.

-¿Qué estresa más, el debut de una comparsa en el Falla o esto?

-No tiene ni punto de comparación esto con hacer una comparsa y ponerla en el Falla. A lo mejor me equivoco y el día 3 te digo que esto es más fuerte todavía. De momento, lo que sé es que esto es otra cosa.

-¿Arrepentido de haber dicho sí a la alcaldesa?

-En ningún momento. Lo que tengo claro es que esto conlleva un montón de cosas, es jugármela, porque la gente piensa que a lo mejor el pregón va a ser una bomba carnavalesca, y no sé si va a cumplir todas las expectativas del público. Yo voy con una cosita muy a mi estilo pero tampoco hay todo el Carnaval que la gente pueda creer.

-¿Qué es lo más bonito que le ha pasado desde que le nombraron pregonero?

-Pues recordar cosas y, sobre todo, ver que mi nombramiento ha sido acogido unánimemente con agrado. También levantar el teléfono para contar con alguien y tener siempre un sí. Eso, para mí, no tiene precio.

-¿Y lo más desagradable?

-No haber tenido todo el tiempo que hubiera querido para prepararlo mejor.

-Diez años ha tardado Antonio Martín en aceptar aquella bandera blanca que enarboló en 'El vapor', ¿se lo ha pensado bastante, no le parece?

-Bueno, es posible, no lo sé; de todas formas, creo que era el momento, fíjate. Alguno en la radio ha dicho que es un falserío impresionante, otros creen que la letra está hecha con el corazón... lo mismo podrían haber pensado de mí cuando lo hice yo. Hay gente que lo ha tildado de oportunista porque dicen que con esto ha buscado una forma de meterse en la final del Falla, no lo sé. Yo me tengo que creer lo que él me dijo y así lo hago, que está hecho con el corazón. Me cantó ese pasodoble y lo recibí con mucho orgullo y con mucho honor. Lo que piensen los demás es algo que no me importa.

-Ahora que ya no es un niño, ¿Martín o Paco Alba?

-Prefiero Martín, las cosas como son. Paco Alba fue el creador de la comparsa pero mi referente es Antonio, el que me atrajo al mundo del Carnaval fue él.

-Ha vuelto a acercarse al Carnaval tras varios años en el exilio voluntario. Después de ver como siguen las cosas, ¿le han entrado ganas de volver o con cada paso que da alejándose más fácil se le hace el siguiente?

-Me quedo más con la parte última de la pregunta. La gente me pregunta ¿no te animas? Y yo contesto: no, me desanimo. Ya me considero un viejo para esto del Carnaval. No suelo frecuentar los foros pero una vez leí en uno que ya estaba bien de mendigar mi vuelta y de me regalaran el oído. Nada más lejos de eso, no lo pretendo en absoluto. Quiero que esto sea un adiós definitivo, bonito y todo lo demás, pero no me ilusiona regresar. He vivido muchas cosas bonitas en el Carnaval pero otras no me compensan, con lo cual me quedo donde estoy.

-En todo este tiempo de retiro, ¿ha escrito algún pasodoble de carnaval para matar el gusanillo?

-No, de hecho he tenido que hacer de prisa y corriendo uno para cantarlo en el pregón. Estoy seguro de que si ahora saliera en el Concurso no sería ni la sombra de lo que fui.

-¿'La milagrosa' habría ganado este año?

-No, no. Seguro. El rol de comparsas ha cambiado mucho. Veo ahora comparsas que están muy bien pero no me dicen mucho. A lo mejor es por lo que te decía antes, que me hago viejo. Me estoy pareciendo a mi padre, que se queda con Paco Alba y no le gusta otra cosa. Igual estoy yo ahora, no hay nada que me guste. Para hacer algo que esté fuera de tiempo me quedo en mi casa y no amargo a nadie.

-O sea, que el Carnaval ha cambiado mucho desde que se marchó, ¿no?

-El Carnaval siempre cambia. Nos complicamos mucho la vida.

-¿Qué pasodoble le habría gustado cantar en el Falla y se le quedó en el tintero?

-Alguno dedicado a las parejas de homosexuales que no pueden tener a un crío como pareja... y, no sé, algún cuplé borde, borde.

-Para usted, ¿cuál es la mejor comparsa de la historia?

-Uff, hay muchas. 'Soldaditos' o 'Entre rejas', con esas dos vale.

-Y de las suyas, ¿la mejor y la peor?

-'Los piratas' y 'La niña de mis ojos' son las más completas. Y entre las peores hay muchas. Mira, empiezo: 'De locura', 'Esto es Carnaval', lamentable; 'Doremifasoleando', chungo; algo de 'Los templarios', 'La revolución' y 'Calabazas', también cambiaba yo... Y vamos a dejarlo ahí porque si no, no me quedo con ninguna.

-¿Qué es lo que más le gusta hacer del mundo?

-No hacer nada. Y leer, y escuchar música.

-El último libro que ha leído.

-Un siglo llama a la puerta, de Ramón Solís, en la época del 1812 aquí en Cádiz. Impresionante. Y también El niño del pijama de rayas.

-La cualidad que más valora en una persona.

-La honestidad sobre todo.

-¿Y lo que más odia?

-Pues la falta de sinceridad. Me puede.

-¿Cuál es su mayor virtud y su peor defecto?

-Seguramente tendré alguna virtud, pero, no sé, trabajar bajo presión quizá. ¿Y mi mayor defecto? No escucho, no sé escuchar.

-¿Le habría gustado tener hermanos?

-Sí, al menos uno más, para darle cosquis.

-¿Se considera una persona solitaria?

-Sí, soy muy lobo solitario. Cada día me gusta más estar dentro de la cueva. Me busco, todavía no me he encontrado. Incluso hay que buscarse en otras personas.

-¿Cuántos pecados capitales comete Cádiz cada día?

-No lo sé. Está el estereotipo de la vagancia, la pereza, pero no creo que sea algo propio de aquí. Eso es del gaditano y del hawaiano.

-¿A qué le teme más?

-A no llegar a final de mes.

-¿Qué piensa Martínez Ares de Martínez Ares?

-Pues todos los días cuando me levanto me digo, hay que ver la carita que tienes, je, je. Soy una persona que debería creer más en sí misma. Cada vez que enciendo el móvil me sale un mensaje que dice: tu puedes, porque como no me dé ánimos yo mismo, chungo.

-La gente siempre dice que anda usted por Madrid o Barcelona, pero ¿sigue viviendo en Cádiz, no?

-Sí. Mi cuartel general está aquí, aunque sé que dentro de muy poco me iré.

-¿Piensa que como autor tiene más futuro que como cantante?

-Como cantante tendré futuro cuando la gente quiera que lo tenga. Conozco a gente que canta menos que un grillo mojado y son famosos. Yo vivo con la cruz que tengo de ser el comparsista, no el cantautor. Hay muchos gaditanos que son grandes artistas, que han salido en Carnaval y sin embargo no llevan, en el buen sentido de la palabra, la cruz del Carnaval, yo sí, la llevaré toda mi vida y me parece muy bien, pero la llevo.

-Un lugar para perderse

-Jimena de la Frontera. Me encanta.

-La última película con la que lloró.

-Descubriendo nunca jamás.

-¿Quién ganará las próximas elecciones generales?

-Espero que nadie. Que el primer premio lo dejen desierto.

-¿Qué Cádiz se imagina para 2012?

-Idílico no creo que sea. Espero que sea un Cádiz con más trabajo, con menos penas y con menos lastre, un Cádiz que tenga el mismo espíritu de libertad de hace 200 años y sea capaz de echarse a la calle para recuperar cosas, que ya está bien de perder tantas.

-Los aficionados pensaban que su pregón podría ser una buena ocasión para reunirse con antiguos componentes de sus comparsas, ¿por qué ha preferido que no sea así?

-Porque no quiero reunirme con antiguos componentes, porque sería una hipocresía por mi parte. Por ejemplo, si Antonio Martín me canta un pasodoble y me dice que es de corazón yo me lo tomo como eso. Otra cosa es que yo lleve arriba de San Antonio a gente con la que ni siquiera nos miramos a la cara. Sería como si sólo nos perdonáramos por el Carnaval. Pues no. El Carnaval nos unió pero también nos separó y así debe quedar.

-¿Por qué ha elegido el tipo de pirata para el pregón?

-Porque creo que es fácil que la gente se pueda vestir de eso, con un parche y un pañuelo ya eres un pirata. Y también porque con esa comparsa, por qué no decirlo, nosotros estuvimos muy cerca de tocar el cielo.

-¿Es posible erradicar la envidia y los malos rollos del concurso?

-Qué va. Al contrario, cada vez habrá más.

-La adicción al Carnaval, ¿es una enfermedad?

-Por supuesto. Carnavalitis aguda. Para curarse hay que poner tierra de por medio. No ver el concurso, no leer nada, no estar aquí... En definitiva, lo que yo voy a seguir haciendo. Yo estuve a punto de ser un enfermo del Carnaval.

-¿De qué se arrepiente más en su trayectoria carnavalesca?

-Pues de no haberle dedicado más tiempo a la gente que más cerca tenía. Por lo demás, el Carnaval me ha dado de comer y de vestir. Así que le debo la vida.

-Si un día alguno de sus dos hijos le dijera que quiere escribir una comparsa, ¿lo animaría?

-Claro. Hoy por hoy a ninguno le gusta pero si quisieran les diría que si lo hacen, que lo hagan bien.

-¿Qué espera del futuro?

-No sobrevivir a mis hijos. Poder darles un futuro a ellos, ser feliz, vivir de lo que hago pero, sobre todo, no sobrevivir a mis hijos.

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