Otros carteles encargados (y polémicos) del Carnaval de Cádiz
En tiempos del PSOE se encomendó la realización de la obra después de declararse desierto el concurso y el PP de Teófila Martínez lo hizo tras ganarlo el ex GRAPO Sánchez Casas
Los carteles de Rafael Alberti y Hernán Cortés, en 1992 y 1987, de los más controvertidos y cantados en las coplas
El Carnaval de Cádiz y sus historias: El tío del cartel
“¿Qué carajo es esto, Dios mío de mi arma?”. Ojo, que los carteles del Carnaval de Cádiz encargados, como así sucederá para 2025 después de la polémica del concurso desierto, no están exentos de crítica. Y más expuestos estarán ahora, con muchos usuarios de redes sociales en alerta y pendientes de cualquier resbalón. Por no hablar de que las coplas carnavalescas siempre guardaron un hueco para darle caña a las obras anunciadoras de la fiesta bien polémicas o bien, directamente, feas o poco representativas de la idiosincracia del Carnaval. Valga el comienzo de este texto, fragmento de un cuplé de ‘El que la lleva la entiende’ (Los borrachos) en 1992, para recordar cómo aceptaron los autores el cartel del universal poeta portuense: “iba pensando, ay Alberti qué hermosura de cartel…”. Ya saben, una especie de pájaro modernista -con tetas- con el que ilustró su obra.
Fue en tiempos del gobierno del PSOE con Carlos Díaz cuando se hicieron varios encargos. Y uno de ellos, tras “varios concursos desastrosos”, como admitía el concejal de Fiestas de entonces, Manuel González Piñero, en un reportaje del Diario, fue el que más repercusión tuvo: el del pintor gaditano Hernán Cortés para el Carnaval de 1987. El cartel representaba a un señor de dientes amarillentos, una careta y unas gafas y nariz de plástico.
Hernán Cortés contaba a este medio que “quise aportar mi visión del Carnaval desde dentro y huir del típico cartel”. Pensó “representar a ese carnavalero que se echa a la calle solo y se hace su propio Carnaval, por eso el lenguaje realista que utilicé en la pintura”.
El cartel no pasó desapercibido, algo que siempre buscan los artistas, en una fiesta acostumbrada a pinturas de pierrots, máscaras, arlequines y antifaces. Fue el tema más cantado en el Carnaval 87 junto al miembro viril de Emilio Butragueño asomando por sus calzonas en un partido de la Liga española.
El del año anterior, el de 1986, sufrió doble polémica. Primero, porque se declaró, como esta vez, desierto el concurso. Y segundo, porque el autor del cartel final fue acusado de plagio. Lo hizo el pintor malagueño Eugenio Chicano, que estando en Cádiz se ofreció a hacerlo gratis y el Ayuntamiento aceptó encantado. Las críticas llegaron por incluir una manola de Goya que aparece en uno de los aguafuertes del pintor aragonés, en su serie ‘Los caprichos’. González Piñero defendía que “no se entendió que ese cartel era un collage, y como tal podía llevar otros elementos”.
Joaquín Quiñones en su comparsa ‘Orfebres’ escribió que “pa pintá una manola no necesitamos, ya no digo a Chicano, sobran mil gaditanos que lo saben hacer”.
En tiempos de Teófila Martínez como alcaldesa de Cádiz se comenzó apostando por un concurso… hasta que lo ganó, para el Carnaval 2001, el ex militante del GRAPO (Grupo Revolucionario Antifascista Primero de Octubre) gaditano José María Sánchez Casas en un concurso que, curiosamente, en su primera convocatoria quedó desierto. El día que se presentó el cartel, en un acto celebrado en el Centro Cultural El Palillero el viernes 14 de julio de 2000, en la plica correspondiente figuraba Amadeo Redondo Díaz como autor. Este tomó la palabra y manifestó que él había sido el creador de la idea, pero que el cartel lo había pintado Sánchez Casas, también presente en la sala, al que cedió la palabra. Este detalle cayó como un jarro de agua fría sobre la representación de concejales del PP allí destacados, con Juan Antonio Guerrero, concejal de Fiestas, a la cabeza.
Para 2002, y con el objetivo de evitar sustos como el de 2001, el equipo de Gobierno de Martínez decidió encargar el cartel, recayendo el honor en el pintor Luis Gonzalo. En 2003 lo hizo Inmaculada Sánchez Rube, en 2004 Cecilio Chaves y en 2005, el cartelista madrileño Eduardo Arroyo, que también formó un revuelo con su obra, no precisamente muy aceptada. También fue muy criticado lo que pagó a Arroyo el Ayuntamiento: 12.000 euros. Lita Mora creó el de 2006 y Tony Carbonell en 2007. Ya para el de 2008 se recuperó el concurso que ha estado vigente hasta 2024, continuado por el gobierno de Kichi, aunque con el añadido de la votación popular entre los finalistas. Para 2025 se encargará de nuevo a un artista "gaditano", según apreciación literal del Consistorio.
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