¡Fuera del Falla!
Opinión
La lamentable actuación de un grupo así en el Concurso no debe volver a repetirse. Para evitarlo se hace indispensable imponer una criba previa a la preselección
Las redes estallan contra la chirigota negacionista 'Abre los ojos' y ovacionan al público del Teatro Falla: "La gente no es tonta"

El Falla es sagrado. Mancillar su escenario viene a ser como profanar el altar de una fiesta que posee su propio santoral. Ni siquiera la globalización más tóxica puede servir de coartada a un grupo de individuos para pisotear un teatro que para miles de gaditanos es su palacio. Que no vengan, no hace falta. Como decía el gran Paco Rosado, aquí tenemos de todo:chirigotas malas, comparsas malas, coros malos, cuartetos malos también tenemos... No vengan, de verdad. Si tanto les gusta el Carnaval de Cádiz, respétenlo. Si no tienen la mínima calidad exigida para soltar un repertorio en sus tablas, no nos hagan pasar el bochorno, no nos tomen el pelo, no provoquen a la fiera, porque si despierta, y este domingo lo hizo, es capaz de devorar a cualquiera sin importar edad, raza ni ideología. Si un cordero se disfraza de tigre y se adentra en la jungla lo más normal es que acabe con un disparo en el lomo.
El Concurso lleva años reclamando a gritos una criba por derecho. Es necesario poner pie en pared y, como suele ocurrir, parece que el lamentable espectáculo ofrecido por ese grupo alternativo –al que me niego a llamar chirigota– puede terminar por convencer a los responsables municipales de abrir un debate con los actores implicados para acometer varios objetivos imprescindibles. De un lado, acortar un Concurso interminable y cuya calidad es, por una simple cuestión matemática, ínfima. No tiene lógica que en Cádiz cada vez haya menos gente pero no paren de crecer las agrupaciones de Carnaval. Basta. Son muchos autores de renombre los que llevan tiempo, mucho tiempo, exigiendo coger el toro por los cuernos e imponer un filtro para impedir que un grupo, sea antivacunas, antisistema o simplemente antiafinación, se presente a cantar en el Falla. No se trata de coartar la libertad de expresión, se trata de regular un Concurso en el que el talento está en peligro de extinción. Nadie les va a impedir cantar –lo de cantar es un decir– en la calle cuantas estupideces quieran, pero el teatro es otra cosa amigos.
Este grupo polinésico que vomitó en el Falla en la ya considerada como una de las noches más aberrantes de la historia del Carnaval de Cádiz, ha conseguido su propósito, su momento de gloria. Es un éxito rotundo. Ayer estuvieron en todos los medios nacionales, en prensa y televisión, algunos comentarios anónimos en las redes incluso tacharon a Cádiz de intolerante, de impedir que se oyera el mensaje, sin entender que aquí tan importante es el contenido como el continente, y que se puede cantar la letra que se quiera, pero tiene que estar bien metida, debe atenerse a unos cánones, a una medida, los componente tienen que sabérsela y coger, aunque sea de vez en cuando, el tono. Los del domingo, más que antivacunas, parecían antiensayos. ¡¡Pero si hasta el bombo iba sin disfrazar!! Venga ya. El público rugió porque entendió, sin necesidad de mucha explicación, que los que estaban en el escenario querían reírse de ellos. Igual le hubieran gritado de haber cantado contra Bruno, el Kichi o el Papa de Roma. Se trata de la composición musical chavales, de la calidad de la agrupación, no del fondo. No se engañen, el mensaje, en la mayoría de los casos, al público se la repampinfla. Lo que quiere es que le entre por los ojos y por los oídos.
El Concurso lleva años reclamando a gritos una criba por derecho. Es el momento
En el Falla, donde se ha llegado a abuchear a Paco Alba, hemos visto casi de todo. Pero no todo vale. El trasunto de la historia es que, por mor de esa era digital, esa globalización de la que antes hablaba, el Falla está lleno de gente de fuera. Por eso tengo que decir que me parece fantástica la idea del Ayuntamiento de vender las entradas de cuartos –y espero que las del resto de fases del Concurso– en taquilla. El Falla debe autorregularse y autoprotegerse de esperpentos como el ofrecido por este grupúsculo. Caso contrario, estará cavando su propia tumba. Si el Concurso de Cádiz se presta a darle voz a majaretas de toda España para tener media hora en televisión y ser escuchados por miles de personas estaremos dando dos pistolas a un mono travieso. Lo que se vivió el domingo no puede volver a ocurrir.
Dicho todo esto, según como yo lo veo, el del domingo no ha sido el único espectáculo lamentable que debe abrirnos los ojos. Considero gravísimo que unos tipos de Ciudad Real, por una apuesta al pasar por delante del teatro el año anterior, tengan la osadía de presentarse con un cuarteto al Concurso. Digo más, llegaron a atribuirse la condición de salvadores de la modalidad.
El autor de ‘ONG (Organización No Gaditana) Cuartetos Sin Fronteras’, Miguel Antonio Maldonado, que representaba en un despliegue de originalidad a Fofó, comentó nada más salir del escenario a mi compañero Sánchez Reyes que había acabado “con sensaciones positivas, aunque al principio hemos estado un poco fríos, porque el Falla impone. Al principio ha costado y al final lo hemos levantado”. O sea, que cuando escucharon los gritos de campeones, campeones, no entendieron la carga gaditana y pensaron que, verdaderamente, salían por la puerta grande.
Maldonado contó así el origen de lo que para ellos es una aventura y para mí una puñalada a mi fiesta. “Esto es cosa mía. El año pasado estuvimos en el Carnaval de Cádiz. Y uno de mis amigos, el más carnavalero, me dijo en la plaza del Falla: ‘cachis en la mar, lo que daría yo por estar en escenario alguna vez’. Y aposté con él y con los demás a que iban a estar este año. Y aquí estamos”. Ole ahí.
Aquí estamos. Ea. Y se queda tan pancho. Da igual ventosearse en la historia de un pueblo y su idiosincrasia. Estos malages llegan, largan su película y encima se llevan unos miles de pavos para gastárselo en cerveza. ¿No hay fiestas que destrozar en Ciudad Real? ¿Por qué tienen que tomarla con la nuestra?
La cuestión no es venir de fuera, es hacerlo sin calidad. La chirigota de Santoña llega desde Cantabria pero lo hace con gracia, se percibe que veneran esto, que lo han estudiado, que lo quieren, que no es una apuesta. Es un buen ejemplo. Por no hablar de agrupaciones fantásticas que han llegado de Sevilla, de Huelva, de Córdoba, y otras muy dignas de diferentes lugares. Un cuarteto, la modalidad más difícil de cuantas componen el Concurso, de Ciudad Real es una provocación. Suerte tuvieron que la fiera aún estaba desperezándose, porque si la fortuna los llega a poner a cantar detrás de los antivacunas acaban llorando.
Como decía Julio Pardo, el Carnaval es un cachondeo muy serio. Por eso deben adoptarse mecanismos de defensa con los que ponerse a cubierto ante los bombardeos de zafiedad que nos llegan del exterior. Ante espectáculos tan denigrantes, el jurado debe tener potestad de ordenar que la actuación finalice. Una descalificación en toda regla. Igual que cuando un corredor o un nadador hace dos salidas en falso en unos Juegos Olímpicos y tira por la borda el trabajo de cuatro años. Entonces nadie le va a decir al juez que es de fascista no dejar competir al chavá. Son las normas, y el Carnaval de Cádiz, fiesta soberana, debe tener las suyas y seguirlas a rajatabla. Que venga quien quiera, pero antes de subirse al escenario del Falla, antes de que el público pague una entrada, debe probar su valía.
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