Cabalgata Magna: América y Europa se unen por sus carnavales

Diez carrozas llenaron de músicas y color la Avenida principal en una tarde que se libró de la lluvia

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Cabalgata Magna del Carnaval de Cádiz
Cabalgata Magna del Carnaval de Cádiz / Germán Mesa

El sol que ha lucido durante las horas en las que la Cabalgata Magna ha recorrido la Avenida principal de la ciudad ha sido la noticia más comentada en los prolegómenos. Mientras el gentío esperaba que las carrozas llegaran, la buena tarde que se había quedado era trending topic entre los comentarios de los grupos que se arromolinaban tras las vallas que orillaban la calzada de la principal arteria de la ciudad.

El desfile, la Cabalgata Magna, abrazó en su tematización a los carnavales del mundo, un globo terráqueo limitado a Europa y América. Diez carrozas, mucho baile, colorido, infinidad de músicas y no tanto folclore a pesar de traer hasta Cádiz una temática cultural de los diversos rincones. Hubo algo de música en directo –con América venciendo por goleada a los europeos, porque hubo poco de francés, italiano o alemán– que tuvo que luchar contra el autotune.

Abrían la cabalgata de carnavales del mundo varios grupos de charangas familiares y de amigos, agrupaciones gaditanas que, será por la temática internacional, encabezaba un grupo de mexicanos, a los que siguieron el coro infantil ‘La promoción’ –que por la mañana desafiaron a la lluvia cantando sobre la batea bajo un toldo en los alredores del Mercado–, peregrinos, trogloditas, avestruces, neptunas y Simpsons, entre otros.

Esta cabeza heterogénea anduvo a su ritmo, finalizando una hora antes que las carrozas de la Cabalgata, lo que despistó ya en el segundo tramo de la Avenida a los que esperaban la llegada de la comitiva por la distancia entre una y otra.

Don’t woman no cry de Bob Marley comenzaba a sonar a la altura de San José. Llegaba la primera carroza, de Musique Machine, con música en directo –allá por Comisaría iban cantando Creep de Radiohead–, con un director de orquesta batuta en mano abriendo camino como el mascarón de proa de este barco carnavalero en un mar de papelillos, afortunadamente sin tener que surcar la lluvia del mediodía. Lo acompañaban el batería abajo, guitarra y bajo al fondo y flanqueados por dos trapecistas.

La música pasaba a toques psicodélicos con honda percusión para adentrarnos en el mundo marino, con caballos de mar, zancudos y un gran pez globo. Se trataba de Animación Abysses, que precedía a la primera de las carrozas internacionales, la de Colonia (Alemania), con torreones y banderas arlequinadas y algún traje típico bávaro.

A la carroza del segundo de los países, Brasil, no podía faltarle la animación de la samba, con un grupo de baile desafiando las temperaturas, buscando el calor en la gente, el movimiento de cadera y las acrobacias.

Le llegaba el turno a Venecia (Italia) con la tematización centrada en las máscaras, un puente típico de la ciudad para sortear los canales y las góndolas con mascarón de caballo y cola de pescado. Para abrirle camino, el grupo de baile de Victor Campos.

Unas bicicletas gigantes customizadas con forma de insectos daban paso a un arbusto del que sobresalían dos flores, en las que polinizaban penduleantes una mariquita y una abeja, obra de Buzzz. Llegaba el turno de Niza (Francia), con una carroza protagonizada por cisnes, tulipanes y un gran sol.

Empezaban a sonar los ritmos caribeños y para que apareciese en escena el grupo de baile del carnaval colombiano de Barranquilla. Grandes faldas para girar sobre sí mismas y convertirse en esfera danzarina, con una carroza con toques tropicales.

Animación Nomades propuso en esta cabalgata un par de animales articulados que se asemejaban a grandes dinosaurios de tela. Justo detrás, la carroza dominada por el negro y los tonos rojizos, para el dios Momo, con Juan Miguel Villegas Gueli presidiendo la escena.

A continuación el grupo de baile del Carnaval de Tenerife llenó la Avenida de plumas, una estructura alada en cada bailarina de negro y dorado, un grupo de mujeres con pedrería y exagerados sombreros rematados en plumas y una estructura plateada con una mujer luciendo en el centro, como una Venus de Boticelli.

En la carroza dedicada al carnaval tinerfeño la protagonista era la pregonera infantil Carolina Sánchez Reyes, ataviada con el tipo con el que ofreció su pregón la mañana del viernes en San Antonio.

El desfile continuaba poniéndose los coloretes para llegar a Cádiz, primero con los grupos de danzas folclóricas que desfilaron de piconeras bailando tanguillos y, justo después, la carroza del Carnaval de Cádiz presidida por el pregonero de esta edición, Antoñito Molina, escoltado por su chirigota roteña ‘Que sea lo que Dios quiera’, con motivos que se asemejan a la Alameda, pitos de carnaval y soles con antifaces.

La guinda a esta cabalgata con aspiraciones internacionales le tocaba ponerlo al jazz de Nueva Orleans, con una carroza preparada para acoger al grupo que tocaba en directo desde lo más alto y que ponía el broche a este desfile.

Media hora de cabalgata, que moría sobre las ocho de la tarde en las Puertas de Tierra a los pies del gran Baco, con un desfile que abría y cerraba la música de bandas que animaron a los asistentes. Más allá de la samba brasileña, los ritmos tropicales colombianos, el jazz sureño estadounidense y los tanguillos de Cádiz, el resto estuvo amenizado por la música más comercial de uno y otro lado. Así que los americanos ganaron a los europeos en lo folclórico de esta cabalgata que se libró de la lluvia para lucir todos sus colores en una buena tarde de domingo.

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