Miguel Ángel García Argüez 'Chapa': "De unos añitos para acá, la comparsa, en lo literario, está en retroceso"

El autor de ‘La tribu’ y del coro ‘¡Qué barbaridad!’, una voz de peso en el Concurso, habla sobre la comparsa que se estrena este lunes y sobre "la responsabilidad del jurado" en el rumbo que están tomando las modalidades

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El autor de comparsas y coros, Miguel Ángel García Argüez 'Chapa'.
El autor de comparsas y coros, Miguel Ángel García Argüez 'Chapa'. / Miguel Gómez

Cádiz/Que la palabra de Miguel Ángel García Argüez Chapa (La Línea de la Concepción, 1969) sea una de las más respetadas en el carnaval que nos ha tocado vivir no sólo se debe -que también- al indudable talento creativo del autor de comparsas y coros, sino a que su completa y compleja trayectoria le otorga una visión tan poliédrica, como poliédrica es esta fiesta.

Y es que el autor este año de 'La tribu', la comparsa liderada por Javi Bohórquez a la que Raúl Cabrera pone música, y del coro '¡Qué barbaridad!', sabe lo que es saltar al Gran Teatro Falla desde la modestia, escribir para grupos más y menos mediáticos, y con más o menos denominación de origen Cádiz e, incluso, conocer perfectamente el carnaval callejero del que todavía es partícipe. Por ello, conviene estar atento no sólo al mensaje que lanza a través de sus agrupaciones en las tablas, a las que este lunes se subirá su comparsa para estrenar repertorio, sino también a las reflexiones que pronuncia de viva voz.

Pregunta.–’La tribu’... ¿Vienen salvajes?

Respuesta.–Bueno, habría que definir el término salvaje... Digamos que venimos silvestres (ríe). Todos los años, en realidad, se lleva un poquito de guerrilla, de caña y de reivindicación; eso forma parte de las coplas.

P.–Antes de ver sobre escena ‘Los colgaos’ definió su agrupación del pasado año como una forma nueva de entender lo gaditano. ¿’La tribu’ sigue esa senda?

R.–Ahora que te escucho decirlo, me parece que sonaba un poco pretencioso (ríe). Realmente, lo que quería decir es que era otra manera de abordar el piropo a Cádiz, de definir el amor por la ciudad. Y sí, ‘La tribu’ sigue el mismo camino. También es una manera de mirar a lo gaditano desde otra óptica diferente. Es una comparsa muy gaditana, igual que ‘Los Colgaos’, aunque tenga otra temática central, claro, pero plantea esa otra manera diferente de mirar a las coplas. No se trata de redefinir a lo gaditano, sino de cómo se ven los gaditanos desde otro punto de vista. Y creo, sinceramente, que mucha gente se va a identificar con el personaje que vamos a representar en ‘La tribu’.

P.–’La tribu’ me lleva a pensar a un grupo de personas unidas por una misma cultura, unidos por lazos muy fuertes que no tienen por qué ser familiares. ¿Han logrado ser ustedes una tribu? ¿Comparten ya un mismo concepto de hacer Carnaval el grupo, Raúl Cabrera y usted?

R.–Sí, claro que sí, y no siempre habiendo homogeneidad de criterio. Aunque llevemos ya años juntos, ten en cuenta que ellos cumplen en este Concurso 10 años como grupo, el grupo que se formó en ‘Los millonarios’. Entonces, claro, cuando yo me incorporo, ellos ya son tribu, una tribu muy unida en lo carnavalero, en lo vital y en lo emocional porque han vivido muchísimas cosas, tanto grandes éxitos y momentos maravillosos, como momentos muy luctuosos, la pérdida de Juan (Juan Carlos Aragón)... Yo me di cuenta de eso desde que me uní a ellos, con Raúl también ya ahí adentro, así que traté de, en la medida en la que pude, incorporarme a esa tribu, a esa hermandad, a esa familia. Y ellos, tengo que decir, me recibieron estupendamente como un miembro nuevo.

P.–¿Van a echar de menos a Martínez Ares en este Concurso, o no tanto...?

R.–Muchísimo, muchísimo, muchísimo. Primero, yo, personalmente como aficionado, le voy a echar de menos muchísimo. Es curioso que hemos estado en el Concurso años sin Antonio y nos habíamos acostumbrado a su ausencia y no nos acordábamos de Antonio más que para recordar el pasado, pero desde que regresó a la competición sí que se ha convertido en una pieza fundamental. Te puede gustar un año más o menos, como nos ocurre a todos, pero sí que su presencia es fundamental. Y luego, como compañero competidor, pues claro que se le va a echar de menos, lo primero , por la pena de que él no va a faltar porque le apetezca descansar, sino porque la salud lo obliga. Y segundo, desde luego, porque en la competición de máximo nivel lo que que quieres es pelear con Antonio. Pero, bueno, está la vuelta de Jesús Bienvenido, que no es mal sustituto para nada, y, por supuesto, están todos los compañeros con los que vamos a pelear porque te aseguro que yo no pierdo en ningún momento de vista por el retrovisor a los grupos que presuntamente vienen chupando ruedas detrás, porque en cualquier momento te adelantan por la izquierda.

P.–Le he escuchado decir que el jurado, además de repartir premios, también debería ser consciente que con sus decisiones marca las líneas evolutivas de las diferentes modalidades. Y no lo veo yo a usted especialmente contento con la que está tomando la comparsa. ¿Me equivoco?

R.–Para nada. Desde el 90 para acá ha sido la modalidad que ha estado en vanguardia creativa, ha sido la modalidad que ha hecho más innovaciones artísticas en todos los aspectos que, de hecho, muchas otras modalidades han ido incorporándolas después en sus propuestas. Innovaciones en lo musical, en lo escenográfico, en lo armónico, quizás en lo literrio un poco menos. Pero sí es cierto que de hace unos añitos para acá parece un poco estancada e, incluso, en lo literario yo diría que está en retroceso. Vamos, que estas son apreciaciones totalmente subjetivas, pero creo que sí que es cierto que aquí el jurado está dejando pasar ciertas cosas, sobre todo, insisto, más en lo literario, que nos están empobreciendo el nivel medio de la literatura carnavalesca. En otros aspectos, en lo escenográfico, en el maquillaje, en la ropa, en la forma de tocar..., es cierto que todo ha evolucionado y se ha complejizado técnicamente de una manera asombrosa, maravillosa, que enriquece la modalidad; pero en lo literario creo que estamos un poquito estancados.

P.– ¿Se refiere al estilo de escritura o a las temáticas de las letras o a ambos aspectos?

R.–Primero a la sofisticación técnica, es decir, que, básicamente, se escribe igual que se escribía en los 80. Cómo se articula la rima, cómo se hacen los acentos, cómo se estructura una letra... Una letra de hoy, en los 80, funcionaría; y una letra de los 80, hoy, con pocas excepciones, funcionaría. Este año pasado, además, se vio claro. Y en las temáticas, la competición nos está obligando a todos a ser menos arriesgados porque que el público creo que está un poquito conservador y, por tanto, casi nos obliga a claudicar si queremos competir. Si no queremos competir es otra historia, pero si queremos competir tenemos que claudicar ante los gustos de un público que, bueno, se conforma más con chóped que con jamón, si me vale la alegoría.

P.– Con el coro todo esto es diferente, ¿no?, ¿se puede uno desatar más?

–Absolutamente, la competición del coro es mucho más laxa porque no tiene la presión de la masa. El coro es una modalidad mucho más minoritaria, que menos gente sigue con interés, que sólo seguimos los que participamos en los coros y algunos aficionados irreductibles, pero sabemos que, por desgracia, la inmensa mayoría del público pasa totalmente de la competición de esta modalidad. Eso permite una diversidad y una flexibilidad a la hora de hacer las propuestas que, de hecho, se materializa en la cantidad de estilos diferentes que hay. Las comparsas son mucho más homogéneas. El coro permite unos márgenes de libertad creativa, de flexibilidad, dentro de la rigidez del concurso, que siento que otra modalidad, como la de comparsa, no tiene.

P.–Y entiendo entonces que el jurado de coros favorece más la apertura para que todos esos estilos sobrevivan, ¿no?

R.–No lo sé. Además, en muchos casos, los jurados tienen que hacer las cosas por consenso. No podría decirte, porque como no sé lo que se habla ahí dentro, ni me gustaría saberlo, la verdad, porque a veces cuando llegan filtraciones se te ponen los pelos de punta... Bueno, en fin, no sé muy bien cómo los jurados de coros viven las competiciones pero es evidente que lo primero que tienen en cuenta es cómo suena. Y ya, una vez que suenes bien, o como se supone que suenan hoy los coros, a partir de ahí, hablamos de las letras. Esto es muy evidente.

P.–Lo que sí parece claro es que usted pide más responsabilidad a este grupo de personas que deciden los premios con el futuro de cada modalidad

R.–Sí, bueno, que asuman la responsabilidad porque esto no es una cuestión sólo de gustos, aunque los gustos sean inevitables. Vera (José Antonio Vera Luque) lo explicó muy bien una vez. Un jurado en un concurso de cocina al que, por ejemplo, no le gusta el roquefort, no puede ponerle un cero a un plato que a lo mejor es magnífico, pero lleva roquefort. Esto es un poco igual, un jurado tampoco es que tenga que ser ni erudito, ni técnico, ni experto en literatura, ni en música, pero sí tiene que amar el carnaval y saber de carnaval. Tener un background de cultura carnavalesca mínimo y que, al menos, sepa distinguir una segunda, un tenor, que sepa cuándo un dúo va bien, que entienda una metáfora...Y ya está. Y un poquito de honestidad y, muy importante, mucho de discrección. Con eso es suficiente. Pero, sobre todo, que asuma la responsabilidad de que su veredicto no solamente tiene importancia ese año, sino que va a tener importancia en los años venideros. Si yo voy premiando un modelo de coro, de comparsa, de chirigota o de cuarteto, estoy trazando una línea maestra que va a decidir la evolución de esas modalidades. Nos pasó, por ejemplo, con la moda del carnaval visual, ¿te acuerdas? Y aunque el público se vuelva loco, porque el público se deja llevar sólo por los gustos, tú como jurado tienes que tener la visión de esa línea que quieres trazar. Vamos, que así se creó la comparsa, cuando un jurado dijo, esto hay que arreglarlo.

P.–¿Mucha tela 22 sesiones de preliminares? ¿Cómo les afecta a ustedes?

R.–En mi caso, mi opinión como aficionado difiere de mi opinión como participante. Como participante, prefiero un concurso más corto pero, por supuesto, descartado absolutamente lo de una criba previa fuera del Falla.

P.–Alta traición al espíritu del carnaval mismo

R.–Efectivamente. Es más, quien defiende esa criba previa no conoce la historia de las coplas del Carnaval de Cádiz. Así que, como opino que no hay que ponerle puertas al número de participantes, y además es nuestro sistema hasta ahora, solamente hay dos soluciones, o alargas el Concurso o alargas las sesiones. Ninguna de las dos cosas son del todo buenas pero, personalmente, prefiero las sesiones un poco más largas a que los repertorios queden un tanto a trozos por la distancia entre unas fases y otras.

P.–En realidad, es un poco cansino que siempre andemos de discusión con las mismas cuestiones abordadas, además, desde diferentes modelos organizativos: patronato, mesas de trabajo, certamen municipal con Consejos de Participación... Al final, nos queda una especie de sensación de ‘gatopardismo’, “si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”

–Sí, entiendo lo que dices, totalmente, y yo no sé cuál es la llave para por fin sentar unas bases firmes, pero sólo puedo decirte lo que siempre he mantenido, que el Patronato, con todos sus errores, me parecía la fórmula más adecuada. Yo apuesto por un Patronato que sea el que decida todo lo que tiene que ver con el reglamento y con la negociación de los derechos con las televisiones, porque es dinero que generan las agrupaciones, pero con mando municipal para todo lo que tiene que ver con la competición, porque sobre la configuración del jurado, las agrupaciones no tienen nada que decir, eso debe ser responsabilidad del Ayuntamiento. Pero en todo lo demás, creo que los participantes somos los que tenemos que decidir. En ese sentido, el Patronato, con poder ejecutivo, no consultivo, es el modelo más democrático. El problema es cuando eso se pervierte y se convierte, no en un órgano de representativo y legitimado por asociaciones que están vivas, sino por personas que están ahí bien por intereses particulares o que no representaban realmente a los protagonistas de la fiesta, y te lo digo yo porque he estado durante un tiempo en la mesa del Patronato, en el corazón del monstruo, y lo he visto. El problema es que necesitamos asociaciones vivas y que representen realmente a la gente, vamos, eso tanto en el Patronato de antes, como en los Consejos de participación de ahora. Tienes que tener la legitimidad de la representación, eso se llama democracia. Por eso, cuando el Patronato se eliminó, mientras mucha gente se alegró, yo lo vi como una derrota de la gente del Carnaval.

Mi agrupación del primer cuarto del siglo XXI

“No digo que sea la mejor, pero ‘Los ángeles caídos’ es la comparsa que sigo escuchando y me sigo emocionando como la primera vez que la escuché. Seguramente habrá comparsas mejores, pero para sentir lo que siento escuchando a ‘Los ángeles caídos’ tendría ya que irme más para atrás y recordar la memoria emocional de la comparsa de los noventa o de los últimos ochenta, que es la comparsa que a mí, por edad, me desvirgó”, argumenta Miguel Ángel García Argüez sobre su agrupación favorita de este primer cuarto del nuevo milenio, y que ha resultado ser esta comparsa que en el año 2002 firmó el fallecido Juan Carlos Aragón.

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