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La guayabera

Comparsa

Rafa Burgal /Cádiz

04 de febrero 2016 - 07:04

Localidad: Cádiz

Letra y música: Juan Carlos Aragón Becerra

Dirección: Alejandro Rodríguez Ferrera

el tipo. Cubanos.

Las coplas. Un amor de ida y vuelta. A medias entre Cádiz y La Habana. Viajes que no se olvidan para traer Cuba al Falla. Mantienen el gusto a la hora de cantar, más allá de la facilidad que tiene la comparsa para llegar al público con los sones cubanos. A pesar de la omnipresencia de Cuba, Juan Carlos Aragón no se olvida de su ciudad con un precioso piropo en su primer pasodoble a partir de lo que las playas significan para Cádiz. Otoño de playas desiertas, cambios de año en los que perdura, primaveras en las que brota la sonrisa hasta llegar el verano. Un sol que nace en Cortadura, se muere en La Caleta y se entretiene en la playa de las Mujeres para brillar sobre el mar. Playas en las que "se ve la cara de su ciudad" y que son "el alma de la Tacita de Plata". Exquisito. En el segundo, Juan Carlos da un punto de vista diferente de lo que hace la educación con los niños. "La adormidera perfecta" para decirles lo que está bien y lo que está mal. Por ello, se dirige a los jóvenes para decirles que rebelarse contra los que mandan "no es una falta de educación". Una humanidad que, si estuviera en manos de los niños, no tendría maldad y en ella mandaría la paz. Golpecitos concurseros en los cuplés, que sí cumplen con su función. En el primero, no aciertan una pregunta de trivial sobre las penas que han cantado las comparsas en cuartos y semifinales. Por su parte, no podía faltar su archiconocido nabo, que no había salido hasta ahora en sus cuplés.

EN CUARTOS

Las coplas. Deseos por Cuba, donde el amor no tiene espera. Intentan dar un golpe en el Concurso con un primer pasodoble en el que mezclan la fatiga que está pasando Cádiz por los bombardeos de Bruselas y Berlín con el lloro por los atentados de París, que dan pena por ser el horror televisado. Por ello, Aragón solo sufre por Palestina, los campos de refugiados o "los ahogados que escupe el mar". En el segundo sube el listón con la crítica al papel de la Diosa del Carnaval, que cumple con "los sueños vanidosos de una niña mona". Los cuplés no llegan al nivel de los pasodobles con el despido por el cuplé que le escriben a su jefe y los kilos que pierde el Tron en La báscula.

EN PRELIMINARES

las coplas. Un viaje a La Habana para parir una comparsa. El encanto de Cuba en el Falla. Es imposible no engancharse con los sones llegados desde el otro lado del mar. El problema está en que las comparaciones son odiosas y Juan Carlos Aragón va a tener muy presente 'La revolución' a la hora de valorar su propuesta. Desde la presentación deja algunos detallitos sobre la situación de Cuba muy interesantes, como el sentido de la patria cubana -"que no es mucha, pero al menos es una"- y los deseos hacia ella -"el mundo me anda deseando y el mundo no es tanto"-. La fórmula del año pasado la repite en la estructura del pasodoble y en la forma de cantarlo. Aunque se alarga un poquito, es muy pausado y luce brillante, sobre todo en la búsqueda del trío y la parte central. No hace falta chillar para captar el mensaje. En la primera pieza, muy personal, relata desde el punto de vista del grupo cómo Aragón decidió casarse con su actual esposa y las dudas sobre la presencia de la comparsa en el Falla. La musa aparece en La Habana, por lo que "nuestra luna miel es volver al Falla con La guayabera". En la segunda, la poesía de Juan Carlos se vuelve inconfundible con sus añoranzas de la chirigota. "Carnaval más puro no lo hay que cantarle a Cai con la chirigota". Que cumpla con su palabra. Entre recuerdos a Teófila y al Patronato, con idéntico resultado, luce más la parte crítica sobre los cambios en Cuba.

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