Antonio Fernández-Repeto: “Con el coro ‘Los dedócratas’ hicimos historia sin creerlo ni quererlo”

Retrocarnaval

Tuvo el honor de participar directamente en dos agrupaciones míticas del Carnaval en democracia: el coro que revivió la modalidad y la chirigota callejera de Gómez y Emilio Rosado

Antonio Fernández-Repeto en su domicilio de la calle Valverde.
Antonio Fernández-Repeto en su domicilio de la calle Valverde. / Jesús Marín

Antonio Fernández-Repeto es, por encima de todo, “un aficionado al Carnaval de toda la vida”. En su familia “había mucha tradición carnavalesca y al patio de su casa en la calle Valverde “venía a cantar el coro de El Quini, todos los miércoles de Carnaval”. Lo que no podría imaginarse es que acabaría participando, y de qué manera, en el arranque del Carnaval en democracia, llegando a la fiesta casi sin pensarlo.

“Yo estaba en la cuadrilla de Jesús Caído, con Salvador Ramallo ‘Mayeto’ y Miguel Ángel Maján ‘Poleo’. Y un día vino Poleo a decir que iba a sacar un coro con Miguel Villanueva. Y una serie de amigos decidimos entrar. Vino gente por otros lados, de distintos contactos. A través de Villanueva vinieron chavales de Magisterio, como El Gómez y Emilio Rosado. Y así se fue formando el coro”, explica. Habla de ‘Los dedócratas’, esencial para entender, en el año 1977, la transformación de nuestro folklore y la transición entre las Fiestas Típicas de mayo y el Carnaval de febrero. 

Eran noveles casi todos, muchos de ellos profesionales liberales como médicos o abogados, “para quienes entonces estaba mal visto salir en agrupaciones”. En el caso de Antonio, oftalmólogo, “aquello no fue un problema porque en mi familia gustaba mucho el Carnaval. Mi padre entonces ya había muerto, pero no le hubiera importado que yo saliera”. Y Antonio aprovecha para recordar que dos o tres años años después “Juan Bartual, catedrático otorrino, se vino al coro y se tuvo que enfrentar al decano de Medicina, que no veía bien que saliera. Al final salió y no tuvo ningún problema”, relata. 

“Nos propusimos sacar un coro sin tener ni idea. Empezamos a ensayar en los antiguos servicios de SMAE en el baluarte de La Candelaria. Las voces, cada uno por su lado. La voz cantante la llevaba Villanueva y el director era Poleo, que tampoco tenía mucha idea de música. José Mari Santamaría, que tocaba la guitarra, también intentaba dirigir, con Marcos Zilberman, que tocaba la bandurria. Pero aquello sonaba que era una porquería”. Fernández-Repeto quería salir cantando, pero faltaban bandurrias y tuvo que apoyar a la orquesta. Había aprendido a tocar este instrumento, “de oídas”, en la tuna de Medicina. “Me hice dos disfraces diferentes y después del Concurso, al final del Carnaval, salí cantando”, evoca.

Fernández-Repeto, justo abajo con disfraz de color negro, en el coro ‘Los dedócratas’.
Fernández-Repeto, justo abajo con disfraz de color negro, en el coro ‘Los dedócratas’. / D.C.

Ese año, el gran Macías Retes, que sacaba el coro ‘Las figuras del ajedrez’, se acercó al ensayo de ‘Los dedócratas’. “Nos echó un cable para meter las voces y Eugenio Barriola ‘El Wiwi’ nos intentó enseñar la voz de los bajos. Ellos, lógicamente, no veían entonces en nuestro coro rival alguno para el Concurso”, señala. 

El coro “acababa los ensayos y en la puerta del baluarte antes de irnos nos decíamos que el coro no iba a salir, que eso no valía ná”. Hasta que Mayeto habló con el maestro Antonio Escobar, que llegó en Navidad y empezó a afinar. “Si escuchas grabaciones, los bajos no cantaban, solo hacían lo lo ló. No dio tiempo en un mes a montar las voces en condiciones, pero se consiguió que sonara medio bien”.

Días antes del inicio del Concurso del Falla, cuando el coro estaba ensayando en la calle Magistral Cabrera, volvieron a aparecer Macías Retes, Wiwi y otros integrantes de ese coro. “Cuando escucharon el coro nos dijeron: ‘nos habéis quitado el primero premio’. Habíamos logrado sonar bien y estábamos animados”.

"En ‘La guillotina’ se veía ya que Emilio Rosado y El Gómez eran especiales escribiendo”

Pero, ni de lejos, se esperaba Antonio la repercusión que iba a tener ‘Los dedócratas’. “Para nada. Hicimos historia sin creerlo ni quererlo. Nos causaba mucho respeto el Falla. Nosotros no habíamos salido para competir, solo para pasarlo bien, y contribuir a que hubiera un coro más, que por entonces salían muy pocos. De hecho, ese año saliero tres: el de Macías Retes, el nuestro y ‘Los de la bota’ de El Astro”. 

Al pelotazo de ‘Los dedócratas’ ayudó, y mucho, el mensaje del repertorio escrito por Villanueva, con tintes políticos en la efervescencia de un país que había comenzado a abrazar, tímidamente, las libertades. “Fuimos a cantar al Gobierno Civil muertos de miedo, porque decían que la policía secreta quería meternos mano por las letras y tal. Luego no pasó nada”.  

En 1978, para ‘La guillotina’, primer premio, se hicieron cargo de la letra Emilio Rosado y El Gómez, con música del maestro Escobar. Este coro representó el Entierro de las Fiestas Típicas con cortejo fúnebre incluido, en uno de las más simbólicos actos de la historia del Carnaval. Antonio, disfrazado de verdugo, el tipo que vestían los bajos, fue uno de los que portó el féretro, según puede verse en la icónica foto de Kiki. “Eso se le ocurre al Gómez y a Marcos Zilberman. Todo lo que hacíamos era para el cachondeo. Se publicó esquela en el Diario incluso”. El coro dejó una letra para la historia, el tango ‘En el pasado octubre’, dedicado a los disturbios por las protestas de los trabajadores de Astilleros. “Se veía ya que Gómez y Emilio eran especiales escribiendo. Y convirtieron una noticia desagradable, con la ciudad en estado de guerra, en un tango irónico que era una maravilla”, destaca.

Fernández-Repeto, segundo por la derecha, portando el féretro del Entierro de las Fiestas Típicas.
Fernández-Repeto, segundo por la derecha, portando el féretro del Entierro de las Fiestas Típicas. / Kiki

El coro repitió triunfo, aunque compartido con ‘Los plumeros del Carnaval’, en 1979 con ‘Los buhoneros’. En 1980, Antonio no salió, aunque empezó a ensayar, con ‘Los pequeños cantores del Viena’, debido al nacimiento de una de sus hijas. Su último año en el concurso oficial fue 1981, con ‘La corporación bajo mazas’, “y último también del grupo original de Los dedócratas”. No pudo alcanzar el quinteto consecutivo de primeros premios debido a la irrupción del coro viñero con ‘Entre pitos y flautas’, pero Fernández-Repeto cree que “hubo cierta animadversión contra nosotros, porque tampoco estábamos para el quinto premio que nos dieron”.

Unos cuantos componentes se propusieron sacar para 1982 una chirigota callejera y familiar. “Ya con el coro de ‘La corporación…’ surgió un estribillo que cantábamos cuando nos bajábamos de la carroza: ‘Somos los buscaoros que hemos venido a España y nos hemos encontrao un c… como una caña’. La idea de hacer la chirigota fue de mi primo Paco Garrido. Y así nacieron ‘Los buscaoros’. Cogió en la peña Los dedócratas a Emilio Rosado y le pidió unos cuplés. Nos hizo trece”, recuerda.

"En la chirigota callejera salíamos con las parejas. En eso y en salir todos los días a la calle fuimos pioneros”

“Salíamos con nuestras parejas. En eso fuimos pioneros y porque nos íbamos a la calle todos los días del Carnaval. Creo que hay una malinterpretación de la historia del Carnaval callejero porque los primeros fuimos nosotros. Otras agrupaciones familiares salían, pero no todos los días. Gómez no estuvo ese año, porque estaba con ‘Los cruzados mágicos’, pero al ver lo que montábamos nosotros en la calle se unió para 1983 en ‘Los peliculeros’”. Y a esta chirigota del 83 se sumó Paco Leal disfrazado de Marilyn Monroe.

Quedaba historia por escribir y este grupo lo hizo en 1984 con una chirigota de culto en el Carnaval callejero: ‘El pellejazo’, como así la titularon los componentes. Luego derivó en ‘Los pellejazo’ o ‘Los del pellejazo’. “Después vinieron ‘Los churreros de la guapa’, ‘Los morazos de la sultana de coco’, ‘La última tentación de la Pantoja’… esta fue la última vez que salí. Y con ‘Autopista hacia Benalup’ inauguramos el Carnaval Chiquito en el 87 con otras agrupaciones más”.

Con el bombo en la chirigota callejera ‘Autopista hacia Benalup’.
Con el bombo en la chirigota callejera ‘Autopista hacia Benalup’.

Dejó el Carnaval tras el 89 y siguió disfrutando de la fiesta como gran aficionado que siempre ha sido. Eso le permitió ser llamado para el jurado del COAC 1996, siendo vocal de chirigotas. El año siguiente -y también en 2015- fue presidente, en un Concurso “conflictivo” en el que se quedaron fuera de la final las chirigotas ‘De plaza en plaza’, ‘Kadi City…’ y ‘Sevilla tuvo que ser, miarma’. “Ese año hubo un montón de buenas chirigotas, al igual que el año anterior. Pero en este 97 fueron a la final las mejores puntuadas, simplemente. Se cerraron las puntuaciones y ese fue el resultado. Las finalistas hicieron muy buen concurso y, por descontado, los vocales de chirigota no tenían interés alguno en que ganara una u otra”, expone.

También coincidió su presidencia con la pérdida de una letra del coro de Julio Pardo y Antonio Rivas ‘El tío de la tiza’. “Fue duro acercarse al coro, que acababa de cantar, con todo el grupo abrazándose, para decirle a Julio y a Juan Lucena que no habían entregado una letra de tango, que precisamente yo había escuchado en un ensayo general en los Sindicatos. Ellos no se lo creían, pero la letra no estaba y entonces era obligatorio entregar el repertorio. El concejal, Juan Antonio Guerrero, y el secretario del jurado, Juan Laluz, se fueron a la Casa de la Cultura, a Isabel la Católica, que allí estaba la Fundación del Carnaval y se guardaban las copias de los repertorios. Y allí tampoco estaba la letra”. La infracción fue penalizada. “Y eso le costó el primer premio al coro”, añade. 

El jurado de chirigotas del 97 no tenía interés alguno en que ganara una u otra. Mandaron los puntos, sin más”

Formó parte durante muchos años del grupo de aficionados Arco de Garaicoechea, que esperaba a las bateas en esa zona de los alrededores de la Plaza y que incluso llegó a instituir un premio para los mejores grupos. 

Fernández-Repeto se tragó esos tres concursos en los que estuvo en el jurado y muchos más en su faceta de comentarista en la radio. Empezó con Radio Cádiz, siguió en Punto Radio y actualmente lo hace con Onda Cero. Es, por lo tanto, una voz autorizada para realizar una valoración del estado actual del COAC. “Me encanta el concurso y compartirlo con gente joven. Yo me lo paso bien hasta con las que no son tan buenas o con las inesperadas. Por eso me gusta la preselección. Entiendo que es muy larga, pero no la quitaría. Fuera del Falla o de otra manera, pero que no se perdiera. Es una fase con mucho encanto, por el debut, adivinar el tipo, aunque es verdad que no se da nunca con la fórmula para cambiarla. Al final son solo 30 días de Concurso y para el que le gusta, no es un suplicio. Pero si hay que acortarlo, yo pondría sesiones de tarde y noche. O bien la preselección sin forillos ni atrezzos, que se pierde mucho tiempo entre grupo y grupo”, afirma.

Considera un acierto la reducción del número de grupos por sesión y el adelanto del horario de inicio, aunque echa de menos “letras más comprometidas, creo que por la autocensura y por las opiniones de las redes sociales, y mejores repertorios. Se está perdiendo esencia en las coplas”. Sí estima, para concluir, que en cuanto a la interpretación “ha aumentado el nivel general. Ya casi no hay agrupaciones inaudibles y todas vienen bien ensayadas. ‘Los herederos del levante’ rara vez aparecen ya en el escenario”. 

Oftalmólogo y creador del Festival de Folklore

Antonio Fernández-Repeto Valls nació el 1 de julio de 1950 en El Puerto de Santa María, donde tenía su padre su consulta de oftalmología. La familia se vino a Cádiz en 1952, a la calle Sánchez Barcaiztegui y luego a Valverde, 5, donde sigue viviendo Antonio, a comienzos de los 60. Estudió en San Felipe, en el Columela y un año interno en Utrera antes de hacer Medicina en Cádiz, en la especialidad de oftalmología. Hizo la especialidad en el Hospital de Mora y siguió en el hospital de Puerto Real, donde se jubiló. Ahora, mantiene su consulta particular en Valverde, donde atendió en 2002 a la actriz Halle Berry, que estaba rodando en Cádiz una película de James Bond y unas chispas de fogueo le provocaron un daño en un ojo. Por eso fue entrevistado incluso en la SER a nivel nacional. Creó, junto a Manolo Granado, el Festival de Folklore Ciudad de Cádiz, que animó los veranos gaditanos durante casi 30 años. Fue jugador de balonmano en equipos como el del Club Caleta, en 1º Nacional, o el Cádiz C.F., y fue integrante del grupo de danzas Adolfo de Castro. Está casado con María del Rosario Nuche Vázquez. Tienen dos hijas: Lucía y Elena. Y tres nietas: Marina, Clara y Ana. 

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