Enrique García Rosado 'Kike Remolino': "Hemos intentado crear un repertorio que envejezca bien, sin efectismos"
El autor vuelve a la chirigota con una propuesta que recupera lo mejor de otras épocas y reflexiona sobre el Concurso y la satisfacción que le reporta la modalidad
Guía del COAC 2025
Enrique García Rosado Kike Remolino vuelve a la chirigota con ‘Los butaneros. Chirigota de CAI/CDC' tras años de ausencia en la modalidad. Con la madurez que brindan los años y una visión más serena y reposada, el autor de comparsas, coros y la chirigota que lo vio triunfar en el certamen, habla de una propuesta con la que se siente completamente entusiasmado y muy arropado, “entre amigos”.
Pregunta.–Vuelve a la chirigota, donde ha conseguido sus mayores éxitos en el Falla ¿Cómo se siente?
Respuesta.–Aparte de la típica responsabilidad, la madurez ya nos va dando las pautas y la forma de gestionarlo con tranquilidad. También me he rodeado de gente muy afín, muy buenos amigos, amigos en mayúsculas, porque era la mejor manera de hacerlo. Gente que en los momentos más malos de la vida han estado ahí. Así que mi vuelta es un regalo que les hago a ellos, por lo bien que se han portado conmigo.
P.–De sus palabras se deduce que lo ha pasado mal
R.–Bueno, cosas mías. Pero se han gestionado bien y era el momento. Esto lo queríamos hacer el año pasado, pero no pudo ser. Estamos en ese aspecto muy tranquilos porque lo vamos a hacer bien, lo vamos a disfrutar, hemos disfrutado mucho el proceso, hemos hecho todo lo que está en nuestra mano para que así sea. Y lo que venga después, pues tú sabes cómo es, hay cosas que se nos escapan.
P.–¿Y qué nos adelanta de estos butaneros?
R.–Es un personaje con el que me siento muy identificado, que siempre lo he tenido dentro. Incluso en la adolescencia me hubiera gustado serlo. Al final, la vida nos lleva a tomar decisiones heavys. Y yo creo que el personaje va a funcionar.
P.–¿Es una chirigota con la misma fuerza interpretativa sobre el escenario, que usa los mismos recursos de su anterior etapa?
R.–Sobre todo en la música. El personaje nos ofrece un abanico musical muy rico, ¿sabes? La gente va a escuchar la música de siempre, gente de todas las generaciones. Desde la generación de mis padres, que están ya cerca de los 70, a la de mis hijos, que están a punto de cumplir 20 el mayor y 15 tiene la pequeña. Son músicas que las tienes muy presentes. Ahí es donde nos hemos hecho fuertes, en recuperar y ahondar en esas músicas, en ponerlas ahí.
P.–Vuelve a la chirigota con un viejo conocido suyo, Javi García el Ojo. ¿Cómo ha sido formar este tándem en la autoría?
R.–Muy fácil, muy fácil. Javi no me ha perdido el contacto en ningún momento. Desde que él cogió la rienda de la chirigota del barrio, siempre hemos estado mandándonos cosas. ¿Qué te parece esto para la chirigota?, me decía. Y yo le mandaba cosas de la comparsa. Encima es un buen amigo, con la cabeza muy bien amueblada, muy preparado. Y tenemos prácticamente la misma forma de respirar sobre el Carnaval y la misma forma de verlo. Estamos de acuerdo muy pronto en las cosas y nos respetamos mucho. Entonces, pues ha sido muy fácil y lo hemos disfrutado muchísimo.
P.–¿Qué aporta cada uno?
R.–De la parte de ensayar me he encargado yo más, él se ha sentido más desahogado en ese sentido, y a mí es lo que más me gusta. Yo de ensayar no me canso, de ponerme en medio del grupo y montar las cosas.Y por lo demás, nos gusta escribir, nos gusta poner nuestras inquietudes sobre el papel y compartirlas.
P.–¿Y qué tipo de chirigota habéis creado juntos?
R.–El tipo de chirigota que necesitamos nosotros en este momento, dejando de lado modas que incluso hemos introducido nosotros hace años y que ahora ni nos planteamos. Estamos intentando que sea un repertorio que envejezca bien, que te lo puedas poner en el coche o mientras paseas por la playa. Nada de cosas inmediatas o efectistas, que es una moda en la que considero que he tenido mucha culpa. Vamos a tirar por quedarnos con lo mejor de los ‘Joaquín Pamplina’, de la época más gamberra de 'Los quince en la piedra’, de esa mezclita que creo que nos puede aportar más. Es decir, con lo que creemos en el grupo que es la chirigota ideal. Para nosotros, claro, y respetando todo.
P.–Vuelve, además, el año en el que regresa grandes nombres a la modalidad. El año de la chirigota, dicen ¿Cómo lo afronta?
R.–A mí me va al rock and roll. Yo descansé un año de la chirigota y fue el año que volvió Martínez Ares y me dije… tengo que hacer una comparsa. Porque me gusta mucho, soy competitivo, y es muy bueno en el sentido artístico el hecho de estar midiéndote con gente puntera y buena. Esto saca lo mejor de uno, te exiges más, claro. También te digo que esto me coge hace diez años y me subo por las paredes. La madurez es importante, estoy muy zen.
P.–Ahora que menciona la palabra zen y que cada vez se habla más de la salud mental, ¿es importante saber gestionar las emociones en el teatro Falla como autor?
R.–Claro, a mí me podía. A mí me podía mucho. Me condicionaba mi vida. Mi vida personal, mi vida laboral, en general. Y ahora he conseguido que el Carnaval sea algo más, que me gusta muchísimo, que me aporta, y quiero que salga bien, pero que no me condicione en mi día a día. Porque estoy muy bien con mi familia y laboralmente, y justo quiero eso, que no afecte a mi entorno, ni a mí mismo, por supuesto. Hay que aprender a priorizar, como dicen… el Carnaval es una cosa importante, dentro de las cosas menos importantes.
P.–¿Está siguiendo la modalidad? ¿Cómo la está viendo?
R.–Bien, muy bien. Un poco lo que se esperaba. A mí me gustan ciertas cosas más que otras, pero las disfruto, que también he aprendido eso. A disfrutar de todo, no como antes, que lo miraba con recelo. Ahora mismo estoy en un punto en el que si logramos algo, sea porque los demás también van bien, porque le va a dar más valor.
P.–Y ahora que también se habla tanto de los distintos tipos de humor. ¿Todos tienen cabida en el Falla?
R.–Claro, yo no le pongo trabas al humor, el que cada uno quiera. Ahora, si tú te atreves a contar cierto chiste, te expones a que se rían o no. Hay tipos de humor que si los sacamos de contexto o los llevamos a un terreno que no es el adecuado, pues funcionarán más o funcionarán menos. Yo me río mucho con el humor negro, con el humor sarcástico, con todo tipo de humor me río, pero entiendo que haya gente que según a qué hora o según en qué momento o según dónde, pues se lo tome mejor o no. Yo no coartaría nada. Ahora, si tú vas a un concurso, pues tienes que asimilar que ese tipo de humor más negro o más hiriente o más cargante o llámalo como quieras, pues tenga aceptación o no, porque si tú has tenido el atrevimiento de hacerlo, te puede venir de vuelta, esto es como el frontón. ¿Y qué recorrido tiene? Pues el que le quiera dar el público.
P.–¿Es más difícil hacer reír, hacer una chirigota que una comparsa?
R.–Yo vuelvo con la chirigota porque después de probar el coro, de probar la comparsa, es lo que me apetece. Cuando terminas de hacerla y funciona, te sientes mucho más realizado. Yo creo que la chirigota es la que engloba más las características de lo que es el Carnaval de Cádiz. Ahí entra el humor, entra la ironía, la irreverencia, el sarcasmo, el doble sentido y el sentimiento. Por tanto, es más complejo también, claro. Y cuando tú lo cierras y lo consigues, cuando cuaja, cuando cala, la satisfacción es mayor. Aparte, es que yo creo que nunca terminas de hacerla porque vivimos en un mundo tan inmediato humorísticamente, en las redes también, que al final te tienes que explotar la cabeza. Y es que puede pasar algo hoy, te lo canto el sábado, que son solo varios días más tarde, y a lo mejor se queda antiguo si quieres esa frescura y feedback con el público. Pero tampoco nos hemos encerrado en ese humor tan inmediato.
P.–¿Qué hacemos con este Concurso tan largo?
R.–Para solucionarlo tiene que ser con medidas revolucionarias, zanjarlo de manera radical. Y aquí, si tú quieres hacer una revolución, pues entre comillas hay que cortar cabezas, y claro, también son medidas antipopulares. Y desde el Ayuntamiento se siguen alimentando e incluso haciendo votación en ciertas cosas con ciertas asociaciones que no representan a todo el mundo, donde me siento desplazado porque yo no me siento representado por las asociaciones. Y es que la decisión pasa por la concejala, que tiene que actuar y acertará o se equivocará, pero es que va en el sueldo, y lo pagamos entre todos. Así que no se meten en eso porque es antipopular, nadie lo ha hecho, y mira que he conocido a concejales desde Carlos Mariscal… Además, que someten a votación lo que les conviene, ¿por qué no lo hacen con los derechos de autor?, ¿con la venta de las entradas?, pues porque no conviene. Y lo peor es lo de los niños, que no es normal que canten como han cantado y hasta dentro de un mes no vuelvan a participar. Y eso si pasan a la final, los que no pasan, hasta la calle. Hay que darle una pensadita a todo.
P.–¿Y qué propone?
R.–La cantidad no está reñida con la calidad, por supuesto. Pero si hay mucha mediocridad, lo bueno se diluye y eso hay que cuidarlo. Yo pongo el símil del mundial de fútbol. Nosotros vemos por la tele la fase final, pero todos participan. Habría que hacer una criba, el que pase a cuartos ya tiene un puesto ganado, por ejemplo, o bien organizar un concurso con un máximo de agrupaciones, valorar una fecha fija, en fin, que haya una verdadera gestión de todo esto.
Mi agrupación del 1/4 del siglo XXI: 'Los ángeles caídos'
Kike Remolino no lo duda prácticamente, la mejor agrupación del siglo es, en su opinión, ‘Los ángeles caídos’, donde salió como componente. Una elección que argumenta tanto en el tipo, como en el mensaje, el propio autor, Juan Carlos… “ese popurrí no es normal como está escrito, es una cosa muy gorda, la más potente”, asegura. Añade que, además, “se cantará siempre, aquel año, dentro de diez años y de otros diez”. En otras modalidades se decanta por ‘Los enteraos’, de José Luis García Cossío y ‘Las pito-risas’, con su propia autoría. Pero definitivamente se queda con la obra de Juan Carlos Aragón.
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