El color especial de las noches grandes

El alcalde homenajea a 'El Sopa' como senador romano y Pérez Dorao suplanta a Puigdemont

El alcalde, José María González, disfrazado de senador romano del 68, de los de Paco Alba, con ediles de su equipo de gobierno y de otros partidos del Ayuntamiento gaditano.
El alcalde, José María González, disfrazado de senador romano del 68, de los de Paco Alba, con ediles de su equipo de gobierno y de otros partidos del Ayuntamiento gaditano. / Jesús Marín
P.m. Espinosa/J.m. Sánchez Reyes

10 de febrero 2018 - 02:06

El Falla tiene un color especial en las noches de finales. Ya no hay flores sobre el escenario, pocos adornos difieren de los que ha lucido durante un Concurso largo, demasiado largo quizá, y que empezó cuando los Reyes Magos aún estaban descambiando juguetes. No hay grandes aspavientos, pero de repente un alcalde disfrazado de senador romano en homenaje a Paco Alba, gloria al creador, avanza con una lira en la mano -cualquiera sabe de lo que sería capaz Pacoli con una lira en la mano-. Junto a él, un faraón romano cuya cabeza reluciente recuerda al hombre de las cuentas del Ayuntamiento, o una Diosa Gades atrevida que otea el horizonte a cada poco. El Falla sabe que no es una noche más. Lo percibe cuando por sus puertas pasan artistas de la talla de Imanol Arias, Don Antonio, que diría El Trinchera, Don Antonio Alcántara, el padre de Cuéntame, gaditano de adopción que este año no quiso perderse la finalísima. Tampoco lo hizo Jordi Évole, que desde hace años lleva demostrando un gran interés por el sentido crítico de una fiesta por la que ha sido capaz de sacar las garras en su Cataluña natal. El periodista de la Sexta seguro que quiso desintoxicarse de ese Procés que tiene amargado a más de uno. Y eso que en el teatro se encontró con el concejal de Ciudadanos, Juan Manuel Pérez Dorao, que llevaba un original disfraz de Puigdemont que colgaba a la espalda con Oriol Junqueras, su ojito derecho.

El alcalde, José María González, atendió a la prensa tras la tradicional foto con todo su equipo de gobierno y rompió una lanza, romana por supuesto, en favor de una libertad de expresión que esa maldita globalización nos quiere secuestrar. "Creo que en un momento de su historia, durante el Franquismo, el Carnaval de Cádiz tuvo censura y ya no va a volver a tenerla. Es la fiesta de la libertad, de la libertad de expresión, de la democracia, del pueblo, que lógicamente tiene que tener un mínimo de respeto. A mí en mi casa me han enseñado que mi libertad acaba donde empieza la del otro. Eso sí, estoy convencido también que es un debate que nos ayuda a ponernos a nosotros mismos delante del espejo y crecer". "Yo tengo mi propia teoría, hay un elemento, más allá de la libertad de expresión, y que es muy clásico de nuestro Carnaval, que es el doble sentido. Y creo que eso debe fomentarse. Para mí el humor siempre debe ser ascendente y transversal, jamás debe ser descendente". Incluso puso un ejemplo con este debate. "La chirigota del Canijo, que lleva un tipo con estereotipos de la raza gitana, pues se ha reunido con una asociación, le ha enseñado su libreto y les ha preguntado, qué os parece, cómo puedo mejorar, eso me parece maravilloso. Eso no se llama censura, se llama respeto. Creo que marca una estela a seguir".

Al preguntarle a quién le daba el primer premio de disfraces de su equipo de gobierno, aseguró que "hay un gran nivel, pero sin duda María Romay, con esa alegoría de la Diosa Gades ha dado un pelotazo. Es un primer premio de calle".

En el teatro también la ex alcaldesa, Teófila Martínez, encantada con la actuación del coro de Julio Pardo y del cuarteto de Gago. "Han estado divinamente". Esta vez la que fuera primera edil durante dos décadas no acudió disfrazada, aunque sí con el mismo buen ánimo que siempre demostró.

En el palco de autoridades, también se encontraban otros concejales de los diferentes grupos municipales, así como el rector, Eduardo González Mazo; o el jefe de la Policía Autonómica en Cádiz, Juan Expósito, ambos grandes amantes de la fiesta gaditana.

En camerinos, Rafa Piñero, prisionero de su comparsa, compartía confidencias con los componentes del cuarteto de Ángel Gago. Por allí pasaba Juanmi Gay, vocal del jurado, que anunciaba que él y unos compañeros iban a salir a dar el veredicto con los cuernos de la antología del Yuyu, los de aquellos últimos en enterarse. "El premio es cantar a esta hora", decía Gago, sabedor de que el ritmo de su agrupación, sin histrionismo y con el texto como única arma, no es para horas tardías. En similares circunstancias se expresaba José Antonio Vera Luque. "Teníamos dos objetivos: entrar en la final y cantar pronto. Y los dos se han cumplido". En uno de los camerinos principales se vivía el emotivo momento de la felicitación a Julio Pardo por su coro número 40, tarta incluida. Los componentes de 'Don Taratachín' quisieron homenajearle. Visiblemente emocionado, el hiperpremiado autor asegura estar "bien de salud" después de unas goteras que le han llevado al hospital, donde ha estado unos cuantos días. Sin su presencia, el coro ha tenido que montar el último popurrí, el dedicado a las comparsas. "Son unos fenómenos. Y puedo confiar en mi hijo, que es mis pies y mis manos. Y mis oídos, porque los míos al lado de los suyos no valen ya nada", indicaba. También hubo momento para escenificar con foto dos generaciones de coristas. Padres e hijos, que 40 años dan para mucho. Como el Concurso del Falla, que da para escribir un libro. Cada año.

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