Comparsa Los resilientes

La Caleta es sagrada para los caleteros. Por ello, entre todos debemos cuidarla para que siga siendo el paraíso de los viñeros. Aunque la modalidad de comparsas es una de las más inmovilistas a la hora de reconocer a los nuevos valores, la comparsa de Germán García Rendón sigue demostrando que más pronto que tarde le llegará su momento para darle un susto a los autores consagrados. Una fuerza que reside especialmente en el compromiso de sus letras, que se mantiene inalterable desde una idea ecologista hasta la crítica que suele mostrar en buena parte de sus pasodobles. El tercer pase mantiene la línea ascendente de este grupo con dos buenas letras, a pesar de su diferencia temática. El compromiso se demuestra en una notable primera letra en defensa de la educación que se da en la escuela pública frente a la implantación del pin parental. Enseñanzas por la igualdad frente a los padres que consideran que los hijos son de su propiedad, por lo que piden que se enseñe respeto en las casas para que no haga falta que se lo tenga que enseñar un maestro. La poesía fluye en otra buena letra que anda por el camino de los sentimientos al desear de tener un amor duradero y verdadero. Una ilusión en unos tiempos en el que las relaciones han cambiado y pasan a ser “desechables”, por lo que esconde un gran guiño de admiración a los padres por servir de espejo. Los cuplés, sin embargo, se quedan un poco a la zaga. Un poco mejor el primero a los problemas de atascos en su edificio, por los que un vecino que trabaja con Kichi quiere poner unos bajantes con carril bici para evitarlos. Desbarra el segundo a la basura de La Caleta. Entre ella, se encuentran un cangrejo que sale de un condón, por lo que tiene “un sabor del carajo”.

El veredicto del Diario del Carnaval

Actuación en cuartos

el tipo. Un Poseidón urbano que reutiliza los plásticos del mar para hacer su vestimenta. las coplas. La Caleta es sagrada para los gaditanos. Un lugar en el que siempre está presente Fernando Quiñones. Unas enseñanzas caleteras y medioambientales que Germán García Rendón sabe recoger para un buen segundo pase en el que resalta mucho el mensaje sobre el desastre climático que los humanos estamos provocando. Con mucho contenido desde la presentación, los pasodobles no se quedan a la zaga por lanzar dos letras rotundas tanto en su concepto como en su desarrollo. Especialmente, la primera brilla por su componente crítico al darle la vuelta a la frase “no soy racista, pero...”. Viran el miedo al extranjero para denunciar con mucho tino los problemas que se producen con actividades económicas como las casas de apuestas o los alquileres vacacionales, ya que estas empresas hacen fortuna en España, pero tributan fuera de ella. Ejemplos para sentenciar que el que nos roba “no es el que viene en patera”. Muy bien argumentada la crítica de la segunda copla para defender que el Carnaval es de Cádiz frente a las apropiaciones de la fiesta desde diversos ámbitos. Los cuplés, sin embargo, van directos al contenedor amarillo al hacer supositorios con todas las cosas nuevas que usan en la cocina y decirle al alcalde que solo falta que baje “tres tallas de pantalón” tras reducir la deuda.

El veredicto del Diario del Carnaval

Actuación en preliminares

el tipo. Un Poseidón urbano que reutiliza los plásticos del mar para hacer su vestimenta. las coplas. La playa de La Caleta se convierte en el campo de batalla de unos Poseidones urbanos que siguen las enseñanzas que diera Fernando Quiñones al recoger los plásticos de su orilla. El progreso se contrapone al desastre ecológico que estamos provocando, por lo que la revolución parte de la resiliencia de una comparsa que nace desde la propia playa. La comparsa de Germán García Rendón lanza un potente mensaje ecologista que impregna todo un repertorio en el que el contenido brilla más que el continente. Una idea que cala por su defensa del medio ambiente, cuyo desarrollo coge mucho cuerpo en el popurrí, que tiene un cierre muy vitalista al cantarle a lo bonito que es ser de Cádiz. El buen nivel de las letras no se ve tan reflejado en la música del pasodoble, que gana con el giro que tiene a partir del trío tras un principio mucho más recio. Las letras destacan dentro de la monotonía de las preliminares debido a que no arrastran. Sobresale la acertada crítica contra los hosteleros del segundo pasodoble por sus quejas al decir que en Cádiz no hay camareros. A través de una mujer que trabaja en verano de friegaplatos, denuncian con mucho tino un “convenio indigno” en el que se pagan 3,80 euros por hora y contratos de cuatro horas diarias que no cubren jornadas de 14 horas. Por ello, sentencian que hacen falta “mejores condiciones” y “sobran explotadores”. Antes, en el primero hacen una acertada defensa del Carnaval del Concurso frente a “los cuatro intelectuales” que dicen que el Carnaval “puro y verdadero” es el de la calle. Cuplés para superar el trámite de la primera fase. En el primero, la liberalización del peaje hace que venga hasta una comparsa de Uruguay. En el segundo, algo mejor, dejan de usar el plástico, por lo que lo hacen “todo a pelo”.

El veredicto del Diario del Carnaval

La previa

Cambio de ciclo para la comparsa de Germán Rendón, que abandona su característico sello OBDC para presentarse como 'Los resilientes' en el próximo Concurso de Agrupaciones del Gran Teatro Falla.

El grupo, que de nuevo contará con la dirección de Adrián Páez y la afinación de Vicente Lázaro Lali, sufre cinco bajas respecto al pasado certamen de coplas: Manu Cerdán por motivos laborales y Eu Marín, Julián Delgado, Txema Quirós y Toni Guerrero 'Piojito' por su vinculación a otras comparsas.

Se incorporan Andrés Sibón -más de una década después de su última participación con 'La república gaditana'-, Ramón Obregón Puyi ('La comunidad' en 2016), Paco Alcántara ('La luz de Cádiz'), Juan Antonio Fernández Lili ('Los luceros') y Dani Herrera ('Los venditos').

En 2019 'OzBDC' fue una de las claras candidatas a la final en comparsas, una barrera que este grupo parece cada vez más cerca de superar.