El balance del COAC 2025: Hacia un cambio de paradigma
El relevo en la fiesta va cogiendo cada vez más peso en los últimos años, teniendo su principal reflejo en el primer premio de la chirigota ‘Comparsa Los calaíta
Programación del Carnaval de Cádiz 2025

Cádiz/El primer premio de la chirigota ‘Comparsa Los calaíta (fuimos a por tabaco), una chirigota de toda la vida’ puede ser la noticia más importante que ha vivido el Concurso del Falla en los últimos años. Lo es por inesperada en la previa del certamen de coplas, que no sorpresiva por cómo se ha ido desarrollando el COAC al contar desde su pase de cuartos de final con el favor de un público que la ha llevado en volandas.
Este hecho puede suponer un punto de inflexión en los próximos años, principalmente, por la juventud de su autor, Alejandro Pérez el Peluca. Un cambio de paradigma en muchas cuestiones de la fiesta que está por ver si acaban calando en las siguientes ediciones o todo regresa a su sitio habitual.
Junto a este asunto, son muchos los temas que necesitan una reflexión reposada por el bien de la fiesta, tanto por parte de quienes la hacen como por la de sus organizadores. Una pensada general de la que siempre se habla, pero las dinámicas que envuelven a cada febrero hacen que, al final, siempre se vaya deprisa y corriendo en todo lo que rodea al Carnaval.
Un choque generacional
En 2025 hemos vivido un auténtico choque generacional con la irrupción de ‘Los calaíta’, ya que por fin ha llegado con mucha fuerza un autor emergente. Tanta que en su segunda participación como autor en adultos ya tiene un primer premio, algo totalmente inaudito.
Uno de los debates recurrentes sobre el Concurso del Falla es la necesidad de un relevo generacional. Aunque se niegue muchas veces, este ya está aquí. La fiesta sigue teniendo futuro, aunque parezca lo contrario. Sí es cierto que las nuevas generaciones no han roto su techo de cristal con la fuerza con la que lo hizo la que salió de la cantera de los años 90, pero poco a poco ha ido ocupando su sitio, algunas veces destronando a algunas viejas glorias y en otras ocupando su lugar por las ausencias destacadas.
Una explicación de la lentitud en el relevo es que, al final, las trayectorias en la fiesta son largas, por lo que los nombres consolidados acaban haciendo de tapón a los jóvenes, que tienen que trabajarse muchísimo poder estar en los puestos de privilegio. También se puede hablar del maltrato y las malas decisiones sobre la cantera, que también han propiciado que no hayan salido nuevos autores, además de las propias inquietudes creativas de los jóvenes, que tampoco están exentos de culpa.
Con todo, estamos en un momento en el que este choque es más que evidente. Además de los que están, hay una parte importante de aficionados que añoran a Vera Luque, Martínez Ares o Tino Tovar, las grandes ausencias en el pasado Concurso. Otra parte importante, sin embargo, desea ver nuevas caras en la fiesta, por lo que cuando estas aparecen, suben de una manera efervescente. De hecho, esto se puede considerar uno de los motivos –no el único– del éxito de ‘Los calaíta’, con un público que ha llevado en volandas a este grupo.
Con todo, el presente y el futuro están en manos de autores como Jonathan Pérez Ginel, Manolín Santander, Antonio Pérez el Piru, Sergio Guillén el Tomate, Francisco Javier García Javi el Ojo, Alejandro Pérez el Peluca, Germán García Rendón, Antonio Álvarez el Bizcocho, Marta Ortiz, Beatriz Aragón, Manuel Cornejo, Roberto Fabio Gómez, Juan Pérez el Blanco, Miguel Ángel Ríos, Víctor Jurado, Carlos Pérez, Antonio Bayón, Rubén Cao, Manuel Peinado... y otros tantos, además de los que están por venir desde la cantera más incipiente del siglo XXI, sobre los que ya recae una parte importante de la supervivencia del Concurso del Gran Teatro Falla.
Los modelos y las modas
Si algo se demuestra con lo sucedido en el recién acabado Concurso del Gran Teatro Falla es que los modelos se reinventan para seguir muy vigentes. Modos hay muchos para llegar al mismo fin: triunfar. Otra cosa es lo que esconde cada modelo, su éxito, su pervivencia y su repetición por todos los contendientes que quieren llegar al objetivo por el mismo camino.
Cuando un modelo se establece y se acaba convirtiendo en moda, esto se debe principalmente por dos motivos: un público que lo reclama y un jurado que lo premia. Esto afecta a todas las modalidades, aunque en la que más influye es en la de chirigotas, la más cambiante de todas.
Así, en coros, cada uno tiene su estilo muy definido, por lo que las modas no condicionan tanto. En comparsas, el debate se sitúa en los caminos para llegar al aplauso. Los hay muy diferentes, primándose en muchos casos el aplausómetro con los remates, dejando a un lado el desarrollo y el planteamiento de las ideas para dar paso al populismo. Por suerte, también existe un camino mucho más provechoso en el que el equilibrio está presente entre poesía y mensaje, dándole valor y vida a la copla, algo que se ha visto premiado en esta ocasión con ‘Las ratas’.
Por su parte, el cuarteto navega entre su escasez, debatiéndose entre la inteligencia, la mordacidad y el respeto a la raíz de Miguel Ángel Moreno y Ángel Gago, y el resto de formas, aunque este año también se ha visto una vuelta al origen con ‘Un clásico nunca falla’.
En chirigotas, los estilos son muy diferentes. Saliéndose de la dualidad clásica-moderna, sí existen esquemas muy claros. Por un lado, están las chirigotas en las que el repertorio prevalece sobre todo lo que le rodea. Por el otro, existen tres modelos claros en los que las coplas y lo que se dice en ellas juegan un papel secundario en muchos casos. Primero, están aquellas que lo basan todo en la interpretación del personaje. Si este gusta, todo lo demás queda ensombrecido. En el segundo grupo están las chirigotas que lo basan todo en la escenografía. Esto hace que prime lo visual sobre lo que se canta. Por último, están las chirigotas en las que el envoltorio y los recursos entre las coplas predisponen al público ante lo que va a escuchar.
No siempre se cumple, pero estos tres modelos permiten tapar las carencias del repertorio. Esto no significa que quienes los usan no atinen en los repertorios, ya que cuando estos funcionan de verdad se acaban convirtiendo en un condimento más.
Tres formas diferentes con las que se llega al público más allá de lo que se cante. Modelos que cuando los premia el jurado, y se siguen premiando de una u otra forma, se acaban convirtiendo en modas que se arrastran año tras año en detrimento de las coplas. Y aunque en algún momento parecían desterrados, siguen estando muy vigentes y con riesgo de reproducirse en los próximos años.
Al final, de estos modelos y modas, la principal perjudicada es la chirigota clásica gaditana, que no juega con las cartas marcadas y va siempre a pecho descubierto, con mayor o menor acierto, pero al no moverse en ninguna de estas líneas acaba siendo relegada a un papel secundario.
La viralidad
El Carnaval va siempre ligado a los tiempos que corren. Por ello, no puede escapar de ellos. Así, uno de los conceptos que ya está presente, que marca el devenir del Concurso y que va a ser muy importante en los próximos años, si nada lo remedia, es el de la viralidad. Ya saben, la rapidez con la que un contenido se difunde a través de internet y las redes, llegando a la otra punta del mundo.
Aunque no son un reflejo de la sociedad en su totalidad, las redes sociales sí ocupan un lugar importante en ella. Si se está sumergido en este mundo, se puede comprobar que los clips con las coplas se divulgan masivamente en el mes que dura el Concurso. Se hace desde casa, pero también desde el exterior, con todo lo que eso conlleva, sobre todo cuando se le quita su contexto.
Con todo, la viralidad, mezclada con el tiempo, es capaz de movilizar a las masas. Sucede en la política, con estrategias perfectamente definidas para marcar, por ejemplo, el devenir de unas elecciones. Y sucede en el Carnaval, tanto para calentar el ambiente en favor de las agrupaciones como para aumentar su divulgación, que llegue a más gente y captar a más seguidores mientras que se está celebrando el Concurso. Movimientos que se han producido en los últimos años –un ejemplo claro es el uso por parte de la chirigota de Puerto Real para cebar repertorios como el de ‘No aguantamos más... vamos de impacientes’–, que han tenido su importancia en el transcurso del presente COAC y que, queramos o no, van a ser cada vez más potentes en los próximos años. Movimientos que se pueden transformar en olas de opinión ante las que los jurados deben demostrar personalidad y carácter a la hora de la toma de decisiones.
El carnaval como reflejo de la sociedad
Relacionado con el punto anterior, el Carnaval no puede escapar de la sociedad que le rodea. De hecho, bebe de ella, por lo que se acaba viendo afectado por el bombardeo de mensajes que la ciudadanía va recibiendo.
Eso se ha podido comprobar en el pasado Concurso con determinadas consignas que están calando en la ciudadanía fruto de estrategias comunicativas perfectamente elaboradas y que están teniendo sus frutos para quienes las promueven. Un ejemplo de ello ha sido el tratamiento que se le ha dado a la tragedia de la Dana de Valencia, repitiéndose argumentos como que “solo el pueblo salva el pueblo” o las generalizaciones a la hora de señalar a los responsables en vez de dar nombres concretos en función a sus competencias legales. En muchos casos, por desgracia, el Carnaval no ha sabido escapar de esto y ha caído en las manos del populismo para llegar al aplauso por el camino más fácil. Tampoco se escapan muchos autores de la equidistancia y el famoso “ni de izquierda ni de derecha” en las críticas políticas, lo que demuestra una falta de compromiso alarmante.
Relacionado con esto y con el punto de la viralidad, también se han visto críticas en el Falla basadas en bulos y argumentos más que dudosos. Sin embargo, en los mismos repertorios se entremezclan con otras consignas sobre la clase obrera, por ejemplo, lo que acaba siendo una muestra del cacao ideológico que tienen ciertos autores a la hora de hacer las coplas.
Hay que tener muy claro que los autores tienen una responsabilidad social que va mucho más allá de la búsqueda del mero aplauso. Por ello, no pueden hacerse los sorprendidos cuando partidos y medios de la extrema derecha viralizan ciertas coplas en las que aparecen estos bulos y argumentos más que dudosos. Carnaval, sociedad y política siempre van a aparecer ligados –solo hay que hacer un repaso a la historia del Carnaval para entenderlo–, por lo que el argumento de que solo es Carnaval no es válido en este asunto para defenderse del uso que posteriormente se realice de las coplas.
El metacarnaval
“Mis coplas son villancicos /de tanto, tanto y tanto repetir”, cantaba en un pasodoble ‘Los conquistadores de la trastienda de Casa Crespo. El Carnaval se sigue repitiendo hasta la saciedad con el metacarnaval, una mirada al ombligo de la fiesta que se ha convertido en el recurso más fácil para los autores. Con un público mucho más abierto, no corre el riesgo de que pierda las referencias, algo que sí sucede al cantarle a temas gaditanos. Esto no significa que no haya que cantarle a la propia fiesta, algo que siempre se ha producido. Pero una cosa es un detalle, una copla, y otra muy diferente es que existen repertorios completos que viven de mirarse el ombligo.
A esto hay que sumar una nueva tendencia, que es el “metarrepertorio”. Es decir, un repertorio que vive de hacer referencias continuas de lo que le ha funcionado desde el primer día, por lo que la rueda sigue girando, aunque llega un momento en el que se necesita abrir el abanico y tener una mayor profundidad y diversidad temática. A todos los grupos no se les permite, pero a quienes sí pueden hacerlo les funciona, aunque llegue un momento en el que a los recursos se les vean las costuras.
El debate de los puntos
Cada vez que existe una sorpresa grande en el Concurso, vuelve a saltar a la palestra la necesidad de eliminar los puntos para que el jurado pueda deliberar. Esta cuestión es muy peliaguda porque podría restar valor a las piezas genuinas de cada modalidad y porque los puntos, al final, acaban sirviendo de guía para otorgar los puestos y los premios.
Para eliminar los puntos, sería necesario que el jurado argumentara sus decisiones, algo que nunca se producido y es improbable que alguna vez se produzca de manera pública más allá de lo que dicen los puntos.
Con todo, los puntos al final acaban siendo un mal menor, aunque sí es necesario que se traten con coherencia y no se produzcan los enormes saltos entre fases cuando hay una sorpresa.
Y, por supuesto, es necesario regresar al antiguo modelo de puntuación. El actual sigue siendo muy enrevesado, además de tener ciertas incoherencias como que en los cuplés de chirigotas tengan más peso la música y la afinación (dos tercios del total) que la letra (solo un tercio).
La fase previa
Por último, un apunte para los amantes de hacer una criba antes del Concurso del Falla. Con una fase previa, ‘Los calaíta’ quizás nunca habría conseguido el primer premio, ya que si un jurado decide en su primera participación que no tenía el nivel mínimo para concursar, es probable que no siguiera intentándolo. Por ello, una decisión tan drástica como esta, o establecer un cupo cerrado de participantes, puede ser contraproducente y perjudicial para el COAC. Por lo que antes de tomar una determinación en caliente, es mejor pararse y no pensar solo en el corto plazo, sino en el medio y el largo plazo. El Falla no puede ser un coto cerrado para unos pocos.
También te puede interesar
Lo último